Vence el deporte
Curiosa cosa la historia. Caprichosa como los vientos suaves y, a la vez, rotunda. La historia me ha hecho perder tres cenas y estoy muy contento de haberlas perdido. Como es bien sabido, la Copa del Am¨¦rica es la manifestaci¨®n deportiva m¨¢s antigua del mundo moderno, 156 a?os y 32 ediciones. As¨ª que la pregunta es sencilla (aparentemente): ?Cu¨¢ntas ediciones han estado peleadas? ?Seguro que muchas? ?No?
Pues no. Nada de eso. S¨®lo dos han estado verdaderamente re?idas. La primera, en 1920. El Resolute, de EEUU, navegaba contra el Shamrock IV del Reino Unido. El desafiante de Lipton consigui¨® lo nunca visto: ganar las dos primeras pruebas. Sin embargo, los americanos no dejar¨ªan escapar la Copa tan f¨¢cilmente y el Resolute se recuper¨® para ganar tres a dos.
Lipton, sin poder librarse del resquemor y la amargura de la derrota, dio instrucciones claras al director del astillero en el que se qued¨® el barco: "Desgu¨¢zalo Bob, convi¨¦rtelo en astillas y qu¨¦malas en tu chimenea. No quiero volver a ver este barco". Y as¨ª fue como una maravilla de 33 metros construida con madera de caoba pas¨® a calentar las noches fr¨ªas de invierno. La energ¨ªa no se destruye..., se transforma.
Tuvieron que pasar 63 a?os, para que, en 1983, volviera a haber una pelea decente. En Newport, el Liberty de Dennis Conner se enfrent¨® al desde entonces famoso Australia II de Aland Bond. En las dos primeras pruebas se impuso el Club de Yates de Nueva York. Todo parec¨ªa ir bien. La Copa continuar¨ªa en el Club. Como siempre. Pero en la tercera el Australia II gan¨®. A John Bertrand, patr¨®n australiano, la alegr¨ªa no le dur¨® mucho porque al d¨ªa siguiente volvieron a vencer los americanos. Si Conner ganaba una prueba m¨¢s, los australianos pasar¨ªan a ser historia. Pero en una de las remontadas m¨¢s espectaculares de la historia del deporte, el Australia II gan¨® tres regatas seguidas para dejar el marcador final en cuatro a tres. Por primera vez en la historia un desafiante ganaba la Copa. El trofeo entraba en la era moderna, se hac¨ªa internacional y se abr¨ªan las puertas a nuevos horizontes y nuevos desarrollos.
El presidente australiano, que como el resto de sus paisanos hab¨ªa seguido las pruebas hasta altas horas de la madrugada, declar¨® euf¨®rico: "El jefe que despida a alg¨²n trabajador ma?ana por llegar tarde al trabajo ser¨¢ un imb¨¦cil". La bolsa australiana subi¨® y el pa¨ªs se redimi¨® de la imagen de ex colonia de ex presidiarios del ex imperio. Para fortuna de Conner, no se cumpli¨® la tradici¨®n que afirmaba que la cabeza del primer patr¨®n americano que perdiera deb¨ªa sustituir al trofeo en el pedestal en el que se exhib¨ªa la Copa en Nueva York. Por cierto, el pedestal sigue vac¨ªo.
Con estos antecedentes -el 93% de las ediciones han sido un paseo triunfal-, los expertos esperaban un barrido del Alinghi. Error. Gran error. Tres cenas me ha costado. La historia es caprichosa y los neozelandeses han demostrado que han venido a luchar. Que no se amedrentan por los millones y el buen hacer de los suizos. Son duros, muy duros, y se han sacrificado sin l¨ªmites los ¨²ltimos tres a?os. No se rinden, saben que la vela es lo suyo. El deporte nacional. Tienen a su pa¨ªs detr¨¢s y Valencia parece kiwilandia. Con el uno a uno vence el deporte y yo me muero de ganas por ver la siguiente prueba.
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