"Ojo por ojo, nariz por nariz"
El l¨ªder de la Mezquita Roja muerto ayer explic¨® sus ideas a un periodista de EL PA?S que hace medio a?o visit¨® el complejo
Entramos al complejo de la Mezquita Roja a trav¨¦s de un estrecho pasadizo. Era a finales del a?o pasado. Nada m¨¢s cruzar el umbral, a la izquierda, en una estancia desnuda, un par de seminaristas dormitaban con sus Kal¨¢shnikov sobre el vientre. A la derecha, una amplia explanada de m¨¢rmol, apta para el rezo, y la mezquita, en cuyo tejado varios hombres armados contemplaban el avance. Cuando llegamos a la estancia donde nos aguardaba Abdul Rashid Ghazi, el l¨ªder militar del complejo, me adelant¨¦ y pude ver c¨®mo dos hombres sacaban de la habitaci¨®n varios fusiles y pistolas por una puerta trasera.
?Para qu¨¦ tantas armas? Fue mi primera pregunta. Abdul Rashid no se inmut¨® y contest¨® en perfecto ingl¨¦s: "Comprendan que me tengo que defender de los ataques terroristas del Gobierno de Musharraf que busca satisfacer a los estadounidenses. Nos sentimos atacados y nos defendemos. Por eso tenemos muchas armas, para defendernos del dictador. Hemos sido atacados en Irak, Afganist¨¢n, Palestina y aqu¨ª tambi¨¦n. Si nos atacan, la obligaci¨®n del musulm¨¢n es extender la lucha a todo el mundo. Persona por persona, ojo por ojo, nariz por nariz, oreja por oreja, diente por diente...".
"Tenemos miles de j¨®venes dispuestos a morir. Dios est¨¢ con nosotros"
La escuela cor¨¢nica para mujeres Jamia Hafsa, con capacidad para 4.000 estudiantes, y la contigua Mezquita Roja (Lal Masjid), forman parte de un desordenado laberinto de construcciones comunicadas entre s¨ª y rodeadas por altos muros en un barrio residencial del centro de Islamabad. El fot¨®grafo Alfredo C¨¢liz y yo entramos y entrevistamos a Abdul Rashid Ghazi. Ghazi y su hermano mayor, Abdul Aziz, eran c¨¦lebres por representar la versi¨®n m¨¢s extrema del islam, la punta de lanza contra el Gobierno pro-norteamericano del general Pervez Musharraf.
Abdul Aziz era el hombre de pensamiento, el l¨ªder espiritual de la madraza, el Maulana. Sus jutba (homil¨ªas) de los viernes reun¨ªan en torno a la mezquita a miles de radicales. Tras el rezo, se quemaban banderas estadounidenses y se lanzaban consignas contra Occidente. El Ej¨¦rcito rara vez interven¨ªa. La mezquita siempre ha contado con la discreta protecci¨®n de Mohammad Ejaz ul Haq, ministro de Asuntos Religiosos, hijo del dictador Zia ul Haq y amigo de la familia Ghazi.
Abdul Rashid hab¨ªa asumido, tras la muerte de su padre, el papel de hombre de acci¨®n de la familia, forjado en tres a?os de yihad contra los sovi¨¦ticos en Afganist¨¢n. De aquellos tiempos, Ghazi conservaba su barba de un pu?o de longitud, como manda la tradici¨®n, una poderosa red internacional de contactos y la afici¨®n por las armas de fuego.
Sentado en el suelo en una peque?a estancia repleta de tel¨¦fonos, faxes y ordenadores ("no estamos en contra del progreso, como creen ustedes"), Ghazi, educado, con el tono mesurado y solemne del Profeta, ofreci¨® t¨¦ y comenz¨® su discurso. "El islam no es terrorismo ni armas. Nos concentramos en valores morales. En cosas que no deben cambiar, que se deben extender y no deben cambiar, como el respeto a la mujer. Ustedes, en Occidente, han perdido el respeto a las mujeres. Estamos a favor de que estudien, pero no que interaccionen con los varones". ?Y c¨®mo le da clase a las mujeres en la madraza? "Desde otra habitaci¨®n con un micr¨®fono", respondi¨®.
La leyenda radical de la familia Ghazi proviene de su padre, Maulana Abdul¨¢, que puso la primera piedra de la madraza Jamia Faridia en 1965, con s¨®lo 200 estudiantes. En 40 a?os, la familia se ha hecho con unos 10.000 estudiantes, la mitad mujeres, distribuidos en sus distintos seminarios de Islamabad. Abdul¨¢, un cl¨¦rigo fiel seguidor de la escuela deobandi y natural de la provincia de la Frontera Noroeste, creci¨® en fama en los a?os sesenta debido a sus discursos antioccidentales en los que exig¨ªa la aplicaci¨®n en todo el pa¨ªs de la sharia (ley isl¨¢mica).
En aquellos a?os no tuvo mucho ¨¦xito. Pakist¨¢n era un Estado de musulmanes, no un Estado musulm¨¢n. Sin embargo, tras el acceso al poder del general Zia ul Haq, en 1977, y su islamizaci¨®n a marchas forzadas de Pakist¨¢n, propiciado en parte por la CIA (el n¨²mero de madrazas se multiplicar¨ªa en una d¨¦cada por 100), su amigo, el Maulana Abdul¨¢, convertir¨ªa su madraza en una de las m¨¢s poderosas del pa¨ªs despu¨¦s de la de Binori Town, en Karachi. Tras la invasi¨®n de Afganist¨¢n por el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico, en 1979, comienzan a formar j¨®venes novicios para luchar en ese pa¨ªs, adem¨¢s de convertirse en un bander¨ªn de enganche en Pakist¨¢n para militantes extranjeros ¨¢vidos de yihad. En esos a?os se forjar¨ªa una profunda amistad entre Abdul¨¢ y Osama Bin Laden.
Tras la guerra en Afganist¨¢n, la madraza asumi¨® el papel de punto de reuni¨®n y refugio de yihadistas extranjeros en ruta hacia Cachemira. Adem¨¢s, en un aut¨¦ntico golpe de efecto, los Ghazi lograron reunir a un grupo de ulemas y sacar adelante una fetua que les iba a permitir crear la primera madraza para mujeres del mundo, vecina a la Mezquita Roja. La de hombres quedar¨ªa emplazada en la zona m¨¢s elegante de la capital, muy cerca de la gran mezquita Faisal.
Desde el p¨²lpito de la Mezquita Roja, Abdul¨¢ ocup¨® un lugar esencial en la expansi¨®n del partido extremista Jamiat Ulema i Islam (JUI), protalib¨¢n y enemigo de Musharraf. Sin embargo, el 8 de octubre de 1998, fue tiroteado por una facci¨®n religiosa rival. Sus hijos achacaron su asesinato al Gobierno de Pakist¨¢n "para complacer a Estados Unidos". En esos mismos d¨ªas misiles norteamericanos destruyeron campos de entrenamiento talib¨¢n en territorio afgano. Los Ghazi nunca perdonaron.
Tras la muerte del padre, y el acceso al poder del general Musharraf, los hermanos Ghazi, formados en la universidad, con experiencia religiosa y militar, se dividieron el poder. En esta mezquita se llevaron a cabo las reuniones que desembocaron en la creaci¨®n de la coalici¨®n de partidos religiosos extremistas MMA (Frente Unido de Acci¨®n). Y en la formaci¨®n del Consejo de Defensa Afgano-Pakistan¨ª, una alianza de 35 grupos religiosos que previnieron a Musharraf que su apoyo a Estados Unidos pod¨ªa sumir al pa¨ªs en la guerra civil. De aqu¨ª tambi¨¦n sali¨® una fetua de 500 ulemas para que no se enterrara en tierra santa a los soldados paquistan¨ªes muertos en operaciones militares contra los talibanes. M¨¢s tarde pasaron por este recinto varios de los involucrados en un intento de asesinato contra Musharraf y en los atentados islamistas de Londres de 2005.
Debido a la presi¨®n internacional, Ghazi fue detenido, y tras una noche de cerco a la Mezquita Roja fue puesto en libertad de inmediato. "Ese a?o me intentaron matar como a un perro, los terroristas de Musharraf, como a mi amado padre, pero saqu¨¦ mi pistola y acab¨¦ con ellos. Dios me ayud¨®".
Convertido en la cabeza de la oposici¨®n radical al Gobierno, Ghazi dijo durante la entrevista que quer¨ªa convertir Pakist¨¢n en una copia de lo que hicieron del Afganist¨¢n de los talibanes. "Era un Gobierno ideal, pero nuestros hermanos afganos no tuvieron tiempo. No eran expertos en llevar un pa¨ªs. Eran religiosos y con ellos hab¨ªa paz, hab¨ªa ley y desaparecieron los se?ores de la guerra. No hab¨ªa drogas ni crimen. Aqu¨¦l era un mundo bueno y limpio para vivir, pero no eran expertos en gobierno. Y los norteamericanos no les dieron oportunidad de hacerlo".
Cuando se despidi¨® sonriente, mostraba la confianza del iluminado dispuesto a todo. "Ganamos a los rusos y ganaremos a los norteamericanos. No hay prisa. ?Sabe por qu¨¦ EE UU no puede ganar a los musulmanes con toda su tecnolog¨ªa y su dinero? Porque para vencer hay que tener coraje y principios. Ellos tienen 140.000 soldados en Irak y d¨ªgame uno s¨®lo que sea capaz de ponerse una bomba en el cuerpo e inmolarse por su patria estadounidense. ?Ninguno! Nosotros tenemos miles de j¨®venes dispuestos a morir. Somos m¨¢s poderosos. Dios est¨¢ de nuestro lado".
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