Jnaza
La pasada semana, alrededor de 250 ni?os y ni?as, procedentes de los campamentos saharauis, llegaron al que fue antiguo Centro psiqui¨¢trico de Miraflores de Sevilla para comenzar sus vacaciones. Su llegada se incrusta en el programa Vacaciones en paz. Cada a?o es mayor la afluencia de estos menores, hasta el punto que el total de ni?os y ni?as para toda Espa?a alcanza los 10.000 y, de ellos, unos 3.000 permanecen en Andaluc¨ªa. Esta llegada ha coincidido en el tiempo con la campa?a promovida por la Junta de Andaluc¨ªa en favor del acogimiento familiar. La Consejer¨ªa de Igualdad y Bienestar Social est¨¢ realizando un llamamiento a la sociedad andaluza: busca padres temporales para algunos peque?os y no tanto -entre 1 d¨ªa y 17 a?os- que, por diversas circunstancias, no pueden estar con su familia biol¨®gica. Es una campa?a que pretende conseguir su integraci¨®n en un hogar familiar; pretende que estos menores encuentren un entorno normalizado y, de esta forma, evitar los riesgos de una educaci¨®n estandarizada en los centros de protecci¨®n de menores.
Las razones y las diferencias entre un programa y otro son bien diferentes; diferencias que merecen ser destacadas de forma que no se enturbien y puedan perjudicarse una y otra. Por supuesto que ambas parten de la solidaridad y la colaboraci¨®n de la sociedad andaluza con situaciones dif¨ªciles. Sin embargo, mientras en la campa?a promovida por la Junta de Andaluc¨ªa se intenta encontrar un hogar, para el desarrollo personal de estos menores, en la campa?a de Vacaciones en Paz los ni?os saharauis cuentan con un hogar y son felices en y con su familia. Recuerdo, y hace de esto ya algunos a?os, tanto como tres, que una peque?a saharaui llegaba por primera vez a Andaluc¨ªa. Apenas hab¨ªa cumplido los siete a?os y chapurreaba el espa?ol. La familia con la que ven¨ªa a pasar sus vacaciones estaba nerviosa; dudaba sobre la forma de tratar a esta peque?a. La vida en los campamentos saharauis es muy dif¨ªcil, y pod¨ªa inducirle a imaginar que aquella ni?a necesitaba regalos, caprichos e incluso un cierto cuidado maternal y paternal, pudiendo suplantar a su familia de origen. Sin embargo, aquellas dudas e imaginaci¨®n duraron poco. Fue llegar Jnaza, que es como se llamaba y se llama aquella peque?a, y chapurreando el espa?ol dijo: "me llamo Jnaza; s¨®lo mis pap¨¢s y mis hermanos me pueden llamar Nija". Sus ojos estaban llenos de orgullo familiar; del saber de su arrogancia y del lugar al que pertenece, y exig¨ªa que se le respetara; se?alaba, pues, los espacios familiar y de amistad, y quedaba a la espera de ver como le iban a ir las cosas en aqu¨¦l su primer viaje. Y no fue de un d¨ªa, sino que en m¨¢s de una ocasi¨®n, casi tantas como programas del Sahara ve¨ªa, mostraba sus campamentos y, con ellos, el sentimiento de orgullo por su Tierra. No se cambiaba por nada ni por nadie. Su familia estaba en el Sahara, y esperaba con ilusi¨®n volver con unos y a otra. Desde aquel momento, y para siempre, aquella familia, una m¨¢s de las muchas, aprendieron de esta ni?a, y de estas ni?as y ni?os, a no confundirse. Han pasado tres a?os, y como en los aprendizajes acabados, Jnaza ya no se?ala espacios; sabe que se le respeta y sabe de la amistad entre vecinos. No hay confusiones; no hay errores. Hoy se conoce que estos ni?os, que estas ni?as, est¨¢n aqu¨ª para que no pasen los meses de julio y agosto en Tinduf, por cuanto las condiciones climatol¨®gicas son las m¨¢s duras de todo el a?o, con temperaturas superiores a los 55?; tambi¨¦n para que se favorezca su alimentaci¨®n y se les facilite una revisi¨®n m¨¦dica -p¨²blica- en profundidad. Son tiempos, y ¨¦stos m¨¢s que otros, de solidaridad y de colaboraci¨®n. Vacaciones en Paz buscando la extensi¨®n de la amistad. La Consejer¨ªa de Igualdad y de Bienestar Social de la Junta buscando paternidades temporales.
Tengo la impresi¨®n de que, tanto en un caso y en otro, no van a existir demasiadas dificultades para lograr ambos objetivos. Sin confusiones y sin dudas, como un paso m¨¢s para conseguir el mejoramiento de unas situaciones que, a¨²n siendo distintas, exigen la colaboraci¨®n de todos para alcanzar objetivos de integraci¨®n familiar y educacional en unos casos; de comunicaci¨®n en otros.
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