Ardor y pesadumbre

Psicodrama autobiogr¨¢fico, mitad reflexi¨®n sobre el deterioro de las relaciones afectivas, mitad ejercicio de egocentrismo, Los climas se estrena en Espa?a con la etiqueta del premio de la Fipresci (federaci¨®n de cr¨ªticos) del Festival de Cannes de 2006 y con el atractivo de estar dirigida por uno de los ¨²ltimos descubrimientos de una parte de la prensa especializada: el turco Nuri Bilge Ceylan, autor de Lejano (2002), pel¨ªcula de aspecto poderoso y acontecer mon¨®tono, que pesaba como una losa, al tiempo que dejaba en la retina ciertas im¨¢genes de gran vigor (o, quiz¨¢, al rev¨¦s).

Interpretada por el propio Ceylan y su esposa (y con papeles epis¨®dicos de los padres del autor ejerciendo de padres del protagonista), su nueva obra se alimenta de un gui¨®n minimalista cargado de silencios, que presenta no m¨¢s de cinco situaciones en las que el sonido tiene un papel primordial. A la manera de la Rosetta de los hermanos Dardenne, cada choque de una cucharilla con el plato, cada calada del cigarro, cada tubo de escape de una moto es un terremoto que sacude de forma molesta, pero narrativamente imprescindible la paciencia del espectador. El Michelangelo Antonioni m¨¢s existencialista respira en las escenas de interior y en las conversaciones, mientras el Theo Angelopoulos amante de los planos fijos de larga duraci¨®n est¨¢ presente en cada exterior nevado. De modo que ante este cat¨¢logo referencial, Los climas se ve con tanto ardor como pesadumbre (dependiendo de las prioridades de la audiencia) y quiz¨¢ resulte m¨¢s atractiva por su intrahistoria (Ceylan se flagela retrat¨¢ndose como un ego¨ªsta incapaz) que por su ostentosa reflexi¨®n sobre la soledad y por sus met¨¢foras atmosf¨¦ricas. Aunque desde luego deja para el recuerdo el rabioso plano secuencia de una violaci¨®n consentida repleto de aristas psicol¨®gicas.

Tr¨¢iler 'Los climas'