Arriba y abajo
Ya s¨¦ que lo de ETA y Espa?a no es una guerra. Ya s¨¦ que se emplea impropiamente el lenguaje cuando se habla de tregua, proceso de paz, etc¨¦tera. Pero eso no me impide realizar el siguiente an¨¢lisis.
En varias ocasiones, a lo largo de m¨¢s de cuarenta a?os, ETA ha venido marcando los tiempos y, en algunas ocasiones, tomando la iniciativa, en su odioso oficio de matar. Cuando le interesaba mataba y cuando le interesaba declaraba una tregua. Aunque los espa?oles no estemos en guerra con ETA, ETA s¨ª cree que est¨¢ en guerra con Espa?a, por lo que ser¨ªa necesario razonar poni¨¦ndose en la posici¨®n del otro, que es una forma correcta de acertar en tus conclusiones.
El otro est¨¢ en guerra. Si nos ponemos en su lugar deberemos entender que cuando alguien decide ir a una guerra sabe que puede ganar o perder. Si ganara imaginamos lo que nos pasar¨ªa a los que perdi¨¦ramos. Y lo sabemos bien, entre otras cosas, porque casi mil conciudadanos nuestros ya perdieron esa guerra y hoy no est¨¢n entre nosotros. Si ganamos nosotros, ellos s¨®lo esperan 30 a?os de c¨¢rcel, que no est¨¢ mal, pero que es una forma de ganar m¨¢s generosa que la del otro contendiente.
Puesto que nosotros no estamos en guerra, nosotros nunca podemos declarar treguas ni firmar la paz. Los otros, que s¨ª est¨¢n en guerra, hay veces que declaran una tregua; el apellido de la tregua no importa porque siempre es la misma.
No cabe la menor duda de que la tregua unilateral acaba reportando alg¨²n tipo de beneficio a los terroristas. El ejemplo m¨¢s acabado de lo que digo fue la tregua que ETA declar¨® en el Gobierno de Aznar. Su entonces ministro del Interior, Mayor Oreja, describe esos beneficios en su libro de reciente publicaci¨®n. La sola denominaci¨®n que Aznar hizo de esa pandilla de asesinos, denomin¨¢ndoles movimiento vasco de liberaci¨®n nacional, en una comparecencia solemne desde el Palacio de la Moncloa, ya fue un beneficio para la banda que nos son¨® a ultraje al conjunto de los ciudadanos espa?oles. Los beneficios penitenciarios, de los que habla Mayor Oreja, ya fueron publicados con pelos y se?ales por la prensa de entonces y refrescados en los medios de comunicaci¨®n a ra¨ªz de la ¨²ltima tregua de ETA.
En esta ¨²ltima tregua quiz¨¢ el exponente del beneficio haya sido De Juana Chaos, que decidi¨® no comer porque sab¨ªa que en tiempos de tregua se impedir¨ªa su muerte. Poni¨¦ndose en el lugar del otro, observamos c¨®mo De Juana Chaos sabe perfectamente que no es lo mismo la paz que la guerra. Cuando la Audiencia Nacional ha decidido que, repuesto de su anemia voluntaria, el condenado vuelva a prisi¨®n, el terrorista ha decidido comer porque sabe que en tiempos de guerra nadie mover¨ªa un dedo por salvar su vida. Y por eso come, porque sabe que no se puede actuar desde la otra parte de igual forma cuando est¨¢n en tregua o cuando est¨¢n en guerra.
Esa l¨®gica que conoce De Juana tambi¨¦n es conocida por el conjunto de asesinos que matan como mataba ¨¦l. ?Por qu¨¦, entonces, no le aplicamos esa l¨®gica que ellos entienden? Si cuando hay tregua ellos reciben beneficios, ?qu¨¦ impide que cuando entran en guerra noten los perjuicios?
Ya sabemos que cuando hay tregua, los presos suben hasta llegar o aproximarse a las c¨¢rceles del Pa¨ªs Vasco. Tambi¨¦n sabemos que otros presos obtienen la excarcelaci¨®n. Y adem¨¢s conocemos que algunos miembros de la banda o son enviados a otros pa¨ªses o regresan del Pa¨ªs Vasco cesando la persecuci¨®n contra ellos. Ya deber¨ªan saber los otros que si las cosas funcionan as¨ª cuando hay tregua, deber¨¢n funcionar en sentido contrario cuando hay guerra, que es la situaci¨®n en la que, en estos momentos, se encuentran los otros.
Lo que nunca puede volver a ocurrir es que la guerra despu¨¦s de la tregua les resulte gratis. Lo que no puede ser es que, ahora que han vuelto a la guerra, nosotros pongamos los muertos y ellos tengan la seguridad de que, cuando les interese, vuelven a la tregua y vuelven a obtener beneficios. Lo sensato ser¨ªa hacerles saber con hechos y no con palabras que la ruptura de la tregua no es gratis; que si sub¨ªan cuando no mataban, bajar¨¢n hasta el ¨²ltimo pelda?o cuando matan.
Gobierno y oposici¨®n deber¨ªan acordar: 1) Traslado de todos los presos etarras a las c¨¢rceles m¨¢s alejadas del Pa¨ªs Vasco para que los otros vean la diferencia de trato que existe cuando se mata o cuando no. 2) Ultim¨¢tum a los otros para que en el plazo de tres meses la banda se pronuncie sobre el fin o no de su existencia, haci¨¦ndoles saber que para nosotros a partir del vencimiento de ese plazo s¨®lo habr¨¢ dos escenarios, o final de la banda o continuaci¨®n. Si continuaci¨®n, el compromiso p¨²blico de Gobierno y oposici¨®n de que las palabras tregua, alto el fuego o lo que sea, dejar¨¢n de existir en el vocabulario de los dem¨®cratas y, por tanto, dejar¨¢ de producir alg¨²n tipo de efecto positivo. 3) Si la banda decide terminar, compromiso de Gobierno y oposici¨®n para que los terroristas que no tengan delitos de sangre, juzgados o no, salgan en libertad condicional si se encuentran cumpliendo condena; compromiso de instar a las autoridades francesas a igual trato penitenciario para los etarras encarcelados en Francia. Compromiso para que los etarras que se encuentran fuera de Espa?a y no tienen delitos de sangre, puedan regresar a nuestro pa¨ªs sin persecuci¨®n policial.
Tres meses, ¨¦se es el tiempo que Gobierno y oposici¨®n deben conceder a la banda para que afirmen o nieguen su voluntad de acabar definitivamente su trabajo asesino. Ser¨ªa la primera vez que Gobierno y oposici¨®n declararan una tregua a ETA; ser¨ªa la primera vez que ETA no estuviera a la espera de nuestra respuesta, sino que ser¨ªa la banda la que tuviera que responder. Lo que no se puede sostener es que esta mugre humana declare la guerra o la paz cuando quiere, como quiere y donde quiere, sin que paguen ning¨²n tipo de precio adicional. La tarea del Gobierno y de la oposici¨®n es fijar los beneficios del fin de la banda y el precio adicional, sin esperanzas, para los que saben que, despu¨¦s de la guerra, vendr¨¢ otra tregua con beneficios para ellos. Eso tiene que terminar, debe terminar y la decencia exige que termine.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra es presidente saliente de la Junta de Extremadura.
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