La rebeli¨®n de los pocos
?ste es otro de los posibles t¨ªtulos familiares del libro, que el autor reserva con elegancia y discreci¨®n para uno de sus mejores apartados. Si a comienzos del siglo pasado se observ¨® el creciente poder de las masas, que llev¨® a su rebeli¨®n, en los inicios del presente se constata la fuerza de los pocos y su incipiente revuelta. Ahora bien, no es de justicia llevar los paralelismos demasiado lejos. Porque, ?qui¨¦nes son esos "pocos"? La singularidad de esta obra, escrita con buen ritmo y sin renunciar a la densidad, consiste en haber sabido detectarlos, someterlos a agudos an¨¢lisis y enfrentarlos con propuestas equilibradas. Yo dir¨ªa que el reto mayor que se desprende de este libro, y el m¨¦rito de sus atinadas sugerencias, apuntan a c¨®mo gestionar esa nueva diversidad.
LA FUERZA DE LOS POCOS
Andr¨¦s Ortega
Galaxia Gutenberg
Barcelona, 2007
330 p¨¢ginas. 21 euros
Los pocos, aquellos que sostienen una forma de diferencia, pueden ser ahora muchos. Su voz es escuchada, gozan de visibilidad y sus acciones y reclamaciones experimentan un efecto multiplicador gracias a las nuevas tecnolog¨ªas. ?stas han globalizado las diferencias. La relevancia de este fen¨®meno, subraya el autor, nos obliga a modificar esquemas sociales, todav¨ªa no muy lejanos. Pues si bien es cierto que la globalizaci¨®n lleva a procesos de homogeneizaci¨®n ampliamente descritos, tambi¨¦n lo es que convierte a los pocos dispersos en muchos lugares en muchos conectados entre s¨ª. No en vano una de las caracter¨ªsticas de nuestra ¨¦poca es que ser es estar conectado. Las nuevas tecnolog¨ªas son la diferencia conectada.
Los pocos de los que trata el libro no son una ¨¦lite, y pueden configurar una masa, pero no la cl¨¢sica, sino de nuevo cu?o. La nueva teor¨ªa econ¨®mica ha descubierto que muchos pocos dan m¨¢s que muchos, y por ello se trata de ofrecer muchas cosas diferentes a diferente gente en vez de ofertar lo mismo a los mismos. Esto es as¨ª, pero el libro se sale del esquema de los consumidores y productores para centrarse en los usuarios, que arrojan un nuevo perfil. Y es aqu¨ª donde nos encontramos con la sorpresa del peso que han alcanzado hoy, para bien y para mal, las diferencias culturales. De modo que "la lucha por la identidad cultural marca nuestra ¨¦poca a¨²n m¨¢s que las anteriores".
El libro documenta exhaustivamente todo ello sin caer en manique¨ªsmos destacando, por emplear una terminolog¨ªa de los imaginarios sociales, que la "fuerza" de los pocos tiene siempre un posible lado luminoso y un indudable reverso tenebroso. Y as¨ª el autor dedica especial atenci¨®n a las "identidades sin ra¨ªces" que son los nuevos fundamentalismos, y que consisten en una vuelta a lo originario fabulado haciendo tabla rasa de toda la historia real. De modo que "¨¦sta no es ahora la rebeli¨®n de los condenados de la tierra, sino de unos pocos fan¨¢ticos globalizados". Las identidades amenazadas y amenazantes entran en una espiral de violencia sin fin, que acrecienta el sentimiento de inseguridad, lleva al recorte de derechos y al debilitamiento de las actitudes liberales. Sin embargo, la gravedad de la situaci¨®n y la necesidad de actuar no deber¨ªa impedir intentar ver el problema desde todos sus ¨¢ngulos. Porque no es tanto la religi¨®n, como lo que el autor llama el "religionismo", del mismo modo que no es el islam sino su uso pol¨ªtico, el islamismo, la fuente mayor de preocupaci¨®n.
?Qu¨¦ hacer? La tarea no es
f¨¢cil ya que, adem¨¢s, en este mundo globalizado los pocos no est¨¢n fuera, sino dentro, no son los otros, sino nosotros. Visto el panorama, las propuestas del autor se concretan en un programa de m¨ªnimos que resulta ser de m¨¢ximos. En principio, se tratar¨ªa de conversar desde y con la diferencia, sin ¨¢nimo de convencer, sino de convivir, por la necesidad de relacionarse m¨¢s que por la esperanza de entenderse. Pero, y esto es lo interesante, desarrollando nuevas formas de identidad no excluyente como es la ciudadan¨ªa. Aqu¨ª tenemos otro aspecto, luminoso esta vez, de la rebeli¨®n de los pocos, que ya no se contentan con el voto en blanco, se?al de que no se est¨¢ en desacuerdo con el sistema, pero s¨ª con la oferta. Se trata m¨¢s bien, y en especial para Europa, de desarrollar "una ideolog¨ªa fuerte de ciudadan¨ªa", consistente nada menos que en un "humanismo de la diversidad que tiene que ir a la par de un humanismo tecnol¨®gico".
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