"?Ese Bisbi, ese Bisbi...!"
David Bisbal triunfa en Las Ventas ante un p¨²blico entregado a sus canciones m¨¢s pegadizas
Artilugios de colores, gruesos tubos cilindricos azules y amarillos, globos, compases latinos de calentamiento desde un altavoz, politonos saltarines, invitaciones a mandar mensajes de m¨®vil, linternas que se ramifican como flores, camisetas oficiales, camisetas menos oficiales, prism¨¢ticos... y David Bisbal, momentos antes de uno de los m¨¢s se?alados conciertos de su gira veraniega Premonici¨®n 2007, a¨²n est¨¢ escondido en las tripas de la plaza de Las Ventas.
De repente, una ola. Luego, otra y varios chillidos rozando la histeria: "?Es ¨¦l!". Pero resulta que no es ¨¦l. "Es un doble", denuncian las m¨¢s avispadas de las muy mayoritarias entre el p¨²blico adolescente. Al principio, un poco indignadas, luego, divertidas, porque el p¨²blico de Bisbal parece que tiene sentido del humor; al final dubitativas: "?Pero es ¨¦l o no es ¨¦l?". Y resulta que no es ¨¦l. El que s¨ª aparece es su padre, lo que provoca un considerable alboroto.
Los 'fans', la mayor¨ªa mujeres j¨®venes, lograron arrancar cuatro bises al cantante almeriense
El aut¨¦ntico Bisbal junior emerge a poco de anochecer, cerca de las once, y con el coso madrile?o ya lleno. Un p¨²blico abrumadoramente femenino que, en algunos casos, lleva impreso en el rostro el nombre de la estrella almeriense con residencia en Miami. A¨²n no se ha producido ning¨²n desmayo. Los espectadores a¨²n corean la versi¨®n musitono del himno Qui¨¦n me iba a decir. Esto, la m¨²sica enlatada, sirve de preludio al delirio, al frenes¨ª, el subid¨®n de adrenalina, la levitaci¨®n sobre el albero taurino... Loading, 10, 9, 8, 7, 6, as¨ª hasta cero. Start. Una guitarra sospechosamente penetrante y, "?ese Bisbi, ese Bisbi...!", surge de un extremo del escenario.
Suena bien, las gradas se mecen. Las pantallas gigantes muestran mensajes en ingl¨¦s e im¨¢genes fragmentadas. Bisbal est¨¢ c¨®modo, y cuando cierra el primer tema Calentando voy, encogiendo los tensores del brazo derecho, ya todo va cuesta abajo. Su amiga Rosa -"?Esa Rosa, esa Rosa!", le observa desde el tendido. No pudo evitar mover los pies, nadie pudo.
S¨®lo hubo sosiego durante las pausas que hizo el cantante para contar cosas. Por ejemplo: "Buenas noches Madrid", y saludar a los palcos y contar su alegr¨ªa. Tambi¨¦n, con sabio sentido del espect¨¢culo, toc¨® el palo rom¨¢ntico y el movimiento de la gente se convirti¨® en un p¨¦ndulo, mechero en mano, muy emotivo. Los pies segu¨ªan movi¨¦ndose, pero ahora de izquierda a derecha y no de arriba abajo. No pasaba nada. El lado tierno de Bisbal tambi¨¦n les gusta mucho a sus seguidores.
Aunque los verdaderos momentos ¨¢lgidos coincidieron con las canciones con mayor n¨²mero de piruetas acrob¨¢ticas como Llorar¨¦ las penas o Avemar¨ªa, uno de los primeros ¨¦xitos del ex concursante de Operaci¨®n Triunfo, y que gener¨® un murmullo entusiasta de muy alta intensidad.
Por entonces el ¨ªdolo ya hab¨ªa cambiado de atuendo y ahora, con un chaleco negro y una camiseta con una calavera, conduc¨ªa el concierto hacia uno de sus cl¨ªmax finales: "Una balada que me parte el coraz¨®n". El tema, D¨ªgale, lo cant¨® a coro toda la plaza con el artista en silencio. El testigo del p¨²blico lo recogi¨® un invitado. Luis Fonsi subi¨® al escenario para compartir los ¨²ltimos estertores del acto.
El cierre oficial del bolo fue su ¨²ltimo ¨¦xito radiof¨®nico, Silencio. Despu¨¦s, gracias a la insistente demanda, vinieron hasta cuatro bises, y casi dos horas despu¨¦s del comienzo la gente sali¨® "con una sonrisa en la cara", prop¨®sito declarado de Bisbal.
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