El peligroso juego del general presidente
Musharraf ha sopesado durante meses c¨®mo poner fin a una crisis sin arriesgar su base de poder
Hace apenas un par de semanas que el general presidente de Pakist¨¢n, Pervez Musharraf, luchaba por su supervivencia pol¨ªtica. La situaci¨®n en la Mezquita Roja serv¨ªa de combustible a sus detractores para subrayar su ambivalencia ante los extremistas. Ahora, la intervenci¨®n del Ej¨¦rcito ha querido probar que Musharraf no ha perdido el control y ha sido bien recibida por la opini¨®n p¨²blica. Para la oposici¨®n ha llegado demasiado tarde, causando v¨ªctimas innecesarias, y no soluciona el problema de la militancia islamista, del que la mezquita es la punta del iceberg.
S¨®lo los rebeldes protalibanes han instado a los paquistan¨ªes a levantarse en armas
El propio Musharraf ha sopesado durante meses c¨®mo poner fin a la crisis para evitar un derramamiento de sangre que pod¨ªa complicar su delicada situaci¨®n pol¨ªtica. El general afronta una doble oposici¨®n a su empe?o por mantenerse en el poder: la de los islamistas y la del movimiento laico en favor de la democracia. La Conferencia de Todos los Partidos, una alianza opositora formada en el exilio y conocida por sus siglas inglesas APC, le ha acusado de usar a los extremistas religiosos para frenar su avance.
"Los fundamentalistas no van a hacerse con el poder si no est¨¢ Musharraf", declara por tel¨¦fono desde Islamabad Eitezam Ehsam, ex ministro del Interior con Benazir Bhutto, ahora exiliada y que encabeza la APC. "Algunos de los que rodean al presidente pueden ser extremistas, pero este pa¨ªs no lo es, como se ha probado cada vez que ha habido elecciones", subraya tras criticar la forma en que se ha gestionado la crisis. "Si el Gobierno hubiera intervenido en enero y no hubiera permitido que entraran armas y yihadistas, no hubiera sido necesaria una operaci¨®n militar y la p¨¦rdida de vidas".
Los cl¨¦rigos y sus estudiantes atrincherados en el complejo de escuelas cor¨¢nicas que rodea ese templo no han logrado las simpat¨ªas de la opini¨®n p¨²blica. Ni siquiera los partidos religiosos han protestado. S¨®lo los rebeldes protalibanes han distribuido panfletos en las zonas tribales pr¨®ximas a Afganist¨¢n instando a los musulmanes a levantarse en armas para vengar las muertes en la Mezquita Roja.
Aun as¨ª, los dos atentados suicidas ocurridos esta semana en la provincia de la frontera noroccidental y el fallido ataque al avi¨®n presidencial en Rawalpindi recuerdan que lo ocurrido all¨ª no es un incidente aislado. La militancia islamista sigue creciendo, lo que constituye una amenaza para la estabilidad de Pakist¨¢n.
Tal como recordaba un trabajo de investigaci¨®n publicado la semana pasada por el diario paquistan¨ª The News, el n¨²mero de estudiantes que asisten a madrazas de la rama deobandi se ha duplicado en el ¨²ltimo a?o y s¨®lo en la capital constituyen casi la mitad de los 16.000 matriculados. Esa escuela de pensamiento fundamentalista inspir¨® el movimiento talib¨¢n. De ah¨ª que otro peri¨®dico de ¨¢mbito nacional, Dawn, haya afirmado en un editorial que "personajes como los dos hermanos de la Mezquita Roja se hallan por todo el pa¨ªs".
"La crisis de la Mezquita Roja es un s¨ªntoma de una enfermedad m¨¢s profunda", a?ad¨ªa. Para los editorialistas de Dawn, "el pa¨ªs espera que el Gobierno act¨²e contra el terrorismo hasta que deje de ser un factor" en la pol¨ªtica.
La reacci¨®n al desalojo de la Mezquita Roja parece indicar que las fuerzas moderadas (prooccidentales) cuentan con mayor respaldo que los islamistas radicales. Aunque el Gobierno haya perdido el control de algunas zonas fronterizas con Afganist¨¢n, no hay signos de que los jefes militares simpaticen con extremistas protalibanes. Sin embargo, Musharraf est¨¢ jugando un juego muy peligroso. Salvo que se muestre dispuesto a compartir el poder con los partidos tradicionales y acepte unas elecciones verdaderamente democr¨¢ticas antes de fin de a?o, puede que no salga tan airoso de la pr¨®xima crisis.
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