Un vivero para flores de lujo
Medio mill¨®n de plantas anuales que poblar¨¢n los parques de Madrid crecen en un inmenso terreno cerca del ?ngel Ca¨ªdo
Alegr¨ªas que reto?an; begonias con su desparrame de flores rojas en todas direcciones; hileras de claveles chinos en plena explosi¨®n amarilla; plantones de geranios de formas extra?as; orqu¨ªdeas, capuchinas, petunias y unas sorprendentes acelgas de tallos color sangre. Una maravilla de tonos y formas vegetales se desarrolla lujuriosa tras una tapia antigua en el flanco meridional del Retiro. Es el vivero de Estufas, el m¨¢s antiguo de los tres que mantiene el Ayuntamiento de Madrid para abastecer de plantas y ¨¢rboles los parques y jardines que disfrutan los ciudadanos.
Entre "gatos como tigres", como dice el responsable del vivero, Javier Spalla, y enormes palomas que se acicalaban el pasado viernes en los charcos tras los riegos crecen 800.000 plantas cada a?o. Medio mill¨®n de estos prodigios de belleza continuar¨¢n su vida breve para el goce de los paseantes del Retiro, y el resto son esas que se ven en los actos municipales de todo palo: recepciones, inauguraciones, entregas de premios y dem¨¢s con su poquito de verdor para la foto. Salen y entran del vivero de Estufas seg¨²n las necesidades, de lo que se encarga un grupo de nombre curioso, la Brigada de Adornos, formada por 15 trabajadores del centro.
Lo primero que llama la atenci¨®n cuando se penetra en este espacio m¨¢gico donde laboran 35 jardineros y guardas en una esquina de la glorieta del contorsionado y luciferino ?ngel Ca¨ªdo, a tiro de piedra del Observatorio y la Rosaleda, son los invernaderos antiguos adosados a la linde del plant¨ªo de almendros que adorna la falda del otero sur del Retiro. Son las Estufas, nombre primero de los invern¨¢culos cuando el arte de la jardiner¨ªa se convierte en capricho de burgueses anglos y francos en el XIX.
Destaca entre ellos El Estuf¨®n, un recinto de hierro y vidrio que prove¨ªa de verde los jardines del palacio de Liria hasta que el anterior duque de Alba se deshizo de ¨¦l en 1956. A sus lados fueron trasladados desde la fundaci¨®n del vivero hacia 1890 m¨¢s de diez invernaderos de otros parques capitalinos que forman aqu¨ª una curiosa calle de distintas alturas y facturas m¨¢s o menos art¨ªsticas. Hay otros modernos, de aluminio y hierro galvanizado, pero los antiguos han de ser restaurados cada decenio para evitar que se arruinen oxidados.
Otro de los ejemplares de la revoluci¨®n industrial que sobrevive aqu¨ª, "de los pocos que quedan en Espa?a", asegura el ingeniero de montes Spalla, es una especie de capilla de b¨®veda transparente y ojival que se ve desde la puerta del recinto, preciosa con sus torres octogonales en los extremos. En este invernadero est¨¢n los ejemplares m¨¢s altos, con los que el vivero est¨¢ experimentando el control natural de plagas. Aqu¨ª se ha soltado una ara?ita californiana para que se zampe a la ara?a roja. Tambi¨¦n se han tra¨ªdo mariquitas que mantienen a raya a los pulgones. "Se trata de probar estrategias naturales para reducir el uso de plaguicidas qu¨ªmicos en todos los jardines", explica el director general de Patrimonio Verde, Federico Sep¨²lveda.
Los tiestos que pespuntean las veredas del vivero contienen otro tipo de experimentos, los que se hacen para comprobar c¨®mo se adaptan al endiablado clima madrile?o (por la oscilaci¨®n t¨¦rmica y su ciclo hidrol¨®gico extremoso) distintas especies vegetales. As¨ª, una clase de petunia blanca, enorme como un arbusto, ha resultado ser feliz en Madrid mientras a su lado languidece mustia una dalia for¨¢nea que no se ha adaptado.
El vivero de Estufas es el hogar de m¨¢s de 200 tipos de plantas vivaces y produce hasta 30 especies y variedades distintas de plantas de verano y 15 de invierno. Las de flor se renuevan en Madrid "una media de tres veces al a?o", seg¨²n Sep¨²lveda. Las m¨¢s comunes que cultiva este vivero son las petunias y tajetes, recios como para resistir la can¨ªcula, y cuando llegan los fr¨ªos, pensamientos y pr¨ªmulas, igualmente robustas frente a las heladas mesetarias.
El vivero de Estufas (con un presupuesto para 2007 de 775.000 euros) mide s¨®lo 3,5 hect¨¢reas, pero es un mundo bien diverso. Aqu¨ª, por haber, hay hasta una huerta. Un terreno donde se cultivan esas coles malvas que este a?o han poblado Cibeles, tercas en su delicada hermosura entre el holl¨ªn del tr¨¢fico. Y lechugas pardas con forma de peque?os ¨¢rboles de Navidad. Y acelgas bermell¨®n que parecen ornamentos extraterrestres aunque se vendan en el supermercado de El Corte Ingl¨¦s como manduca. Las plantas del vivero se riegan con 7.300 metros c¨²bicos al a?o de agua del Canal, "porque todas las plantas que tenemos necesitan agua de muy buena calidad al principio", justifica Spalla, "aunque luego se rieguen con agua reciclada, como todo el Retiro", a?ade raudo el tambi¨¦n ingeniero aunque pol¨ªtico Sep¨²lveda.
Los invernaderos, antiguos y modernos, se caldean en invierno por medio de gas natural, pero todav¨ªa sobreviven, a¨²n sin restaurar, las viejas estufas de carb¨®n que requer¨ªan de un operario d¨ªa y noche para alimentarlas y evitar as¨ª la muerte de las plantas. Est¨¢n orientados al sur, cosa ¨®ptima en invierno pero una tortura en verano, as¨ª que se sombrean fuertemente sus paredes transparentes durante el estiaje.
En otro punto del jard¨ªn industrial se yerguen los ficus m¨¢s baqueteados de tanto ir y venir para posar rodeando los discursos del alcalde. El vivero es tambi¨¦n, pues, cl¨ªnica donde estos ejemplares se recuperan. Como un fenomenal taxodium (gemelo de los que crecen en el agua del Palacio de Cristal) que ha tomado nuevos br¨ªos aqu¨ª tras ser tronchado hace a?os. Y tambi¨¦n est¨¢n las plantas raras, como la l¨²brica orqu¨ªdea, las carn¨ªvoras, la capuchina festivalera, la jacobina y la pichistachis, una planta de Brasil de curvas tan sugerentes como su nombre que crece junto a un drago canario de considerable porte en El Estuf¨®n.
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