La matanza de Yemen

El atentado que ha costado la vida en Yemen al menos a siete turistas espa?oles y dos ciudadanos yemen¨ªes pone de relieve una alarmante escalada del terrorismo en un pa¨ªs donde los conflictos internos rara vez hab¨ªan alcanzado semejante grado de salvajismo contra viajeros extranjeros. Al margen de circunstancias espec¨ªficas todav¨ªa por conocer y de las conexiones que puedan derivarse del brutal ataque, el asesinato colectivo perpetrado en Yemen con un coche bomba lleva las marcas de los procedimientos utilizados por el terrorismo islamista inspirado por Al Qaeda. La funesta organizaci¨®n de Osama Bin Laden, activa en Yemen, viene explotando a fondo desde hace a?os la absoluta fragilidad pol¨ªtica, religiosa y econ¨®mica del Cuerno de ?frica.

El terrorismo no es nuevo en Yemen, un pa¨ªs isl¨¢mico pobre y desarticulado, rompecabezas tribal y religioso, armado hasta los dientes y donde hasta hace pocos a?os exist¨ªan al menos una docena de campos de entrenamiento para yihadistas. En el puerto de Ad¨¦n, Al Qaeda ya atac¨® devastadoramente en el a?o 2000 el destructor estadounidense Cole. En este rinc¨®n de la pen¨ªnsula ar¨¢biga unificado en 1990 existe una intermitente insurgencia sun¨ª (el credo mayoritario), a la que en 2005 se ha agregado una cruda revuelta chi¨ª en el norte, que el Gobierno atribuye a Ir¨¢n. Unos y otros, sun¨ªes y chi¨ªes en armas, se oponen con centenares de muertos como balance a la estrecha alianza con Estados Unidos del presidente Al¨ª Abdul¨¢ Saleh, en el poder desde 1978, todopoderoso jefe de un r¨¦gimen unipartidista en la pr¨¢ctica y ganador el a?o pasado de unas elecciones relativamente disputadas. A cambio de la ayuda estadounidense, Saleh se ha convertido en resuelto aliado de Washington en su combate contra el terrorismo islamista.

Pero en el pa¨ªs de la familia de Bin Laden los fan¨¢ticos en nombre de Dios nunca se hab¨ªan cebado de forma tan brutal con el turismo extranjero. En Yemen es moneda corriente el asalto o secuestro de turistas por grupos tribales armados, para obtener dinero, rescates o presionar al Gobierno; ha habido centenares en los ¨²ltimos a?os. Pero, en general, estos episodios propios de una naci¨®n al margen de la ley, sol¨ªan acabar sin sangre.

El ataque de ayer parece cambiar radicalmente el gui¨®n. En una estrategia planetaria que parece tener ra¨ªces inequ¨ªvocamente comunes, aunque se manifieste en escenarios y circunstancias diferentes, el coche bomba no aguarda ya solamente a tropas no combatientes, como en L¨ªbano, o se estaciona en calles c¨¦ntricas de Londres. Espera tambi¨¦n a inofensivos turistas que acuden a visitar en Yemen el m¨ªtico reino de Saba. Ser¨ªa suicida que los pa¨ªses democr¨¢ticos en general y Espa?a en particular no sacaran las conclusiones pertinentes.