Un a?o con puntos
El carn¨¦ por puntos acaba de cumplir un a?o de vigencia sobre los automovilistas y sus resultados generales est¨¢n en la banda moderada de lo que se preve¨ªa. Desde su puesta en vigor se han contado 500 muertos menos en la carretera que en el ejercicio anterior, y se han amortizado por infracciones varias casi un mill¨®n de puntos. Dicen las estad¨ªsticas que el rendimiento del carn¨¦ en Espa?a ha sido notablemente superior al que se ha registrado en otros pa¨ªses, puesto que los accidentes mortales de tr¨¢fico se han reducido en mucha mayor proporci¨®n que en Irlanda, Italia o Reino Unido. Y que, por fin, los conductores espa?oles atienden con mayor asiduidad las exigencias m¨ªnimas, como usar el cintur¨®n de seguridad y no conducir bajo los efectos del alcohol.
Las carencias principales del carn¨¦ son la extrema lentitud con que se tramita la retirada de los puntos, las dificultades para seguir esa tramitaci¨®n y, hasta hace bien poco, el limbo legal que socorr¨ªa a los conductores que, habiendo agotado todos los puntos, segu¨ªan impunemente al volante. Los automovilistas no tienen la percepci¨®n de que sus infracciones ser¨¢n sancionadas de forma r¨¢pida y eficiente; por esa raz¨®n es imprescindible resolver las sanciones y reclamaciones correspondientes de forma m¨¢s r¨¢pida, administrativa y judicialmente. El Gobierno ha aprobado recientemente modificaciones legales para que el conducir sin puntos sea un delito, pero ha transcurrido casi un a?o sin que se haya llenado un vac¨ªo tan importante como es la situaci¨®n legal del conductor sin puntos.
En este primer a?o de vida del carn¨¦ ha habido, pues, un punto de confusi¨®n y un mucho de improvisaci¨®n que podr¨ªan haberse evitado. La clarificaci¨®n de algunos extremos ayudar¨¢ a que aumente el respeto de los automovilistas hacia las sanciones y a que se preocupen m¨¢s por el estado de su cuenta de puntos. El resultado deber¨ªa ser un est¨ªmulo m¨¢s acusado hacia la prudencia. Tampoco hay que olvidar que el carn¨¦ por puntos y el endurecimiento de las sanciones por exceso de velocidad, conducci¨®n irresponsable o consumo de alcohol son s¨®lo una parte, la que ata?e a la responsabilidad del automovilista, de la estrategia social para reducir los accidentes.
Para que los ciudadanos acepten esa responsabilidad es necesario que las administraciones p¨²blicas acaben con las carreteras en mal estado, la se?alizaci¨®n deficiente y los mortales pasos a nivel; que se endurezcan las condiciones para la renovaci¨®n del carn¨¦ de conducir y que se reforme la ense?anza en las autoescuelas.
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