Galicia formica
Somos una sociedad con gran ansiedad y conflictividad interna, que se debate entre lo m¨¢s nuevo y lo m¨¢s viejo, un pa¨ªs formado por dos hermanas siamesas y unidas por el cuerpo. Esa convivencia de dos personalidades opuestas en un mismo cuerpo crea a veces situaciones muy inc¨®modas, cuesta comprenderse mutuamente.
Hay una Galicia, moderna y joven, que quiere a su pa¨ªs en todos los sentidos, empezando por el territorio, la tierra y el mar, y quiere protegerlo del desastre que ya padece. Eso la lleva a exigir la protecci¨®n de la costa y los espacios naturales, el cierre de Reganosa en la r¨ªa de Ferrol o de las canteras que parten al medio y destrozan O Courel. Cualquiera que no tenga intereses particulares en esos asuntos entiende que tienen raz¨®n de conjunto. Son cr¨ªticas sensatas, demandas justas y quieren proteger una riqueza de todos. Esa conciencia es la nueva marea, la corriente que empuja hacia delante un pa¨ªs que cuida su patrimonio.
Junto a esa Galicia joven que es capaz de ver al pa¨ªs como algo entero y org¨¢nico, est¨¢ la que sigue en las inercias decadentes de tantos a?os. En los a?os sesenta empezamos a tirar las mesas de roble y los aparadores de madera de casta?o para poner en su sitio el mobiliario de formica, y seguimos en ello. Hemos despreciado el antiguo mobiliario de las casas y a¨²n seguimos destrozando nuestras propiedades. La formica es pr¨¢ctica y buena, pero que no acabe con todo. En espacios naturales que ten¨ªan valor por s¨ª mismos pusimos eucaliptos, cemento, molinos, piscifactor¨ªas, presas o canteras. Seguimos formicando todo el pa¨ªs. Es la corriente de la vieja marea, la ignorancia y desidia de un tipo de empresariado que no sabe aprovechar lo que existe y s¨®lo sabe ganar dinero destrozando, tambi¨¦n la fe de la poblaci¨®n m¨¢s desfavorecida.
Ah¨ª est¨¢n los vecinos de esos lugares que votan mayoritariamente para que esas empresas sigan con sus proyectos, los alcaldes de Mugardos o de Folgoso, que defienden esos proyectos y salieron reforzados de las elecciones. Esos vecinos tambi¨¦n existen, son gallegos con los mismos derechos que quienes protestan por la riqueza que se destroza. Y, adem¨¢s, tienen autoridad moral para hablar, su voz es la de los que los que viven all¨ª. Los pol¨ªticos, que l¨®gicamente quieren sus votos, tienen el deber de escuchar sus demandas, pero tambi¨¦n los dem¨¢s estamos obligados a atender sus razones. Y, en el caso de O Courel, son las razones de personas que viven en zonas que no ofrecen oportunidades a la gente, solo emigrar. Sus razones vienen de un lugar donde no nacen ni?os, un lugar que muere.
A esas personas no se les puede pedir que sobrevivan marginados de las posibilidades que tenemos los habitantes de otras zonas del pa¨ªs. Si hoy se vive mejor en general, tambi¨¦n en la monta?a se debe poder vivir mejor, del modo que sea propio del lugar pero participando de las nuevas oportunidades ellos y sus hijos. Nadie tiene derecho a pedirles que se mantengan como hace 30 a?os para que los dem¨¢s podamos disfrutar de un espect¨¢culo antropol¨®gico gratuito. Ser¨ªa un clasismo muy injusto. Pero en Costa da Morte, gracias a la movilizaci¨®n de la sociedad ante el desaf¨ªo que fue todo aquel disparate que rode¨® al Prestige, se consigui¨® un apoyo econ¨®mico para la pesca y para los municipios de la costa. As¨ª la Xunta pudo decirle ahora a sus vecinos que se iban a revisar los planes de crecimiento urban¨ªstico en marcha, y que ya est¨¢n liquidando el paisaje, pero que a cambio hay una serie de proyectos previstos para que mejorase la vida all¨ª. Pero no existe un plan equivalente para el desarrollo de las zonas de monta?a, para proteger O Courel.
Los vecinos de esos lugares se agarran a unas canteras o a lo que sea porque es lo que les ofrecen. ?Pero cu¨¢ntos puestos de trabajo proporciona una cantera? Hay beneficio para la empresa que rompe la monta?a, sin duda, pero para la comarca es m¨ªnimo en relaci¨®n con lo que pierde. Al legalizar la Xunta hace unos d¨ªas esa cantera que ya exist¨ªa, consolid¨¢ndola y abriendo las puertas a m¨¢s, renunci¨® tambi¨¦n a ofrecerle a los vecinos un plan de desarrollo sobre los recursos del lugar que les permita trabajar y vivir en su tierra. Y con ello tambi¨¦n Galicia renuncia a tener O Courel. ?Tenemos derecho? ?Nadie nos lo va a impedir? Quiz¨¢ Europa debiera proteger este territorio que no merecemos.
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