Primer encierro, primer herido
Los 'sanfermines' arrancan con cinco minutos de angustioso retraso
El primer encierro de los sanfermines 2007 empez¨® cinco minutos tarde. El retraso, angustioso para los corredores, fue imprescindible para que las distintas polic¨ªas que custodian el desalojo de las calles pudieran hacer su trabajo. Como era previsible, miles de personas abarrotaban el trayecto y hab¨ªa que moverlas. Hubo jaleo y algunos altercados y el resultado fue que los astados de Dolores Aguirre salieron del corral de la cuesta de Santo Domingo a las ocho y cinco minutos. Hicieron una carrera r¨¢pida y hubo cuatro corredores atendidos en los hospitales, uno de ellos grave con un puntazo por asta de toro en el muslo.
Fue un retraso realmente extraordinario para una m¨¢quina de relojer¨ªa como es la organizaci¨®n del encierro de toros de Pamplona.
Y si desde hace algunos a?os las sustancias antideslizantes con las que se impregna la loseta de la curva de Mercaderes con Estafeta hacen un fant¨¢stico papel y ya casi nunca se caen los toros en esa peligrosa curva de noventa grados, ahora el problema est¨¢ en Santo Domingo, en la plaza del Ayuntamiento y en Mercaderes. Es decir, en las calles donde el gent¨ªo vierte alcoholes diversos durante toda la noche y arroja al suelo de todo hasta el mismo instante en que da comienzo la carrera.
Y as¨ª ocurri¨®. Dos de los toros se cayeron sin m¨¢s ni m¨¢s a la altura del antiguo hospital militar de la cuesta de Santo Domingo. Mejor dicho: se resbalaron. Uno de sus hermanos decidi¨® barrer la acera derecha haciendo un s¨¢ndwich de corredor con un mozo y la ayuda de otro toro. El peligro se extendi¨®. El australiano C. M., de 36 a?os, fue empitonado por las astas del toro en la cara interna del muslo derecho. Primera cogida de sanfermines 2007. Primer australiano en la lista. Otros tres corredores acabaron en hospitales: P. H., de 21 a?os, tambi¨¦n australiano, debido a una luxaci¨®n del hombro izquierdo producida en la Estafeta. R. S. P., de Cantabria, con 32 a?os, policontusionado y con traumatismo craneal en Santo Domingo y R. I. R., de 33 a?os, vecino de Burlada (Navarra), atendido con una luxaci¨®n de hombro debido a un percance en el callej¨®n.
A decir verdad los huecos para correr bien son mayores en los d¨ªas de fin de semana, porque muchos buenos corredores se quedan en casa a la espera de d¨ªas m¨¢s tranquilos. Eso en la primera mitad del trayecto, porque a partir de Estafeta, huidos los mansos y separados los toros, no se pod¨ªa ayer ver ni los cuernos de la enorme cantidad de buenos corredores que pugnaban por ir delante, o al lado, o de acompa?antes diversos. Y eso que los astados sevillanos eran gigantes. Cuatro de ellos fueron juntos hasta el final, no sin alg¨²n resbal¨®n m¨¢s, pero d¨®cilmente, pregunt¨¢ndose que era ese pandem¨®nium a su alrededor.
Por otro lado, se repiti¨® la tradici¨®n: patas que citan al animal, que corren abrazados al lomo del bicho, que hacen fotos o graban v¨ªdeos caseros mientras hacen como que corren, que estorban, se cruzan. Que hacen todo lo que no hay que hacer. Todo ello dentro del gusano de mil colores que componen las camisetas llamativas con las que as¨ª se ven mejor en las transmisiones televisivas. Pese a todo, tranquilidad. Ni montones ni percances graves. Los Aguirre se pasearon por la arena unos instantes y los dobladores tuvieron que tirar de ellos hacia los corrales. Estaban a gusto en el ruedo en el d¨ªa grande y soleado de las fiestas.
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