Un campus para sentirse joven
Hiedra y ladrillo en un paseo por la Universidad de Harvard, a las afueras de Boston
Se respira el nombre de sus estudiantes c¨¦lebres, que en su juventud y su entusiasmo pensaron que "todas las cosas excelentes de este mundo pueden ser compradas a un precio modesto".
En la confluencia de Massachusetts Avenue, Brattle Street y la hoy conocida como John F. Kennedy Street palpita el coraz¨®n de Harvard Square, la entrada a la Universidad de Harvard. "La plaza era estrecha, pero vibrante", as¨ª la describe Henry James cuando viaja hasta all¨ª para visitar a su hermano y fil¨®sofo William James en 1905; "por sus dimensiones no parec¨ªa haber sido concebida muy inteligentemente y, sin embargo, se respiraba en ella un futuro brillante. Los estudiantes conversaban animados, seguros de sus amplias carreras, inconscientes y entusiastas, como si todas las cosas excelentes de este mundo pudieran ser compradas a un precio modesto". (?Acaso hay una definici¨®n m¨¢s hermosa de la juventud?).
Hoy, la plaza responde a la misma descripci¨®n: es suelo enladrillado, el aire entusiasta, pero ahora est¨¢ llena de cantantes callejeros, colmada por el bullicio estudiantil del barrio anejo a la universidad. Si bien es cierto que todas las universidades tienen algo en com¨²n, tambi¨¦n lo es que, como las familias desdichadas de Tolst¨®i, hay algunas que lo son espec¨ªficamente a su manera. Desde Harvard Square se respira premonitoriamente el nombre de los m¨²ltiples estudiantes c¨¦lebres que hacen que m¨¢s de uno entre en la universidad con un respeto m¨¢s que reverencial: desde Bill Gates (que no lleg¨® a graduarse) hasta JFK o Roosevelt; desde Leonard Bernstein, T. S. Eliot, E. E. Cummings, Wallace Stevens, Henry Kissinger, John Dos Passos, Eugene O'Neill... hasta magnates del periodismo como Randolph Hearst (que fue expulsado), Emerson o Thoreau, y hasta actores como Jack Lemmon, todos fueron j¨®venes aqu¨ª, y entusiastas. Y todos fueron como Henry James los describi¨®.
El poema m¨¢s hermoso
El Harvard Yard, al que se accede desde la plaza, impone su propio silencio. Junto a los edificios-dormitorios y los de clases, en este centro del campus, el m¨¢s antiguo de la universidad, se ha erigido una estatua al cl¨¦rigo que le dio su nombre al donar su biblioteca privada al college originario, que fue fundado en 1636.
Casi c¨®micamente serio, John Harvard mira hacia el mismo campus en el que T. S. Eliot tom¨® las primeras notas de lo que Ezra Pound llamar¨ªa luego "el poema de amor m¨¢s hermoso escrito en lengua inglesa". La canci¨®n de amor de Alfred J. Prufrock: "Y de verdad habr¨¢ tiempo / para el humo amarillo que se expande en la calle / y se rasca la espalda en las ventanas. / Habr¨¢ tiempo, habr¨¢ tiempo / para componer un rostro con el que encarar los rostros que te encaren; / tiempo para asesinar y tiempo para crear, / y tiempo para todos los trabajos y d¨ªas de esas manos / que alzan y dejan caer en tu plato una pregunta. / Tiempo para ti y tiempo para m¨ª".
Un joven describe el amor del viejo, del que se hace viejo, como se hacen viejos -con esa vejez que nunca le es propia a Estados Unidos- los edificios coloniales que componen el campus, los dormitorios, con esa vejez un poco prematura de los estudiantes demasiado brillantes, demasiado l¨²cidos, casi j¨®venes a su pesar. "Me gusta mi cuerpo cuando entra en tu cuerpo. Tan tranquilo y sereno como una cosa reci¨¦n comprada", responde otro alumno aventajado: Cummings.
A pesar de que se puedan visitar algunos museos magn¨ªficos en el campus, como el Fogg Art o el Bus-Reisinger, estos patios est¨¢n hechos para ser paseados. La hiedra y el ladrillo le dan el toque de la Nueva Inglaterra que siempre ser¨¢ nueva, a pesar de ser vieja a nuestra mirada occidental. Y susurramos, como Eliot: "Habr¨¢ tiempo en verdad / para preguntarse: ?me atrevo? Y luego, otra vez: ?me atrevo?".
Di¨¢logos de S¨®crates
Se es joven siempre en Harvard, con la misma fuerza con que son j¨®venes los di¨¢logos de S¨®crates. El fil¨®sofo y ensayista Thoreau recuerda aqu¨ª, junto a la antigua biblioteca, una conversaci¨®n memorable con un profesor: "Si es un deber hacer algo, es un deber ser algo', me dijo. '?Entiendes?'. 'A gran distancia', contest¨¦ yo. Entonces ¨¦l replic¨®: 'Es un deber ser lo que uno es capaz de ser: serlo con plenitud y eficiencia, aceptarlo, asumirlo, abrazarlo: eso es el ideal de conducta; en eso consiste la vida". En el aire del campus de Harvard vibra siempre la emoci¨®n de quienes ser¨ªan grandes en el futuro, pero fueron aqu¨ª s¨®lo j¨®venes que a¨²n no sab¨ªan qu¨¦ hacer para vivir.
Al salir de nuevo de la universidad, y tomando John F. Kennedy Street en direcci¨®n hacia el r¨ªo, van quedando a la izquierda otras muchas construcciones hist¨®ricas de la universidad: desde Adams House (en honor de otro estudiante egregio, John Adams, segundo presidente de Estados Unidos), Quincy House, Lowell House, muchas de ellas ocupadas todav¨ªa hoy por estudiantes y otras dependencias de la universidad.
Las tiendas de libreros de viejo se suceden la una a la otra, la vida real vuelve a ocuparlo todo en contraposici¨®n a esa vida embrionaria y silenciosa de la universidad, calles alegres "donde los dedos hacen flores de todas las cosas" (Cummings de nuevo), hasta llegar al impresionante parque JFK, con su fant¨¢stica vista al caudal m¨¢s extenso del r¨ªo Charles. Un r¨ªo -tal vez no pod¨ªa ser de otro modo- con nombre de persona.
Tambi¨¦n all¨ª se sent¨® un triste D¨¢maso Alonso en 1954, confundido por la vida: "Yo me sent¨¦ en tu orilla: / quer¨ªa preguntarme, preguntarte, tu secreto: / por qu¨¦ anhelas, hacia qu¨¦ resbalas, para qu¨¦ vives. / D¨ªmelo, r¨ªo, / y dime, di, por qu¨¦ te llaman Carlos".
La piedad no la conciben los r¨ªos, y menos a¨²n con quienes se acercan tristes a ellos para preguntarles por la raz¨®n de su nombre. Carlos, Charles, como es l¨®gico, no contest¨® nada a D¨¢maso.
Andr¨¦s Barba (Madrid, 1975) es autor de Versiones de Teresa (Anagrama) y coautor de La ceremonia del porno, premio Anagrama de Ensayo 2007.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo ir- Spanair (www.spanair.com; 902 13 14 15) vuela a Boston (con una escala) desde Madrid y Barcelona, ida y vuelta, desde 500 euros, tasas y gastos incluidos.- US Airways (www.usairways.com) ofrece vuelos (con una escala) a Boston desde Madrid, a partir de 533,52 euros, precio final. Desde Barcelona, 488,52 euros.- Iberia (www.iberia.com; 902 40 05 00) vuela a Boston desde Madrid y Barcelona (con una escala), ida y vuelta, a partir de 547,91, todo incluido.Visitas - Parque JFK. 95 JFK Street. La entrada es gratuita.- Lowell House (617 742 22 65). Martha Road, 65.- Quincy House (001 617 786 96 87). Thomas E. Burgin Parkway, 191.- Harvard University Art Museums (001 617 495 94 00; www.harvard.edu). Busch-Reisinger Museum(Prescott Street); Fogg Art Museum (Quincy Street, 32) y Sackler Museum (Broadway, 485). Horario para todos: de lunes a s¨¢bado, de 10.00 a 17.00; domingos, de 13.00 a 17.00. Entrada: 6,50 euros; estudiantes: 8 euros.Informaci¨®n- Oficina de turismo de Boston (001 617 635 39 11; www.cityofboston.gov).- www.bostonusa.com.
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