La cumbre m¨¢s tensa desde la guerra fr¨ªa
El escudo antimisiles en Europa y la independencia de Kosovo enfrentan a Washington y Mosc¨²
Favorecidos por la brisa con aroma de langosta de este rinc¨®n nororiental de la costa estadounidense, el presidente de EE UU, George W. Bush, y su hom¨®logo ruso, Vlad¨ªmir Putin, se sentar¨¢n ma?ana frente a frente, en la cumbre m¨¢s tensa desde el final de la guerra fr¨ªa, para buscar acercamientos en una amplia y delicada lista de discrepancias que representan un serio riesgo de mayor inestabilidad a¨²n en el mundo actual. De esa lista destaca, por su actualidad, el enfrentamiento sobre los planes norteamericanos de construir un sistema antimisiles en el Este de Europa. Pero lo m¨¢s grave es el desencuentro general entre las que todav¨ªa son las dos principales potencias nucleares de la tierra.
Si se consigue devolver una cierta cordialidad a las relaciones, la cumbre ya ser¨¢ un ¨¦xito
Occidente amenaza con actuar sin respaldo ruso si no se llega a un acuerdo en Kosovo
En la escalada verbal de los ¨²ltimos meses, Putin lleg¨® a comparar a EE UU con el Tercer Reich
El aroma de langosta es el que ha buscado Bush para una situaci¨®n tan se?alada. Por un lado, aislado de la presi¨®n cotidiana de Washington, donde ¨²ltimamente cada cosa que ocurre es una bofetada para el presidente. Y al tiempo, un lugar al abrigo del padre, el ex presidente del mismo nombre, con quien ha salido a pescar y a relajarse antes de la cumbre.
A relajarse y, quiz¨¢, a pedir algunos consejos. Bush padre conserva el cr¨¦dito de un hombre prudente, moderado y de gran experiencia en pol¨ªtica internacional, virtudes de las que no ha hecho frecuente exhibici¨®n el hijo. Pero virtudes tambi¨¦n que le ser¨¢n muy ¨²tiles en circunstancias como ¨¦sta.
George Bush padre comenz¨® a pasar sus veranos en este peque?o y hermoso balneario del Estado de Maine cuando era casi un ni?o y sigue haci¨¦ndolo hoy. Es un viejo conocido del paisanaje de Kennebunkport, que lo trata m¨¢s como el c¨¦lebre vecino que es que con la reverencia de un ex presidente. Es decir, no es ¨¦sta una ciudad ciegamente pro Bush. De hecho, ayer se ve¨ªan algunas pegatinas anti Bush en los coches que se deten¨ªan a observar la mansi¨®n de Walker's Point, donde se celebrar¨¢n las reuniones de hoy y ma?ana.
La residencia de los Bush estaba fuertemente protegida por la polic¨ªa, pero los cientos de turistas y periodistas que se acercaron eran autorizados a pasar por el frente y a posar para las fotograf¨ªas de rigor. Por lo dem¨¢s, muchas banderas estadounidenses, algunas rusas, alguna emoci¨®n, aunque muy anglosajona y muy contenida, de parte de los habitantes de la localidad, y expectativas, tambi¨¦n contenidas, por parte de los analistas sobre los posibles resultados del encuentro Bush-Putin.
"Realmente, no creo que ninguno de los dos quiera dejar como herencia de su gesti¨®n unas maltrechas relaciones ruso-estadounidenses", opina Andrew Kuchins, un experto en asuntos rusos del Centro de Estudios Estrat¨¦gicos e Internacionales de Washington.
Con ese fin, la cumbre va a servir, por lo menos, para transmitir algunas escenas de relajada cordialidad en un entorno apacible. ?sta es la cuarta visita de Putin a Estados Unidos y la primera vez que un l¨ªder extranjero sube hasta estas latitudes. Si se consigue, al menos, eso, detener la ca¨ªda en picado de las relaciones bilaterales y devolverles cierta cordialidad, esta reuni¨®n ya habr¨¢ tenido sentido.
Ciertamente, en los ¨²ltimos meses la hostilidad ha sido creciente y en tono alarmante. En mayo, en un discurso en la Plaza Roja de Mosc¨², Putin compar¨® abiertamente a Estados Unidos con el Tercer Reich y le acus¨® de estar "hundiendo al mundo en un abismo de permanentes conflictos".
En junio, durante la cumbre del Grupo de los Ocho en Alemania, Putin discrep¨® sonoramente del llamado escudo antimisiles que Washington quiere instalar en Polonia y la Rep¨²blica Checa y amenaz¨® con represalias contra Europa. Como alternativa, Putin sugiri¨® que, si el objetivo de ese escudo era el de protegerse contra un eventual ataque de Ir¨¢n o Corea del Norte, como aduce Washington, EE UU podr¨ªa compartir los radares sovi¨¦ticos en Azerbaiy¨¢n.
Bush, que ha dicho varias veces que Rusia no es un enemigo y que ese sistema no est¨¢ concebido contra Rusia, ha sido hasta ahora cuidadoso en no rechazar claramente la opci¨®n de Azerbaiy¨¢n, pero la impresi¨®n dominante entre los expertos es que no va a ser aceptada, aunque se desconoce si en Kennebunkport puede surgir alguna idea a mitad de ambas propuestas.
Bush y Putin tienen muchos m¨¢s asuntos sobre los que ponerse de acuerdo. Se han producido en las ¨²ltimas semanas aproximaciones en la forma de hacer frente al desarrollo nuclear en Ir¨¢n -Rusia respald¨® la ¨²ltima resoluci¨®n de condena del Consejo de Seguridad de la ONU-, pero persiste la oposici¨®n de Mosc¨² en otro asunto importante para EE UU y para la UE: la independencia de Kosovo.
El Gobierno ruso, que se opone a la creaci¨®n de ese Estado de dos millones de personas de mayor¨ªa albanesa, consider¨® inaceptable el ¨²ltimo proyecto de resoluci¨®n del Consejo de Seguridad. Los pa¨ªses occidentales han amenazado con actuar sin respaldo ruso si no se llega a un acuerdo en el plazo de cuatro meses.
Y el ¨²ltimo, aunque no el menor, signo de discrepancia con Rusia fue la decisi¨®n de Putin de recibir en el Kremlin, esta misma semana, a uno de los m¨¢s profusos propagadores del antiamericanismo, el presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez.
Demasiados asuntos y demasiada distancia como para esperar acuerdos espectaculares entre hoy y ma?ana. Aunque qui¨¦n sabe si el marisco y el consejo de pap¨¢ consiguen hacer milagros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.