El nuevo negocio de la decrepitud
Se ha cerrado el c¨ªrculo. Todo empez¨® con esas ayudas exageradas a la adquisici¨®n de vivienda, unidas a los bajos tipos de inter¨¦s. La concesi¨®n de dinero en forma de deducciones fiscales no pod¨ªa sino empujar al alza los precios en ese sector. Mayor demanda especulativa, mayor necesidad de inmigrantes para construir pisos horrendos. Mientras, los j¨®venes aut¨®ctonos se ve¨ªan sin futuro y decid¨ªan no procrear. Nuestros gobernantes callaban, y les importaba una higa la aparente esterilidad de sus hijos. Ahora, de repente, se han dado cuenta de que... No, no de que se dejaron llevar por la codicia, sino de que se est¨¢n haciendo viejos. Acabado el boom del ladrillo -un ingenioso mecanismo de obtenci¨®n de descomunales plusval¨ªas por el que los inmigrantes, al comprar o alquilar el fruto de su trabajo, acaban comi¨¦ndose su propio cemento, en aras de un crecimiento econ¨®mico que se supone que a todos beneficia-, llega el principio del boom de la asistencia a esos ancianos que impidieron que sus hijos tuvieran hijos. La Ley de Dependencia consagra el mismo mecanismo de dilapidaci¨®n del dinero p¨²blico que supone la desgravaci¨®n indiscriminada por compra de vivienda. Miles de buitres est¨¢n ya frot¨¢ndose las manos, sabedores de que el dinero que el Estado va a invertir para aplicar esa ley ir¨¢ a parar directamente a su bolsillo, al igual que las ayudas a la vivienda, v¨ªa encarecimiento de los pisos, han ido y siguen yendo a parar a las cuentas bancarias de todo tipo de especuladores.
Y mientras los ciudadanos, encandilados por la gesticulaci¨®n pol¨ªtica del momento, no reparan en que hace ya tiempo que el Gobierno de este pa¨ªs -de derechas o de izquierdas, tanto da-, falto de competencias, de ganas de recuperarlas y del par de elementos que hay que tener para subir los impuestos cuanto sea necesario para asumir ¨¦l mismo las obligaciones propias del Estado asistencial, decidi¨® resolverlo todo tirando de billetera, como un chulo de barrio.
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