Supremo g¨¦nero ¨ªnfimo
El teatro por horas fue el gran espect¨¢culo de masas de hace un siglo y el primer intento exitoso de producci¨®n industrial en las artes esc¨¦nicas. Hasta entonces una obra cualquiera duraba m¨¢s de cuatro horas, montarla sal¨ªa muy caro, y si la cr¨ªtica la echaba al foso, cosa frecuente, no se amortizaba. En cambio, los espect¨¢culos de una hora, mucho m¨¢s econ¨®micos, multiplicaron el taquillaje mediante un sistema de "butacas calientes": el p¨²blico de la primera funci¨®n dejaba su sitio al de la segunda, ¨¦ste al de la tercera y as¨ª sucesivamente. Los teatros ofrec¨ªan cuatro funciones diarias seguidas, entre las ocho de la tarde y la una de la madrugada, y a veces una matin¨¦. Cuando un t¨ªtulo no iba bien, se le sustitu¨ªa por el de mayor ¨¦xito de entre los otros tres, que hac¨ªa doblete. El desaparecido Teatro Apolo de Madrid, de 2.200 butacas, sum¨® en un solo a?o m¨¢s de tres millones de espectadores, tantos como los que re¨²nen hoy todos los teatros de Madrid juntos. La expresi¨®n "g¨¦nero chico" se refiere a la brevedad de estas obras y no a su calidad. Una derivaci¨®n suya es el g¨¦nero ¨ªnfimo, nacido con el fin de siglo, cuando la poblaci¨®n madrile?a se duplica respecto a 1857 y los inmigrantes prefieren el caf¨¦ cantante al teatro, pues les ofrece espect¨¢culos ligeros, intensos e inmediatos: dramas condensados en cupl¨¦s de cuatro minutos. Los teatros por horas aparearon cupl¨¦ y sainete, alumbrando el g¨¦nero fr¨ªvolo (o ¨ªnfimo) y la revista, ambos borrados hoy de los escenarios. Es un acontecimiento, si esta palabra aplicada a lo leve y peque?o no despierta expectativas excesivas, que el Teatro de la Zarzuela recupere Las bribonas, de Rafael Calleja y Antonio Mart¨ªnez Vi¨¦rgol, t¨ªtulo representativo del g¨¦nero.
Las bribonas (1908) habla del desbarajuste que provoca en Estropajosa la llegada de una compa?¨ªa de variet¨¦s. Los hombres del pueblo, con Don Higinio, alcalde conservador, a la cabeza, se pirran por las mozas, mientras sus mujeres se organizan para echarlas. El mismo tema, en versi¨®n chusca, que sesenta a?os despu¨¦s plantea Jos¨¦ Mart¨ªn Recuerda en Las salvajes en Puente San Gil. En esta funci¨®n nadie es lo que parece. El alcalde es un liberal que ejerce en el otro bando porque los suyos le han hecho perrer¨ªas. El sacrist¨¢n resulta ser el principal interesado en que las chicas se queden, pues se saca un sobresueldo tocando con ellas, y el negro que las acompa?a desti?e. Esta obrita jocosa tiene chispa, especialmente los cuadros tercero y cuarto, donde Don Higinio, el negro sin maquillar, que resulta ser blanqu¨ªsimo, y la alcaldesa consorte, que viene a conocerle, protagonizan en la habitaci¨®n de la cupletista Margherite un vodevil a lo Feydeau, con aroma de Tres sombreros de copa. Es un acierto de Amelia Ochandiano, su directora, haber escogido actores que cantan, en lugar de cantantes, porque el libreto contiene mucho texto sin m¨²sica. En lugar de los cupl¨¦s originales, donde Mart¨ªnez Vi¨¦rgol, liberal, critica a Maura, Camb¨® y De la Cierva, se interpretan otros que la compa?¨ªa llama familiarmente "cupl¨¦s de Gallard¨®n". No los han montado hasta que la fecha del estreno se les echaba encima: ser¨¢ por si acaso.
Las bribonas y La Revoltosa. Madrid. Teatro de la Zarzuela. Hasta el 22 de julio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.