Ancianos atados y drogados en la residencia privada
Una de las due?as fue condenada por la muerte de una mujer en otro centro en 1989
Un v¨ªdeo grabado con c¨¢mara oculta por una periodista de Telecinco ha sacado a la luz las supuestas vejaciones a las que son sometidos los ancianos de una residencia privada, Juan XXIII, en Alcobendas (Madrid). Las im¨¢genes muestran la tercera planta del centro, donde una veintena de ancianos se sientan, retorcidos, en sillas de pl¨¢stico. Algunos est¨¢n atados con s¨¢banas. Incluso si necesitan silla de ruedas. Otros est¨¢n drogados con orfidal (un tranquilizante) y caen fulminados sobre el taz¨®n de la cena. En otra toma, se ve a tres ancianos en la misma cama. A su lado, v¨®mitos. Algunos se quejan de que llevan muchas horas sin que les cambien el pa?al. Se oyen gritos y lloros. La ¨²nica trabajadora no les consuela.
Un v¨ªdeo grabado con c¨¢mara oculta muestra a algunos de los internos con moratones y marcas
Al cargo de esa planta hay una mujer que reconoce ante la c¨¢mara que carece de titulaci¨®n para trabajar con ancianos. Ella se r¨ªe de los impedidos: "Ja, ja,?mira c¨®mo caen?", comenta al ver a los residentes bajo el efecto de las drogas. La mujer afirma tambi¨¦n en la grabaci¨®n que en esa sala s¨®lo hay personas con alzheimer, demencia senil o impedidas.
En el reportaje, emitido el lunes, martes y mi¨¦rcoles en El programa de Ana Rosa, se puede ver c¨®mo algunos de los internos tienen moratones y marcas. La sala est¨¢ muy sucia. "Nuestro equipo de investigaci¨®n ha comprobado c¨®mo en el centro los ancianos son tratados como animales. En esa tercera planta est¨¢n los residentes llamados no v¨¢lidos por la trabajadora que est¨¢ a su cuidado. Esta mujer no tiene cualificaci¨®n y tiene a su cargo personas con alzheimer y con demencia senil. Los residentes tienen llagas por el cuerpo; por la noche hay habitaciones ocupadas por cuatro personas; no hay higiene", explic¨® Ana Rosa Quintana.
La residencia est¨¢ gestionada por la empresa 32 de Mayo S. L. Los dos administradores son dos hermanos, Sergio y Bruno Cuevas Corradi; y la apoderada es su madre, Mar¨ªa Antonietta Corradi Rodriguez. Esta mujer fue condenada en 1995 por la Audiencia Provincial a indemnizar con 10 millones de pesetas a la familia de una anciana que muri¨® en otra residencia que ella dirig¨ªa, en Ciempozuelos (Madrid). Entonces, el juez instructor comprob¨® en una inspecci¨®n realizada en el centro que ¨¦ste carec¨ªa de personal cualificado y que muchos ancianos se encontraban en unas condiciones infrahumanas, atados a sillas y camas.
El suceso no le impidi¨® abrir en el a?o 1992 la residencia que ahora est¨¢ siendo investigada por los mismos motivos.
Telecinco denunci¨® los hechos a la Consejer¨ªa de Servicios Sociales el lunes pasado. El mismo d¨ªa de la denuncia, y el primero de emisi¨®n, la consejer¨ªa envi¨® a sus inspectores a la residencia. El Gobierno regional ha abierto al centro un expediente sancionador. "Hemos iniciado una investigaci¨®n con lo que han visto nuestros inspectores y con la documentaci¨®n que nos ha enviado Telecinco", explic¨® ayer una portavoz de la consejer¨ªa. ?sta no adelant¨® si el centro ser¨¢ clausurado.
La residencia est¨¢ en el centro de Alcobendas, una poblaci¨®n de 100.000 habitantes cercana a Madrid. Tiene 65 plazas oficiales. El precio que deben pagar los residentes ronda los 1.200 euros al mes. Es un edificio de tres plantas, de ladrillo rojo y ayer la puerta principal estaba cerrada con llave. A trav¨¦s del cristal, se pod¨ªa ver cruzar a varios jubilados en la recepci¨®n, decorada con im¨¢genes de santos. "Nuestros abogados nos han dicho que no hagamos declaraciones. Es verdad que el lunes vinieron los inspectores", afirm¨® un trabajador.
"Hay gusanos en las heridas"
"?Ja, ja, a tragar, a tragar la pastilla!", comenta la trabajadora al cargo de los ancianos de la tercera planta de la residencia Juan XXIII de Alcobendas. La pastilla es orfidal, un tranquilizante. La empleada les mete en la boca el medicamento. Caen fulminados. Los residentes, unas veces est¨¢n drogados y otras, atados con s¨¢banas."Est¨¢ muy inquieta, se puede caer...", justifica la empleada, despu¨¦s de atar a una anciana a una silla. Despu¨¦s de amarrar a otro interno, la cuidadora suelta: "Le he puesto una s¨¢bana porque no hay quien le aguante..". Y sobre un tercero: "Le ato las piernas porque en el sof¨¢ se cae".En algunos momentos de la grabaci¨®n con c¨¢mara oculta se ve c¨®mo no hay nadie atendiendo a los ancianos. "?Estoy aqu¨ª sola, como un perro!", se oye a una mujer. "?Ay, ay, ay, que no puedo!", grita otro hombre. "Me voy a caer, estoy muy mal..." musita un tercero. Otra mujer se derrumba, medio desnuda y sin pa?al. Su silla ha quedado manchada. "?Le di una pastilla y le hizo efecto!", grita ufana la trabajadora. Y se rie otra vez. "?A tragar, a tragar la pastilla!".Otro anciano, en ch¨¢ndal y tirado en un sof¨¢, se queja de que hace muchas horas que no le cambian el pa?al. "Ya se lo he dicho y ni pu?etero caso".La empleada tambi¨¦n ense?a vendajes sucios y cicatrices mal curadas. "Ha habido gente que ha tenido hasta gusanos en las heridas...", le cuenta a la periodista de Telecinco infiltrada. El v¨ªdeo muestra a una mujer con golpes y moratones en un brazo. "Me lo han hecho ellos...", susurra. Pero la trabajadora responde de forma airada: "Nada, nada, es ella que se da ah¨ª con las u?as".
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