Indolencia, coraje y frustraci¨®n
Desde los a?os ochenta exist¨ªa en Galicia un total consenso legislativo respecto a la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica del idioma gallego. Este consenso se ha roto en los ¨²ltimos d¨ªas con la oposici¨®n del PP al actual decreto del Plan de Normalizaci¨®n en la ense?anza. Hagamos abstracci¨®n de las contradicciones de esa actitud y de las morbideces electorales que la puedan inspirar para reflexionar sobre algo que me parece m¨¢s necesario. Es cierto que el contenido de la Ley y los sucesivos decretos de aplicaci¨®n a lo largo del tiempo han convivido con una inusitada indolencia administrativa e institucional en su implantaci¨®n real y cumplimiento objetivo (es el balance de un sonoro fracaso), y lo peor de esa indolencia es que tambi¨¦n fue extensiva al comportamiento reivindicativo de los gallegohablantes que practicamos una tolerancia cordial que se superpone al coraje que deber¨ªamos emplear en reclamar nuestros derechos ling¨¹¨ªsticos.
La radiograf¨ªa m¨¢s real de las actitudes sociales respecto al gallego es una mayoritaria falta de hostilidad en cuanto a su implantaci¨®n. En Galicia, tanto para gallegohablantes como para castellanohablantes, la lengua gallega es un valor positivo y a defender bastante m¨¢s arraigado de lo que permitir¨ªa suponer la liturgia de lo pol¨ªticamente correcto. Recomiendo a todos el visionado de un extraordinario documental, Linguas Cruzadas, emitido el pasado mes de mayo en Televisi¨®n de Galicia y de la autor¨ªa de mi colega de columna, Mar¨ªa Y¨¢?ez. El trabajo recoge las opiniones de j¨®venes de diferentes edades escolares y universitarias, algunos de ellos integrados en grupos de m¨²sica pop.
El documental se construye s¨®lo con sus opiniones (sin voz en off) y es de una gran hetereogenidad en cuanto a la pr¨¢ctica y h¨¢bitos ling¨¹¨ªsticos de sus protagonistas, pero todos ellos tienen en com¨²n la tolerancia y la absoluta falta de hostilidad hacia el gallego, llegando incluso a lo contradictorio entre lo que se dice y en qu¨¦ lengua se dice y con la conclusi¨®n, ins¨®lita hasta ahora en la historia de Galicia, de algunos que consideran que no dominar el gallego es una carencia. Tambi¨¦n hay que se?alar que se reiteran los relatos de siempre: individuos que hablan gallego en la vida familiar y su ingreso en el sistema escolar provoca el abandono de la lengua natural.
Los gallegos sin complejos respecto a nuestra identidad ling¨¹¨ªstica hemos practicado esa tolerancia, entendiendo que la decisi¨®n de qu¨¦ lengua se usa se decanta en la naturalidad de las relaciones humanas y en la conciencia de cada individuo, pero una vez m¨¢s la antropolog¨ªa nos ha traicionado y tendremos ahora que gestionar la crispaci¨®n que introduce el PP y que se constata en iniciativas airadas como un reciente manifiesto presentado en el Parlamento con 30.000 firmas.
Nos han entendido mal, nuestra tolerancia no deber¨ªa haber sido percibida como indolencia ni como renuncia. No se trataba de un "perdonen las molestias, hablamos en gallego" ni de un "con permiso, le hablar¨¦ en gallego", sino de un acto de cordialidad: "hablar¨¦ en gallego, porque entiendo que usted me entiende como entiendo yo su castellano". Todo lo que en pura l¨®gica avance la aplicaci¨®n de la Ley de Normalizaci¨®n ser¨¢ en el sentido de normas de car¨¢cter general en las que ya no seremos necesaria y ¨²nicamente los gallegohablantes los de "perdonen las molestias". Vivimos en una situaci¨®n efectivamente de "linguas cruzadas" y esa afirmaci¨®n de que en Galicia son oficiales el gallego y el castellano deber¨¢ articular su propia ecolog¨ªa de convivencia y de protecci¨®n de la lengua hist¨®ricamente desfavorecida, el gallego.
No invoco un privilegio, invoco un derecho que hasta ahora he pronunciado en voz baja y cordial, pero no me obliguen a chillar porque si no pensar¨¦ que esa iniciativa de estudiar la conveniencia de un sat¨¦lite propio para las comunicaciones en Galicia deber¨ªa contemplar que sea un sat¨¦lite tripulado. No s¨¦ si para convertirme yo mismo en astronauta y contemplar Galicia desde el cosmos o para obligar a embarcar a los intolerantes.
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