Rato desembarca
Rodrigo Rato tiene suficiente experiencia en la vida p¨²blica para saber que resulta dif¨ªcil de explicar que abandone la direcci¨®n del Fondo Monetario Internacional con la mera intenci¨®n de consagrarse a la educaci¨®n de sus hijos. Siendo siempre respetables las razones personales, cualquier m¨¢ximo dirigente de un organismo de la importancia del FMI, al que internacionalmente se le otorga el tratamiento de jefe de Estado, conoce de antemano las ventajas y los inconvenientes personales que conlleva su funci¨®n, y se sobrentiende que est¨¢ dispuesto a asumirlos. Cabe interrogarse entonces sobre el grado de compromiso asumido por Rato cuando acept¨® el nombramiento al frente del FMI.
?sta fue una decisi¨®n en la que se involucraron algunos de los socios internacionales m¨¢s importantes de nuestro pa¨ªs, y en particular la Uni¨®n Europea, a la que tradicionalmente corresponde proponer los candidatos para esta instituci¨®n. El apoyo que Espa?a recibi¨® entonces, y del que Rato fue beneficiario, no se puede obviar alegando simples razones personales, salvo que fuesen de entidad. Pero tampoco la voluntad de retomar una carrera pol¨ªtica nacional resultar¨ªa suficiente para atajar la sorpresa internacional por su dimisi¨®n, sobre todo cuando hace apenas un a?o Rato tuvo que enfrentarse a cr¨ªticas severas que le acusaban de no atender debidamente sus responsabilidades en la instituci¨®n. Es cierto que su antecesor en la direcci¨®n, el alem¨¢n Horst K?hler, tambi¨¦n renunci¨® antes de completar el mandato. Aunque la raz¨®n fue hacerse cargo de la jefatura del Estado de su pa¨ªs, y no dedicarse a tareas personales o privadas, eso no le ahorr¨® a Alemania momentos de incomodidad internacional.
No le faltan motivos al Partido Popular para mostrarse euf¨®rico con el posible regreso de Rato a la escena espa?ola. Si las razones personales que ha alegado fuesen una mera pantalla para ocultar otras intenciones, la decisi¨®n de reintegrarse a la pol¨ªtica nacional, y de hacerlo precisamente ahora, es un movimiento ganador para los populares en cualquier circunstancia. Rato representa, sin ninguna duda, una importante baza electoral, sobre todo si la opci¨®n conservadora que encarna se impone al manique¨ªsmo tabernario de Acebes y Zaplana, o incluso al desparpajo populista de Esperanza Aguirre.
Con un impulso de esta envergadura, Rajoy podr¨ªa mejorar sensiblemente sus expectativas electorales, e incluso obtener una mayor¨ªa, aunque luego faltar¨ªa por ver c¨®mo establece un acomodo con Rato, al que dentro y fuera del PP se percibir¨ªa como uno de los principales art¨ªfices de su eventual ¨¦xito. Pero tambi¨¦n en el supuesto de que no venciese en la pr¨®xima cita electoral, pese al desembarco de Rato tras abandonar el FMI, el PP se habr¨ªa garantizado seguramente aquello que m¨¢s deber¨ªa preocupar a cualquier fuerza pol¨ªtica: una solvente alternativa en la c¨²pula.
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