Todo lo bueno de ¨¦l
Una chica que perdi¨® a un familiar en los trenes coment¨® al inicio del juicio: "El que m¨¢s asco me da es Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras". No era la ¨²nica. El ex minero, ex traficante de hach¨ªs, acusado de suministrar la dinamita empleada en el 11 de marzo, ha suscitado desde el primer d¨ªa una aversi¨®n enorme y generalizada.
Unas semanas despu¨¦s, cuando el juicio atravesaba su ecuador, en la sesi¨®n 25 o 26, el abogado de Su¨¢rez Trashorras, el catedr¨¢tico em¨¦rito de universidad Gerardo Turiel, se encontraba sentado en el vest¨ªbulo anexo a la sala de la vista. Aguardaba unos minutos, con la toga puesta, a que un testigo terminara de responder para entrar y ocupar su sitio de costumbre. Fue entonces cuando coment¨® que no le importaba defender a Su¨¢rez Trashorras. Al contrario. "Mi misi¨®n en este juicio es encontrar y decir todo lo bueno que se pueda decir de este hombre. Y a eso me he dedicado y me voy a dedicar en cuerpo y alma", coment¨®.
Ayer, sesi¨®n 52, a poco del final, fue el d¨ªa en que Turiel ocup¨® la ma?ana en decir todo lo bueno que, a su juicio, se puede decir de su cliente. Podr¨ªa pensarse que las v¨ªctimas que asisten a la vista oral acusaron el golpe.
No fue as¨ª. La reacci¨®n m¨¢s visible lleg¨® del otro lado, de los encarcelados: hubo un momento en que el abogado asegur¨®, con iron¨ªa, que menos mal que su defendido no rezaba, porque si llega a ser as¨ª, habr¨ªan pedido m¨¢s a?os de c¨¢rcel. Fue entonces, cuando oyeron lo de rezar asociado al ex minero atiborrado de tranquilizantes, que se pasa el juicio mirando para adelante sin mover un m¨²sculo, cuando los miembros de la presunta c¨¦lula yihadista se echaron a re¨ªr a carcajadas. Daban a entender que un tipo como Su¨¢rez Trashorras, con el que comparten ocho horas al d¨ªa en el mismo habit¨¢culo acristalado sin cruzar una sola palabra, no tiene lo que se necesita para rezar.
Las v¨ªctimas oyeron al abogado exculpar a Su¨¢rez Trashorras de haber suministrado la dinamita, negar que perteneciera a ninguna asociaci¨®n il¨ªcita y recordar que padece un mal psiqui¨¢trico cercano a la esquizofrenia que deber¨ªa resultar, si no eximente, si atenuante de su conducta. Lo oyeron de forma muy tranquila.
Tal vez sea porque se han celebrado ya 52 sesiones y porque hay signos que anuncian que esto se acaba: los bancos de los abogados est¨¢n cada d¨ªa m¨¢s vac¨ªos, por ejemplo. Y las v¨ªctimas, cansadas ya, han asimilado, como todos en este juicio, que todo hombre tiene derecho a que, al menos por un d¨ªa, se diga todo lo bueno de ¨¦l.
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