Una espiritualidad laica

Aunque en los a?os ochenta apareci¨® como una clara promesa de nuestra nueva poes¨ªa (ello le llev¨® a cerrar mi antolog¨ªa Postnov¨ªsimos), Leopoldo Alas (Arnedo, La Rioja, 1962) pareci¨® optar desde hace algunos a?os por una suerte de marginalidad, si voluntaria o no siempre es dif¨ªcil decirlo, que ha hecho que sus ¨²ltimos libros (como El triunfo del vac¨ªo de 2004) editados adem¨¢s en ediciones de corta o mala circulaci¨®n, modo no infrecuente en poes¨ªa, hayan pasado casi inadvertidos.

Ahora sale su ¨²ltimo poemario, Concierto del desorden en condiciones mejores si no enteramente distintas. Y, sin embargo, Leopoldo Alas nunca ha dejado de ser un buen poeta, siendo sin duda la poes¨ªa lo mejor de su plural producci¨®n. En un tiempo jug¨® a desmarcarse de la etiqueta "poes¨ªa de la experiencia" por considerarla poco menos que la poes¨ªa del poder, sin embargo, es ese estilo de realismo meditativo lo que caracteriza la mayor parte de su producci¨®n: habla siempre un yo tembloroso y dolido, que hace del "miedo" una palabra-eje. Si antes no falt¨® una audaz poes¨ªa homoer¨®tica, este libro se desliga (o eso parece) de la carne y sus pompas, y trata como de reubicar la vida de un no creyente con ansias de espiritualidad o trascendencia. V¨¦ase el poema El ermita?o. Considerando la crueldad de los hombres y la vanidad y horror del poder mundial, parece so?ar en una fratr¨ªa de amigos como manera de vivir solo. As¨ª A salvo de la furia de los hombres (uno de los buenos poemas del libro) se complementa bien con Una lengua com¨²n, donde se habla de esa comunidad, siempre algo marginal, en la que cuentan asimismo los amigos muertos, a los que alude en varios poemas elegiacos. Confieso que he cre¨ªdo es la declaraci¨®n de un laico que nunca ha perdido un inexplicable y peculiar atisbo de fe. Y choca con el poema m¨¢s virulento del libro: Urbi et orbi, que es una descripci¨®n desde el desprecio de la muerte del papa Pacelli (P¨ªo XII) que nunca conden¨® el nazismo.

Tierna, honda, llena de serena y n¨ªtida verdad humana, la poes¨ªa de Leopoldo Alas no merece el silencio. Aunque no crea mucho en los dem¨¢s quien escribe: "Es mi manera de amar: tener miedo".