Gerdemann encabeza el nuevo ciclismo
El joven alem¨¢n logra el 'maillot' amarillo tras imponerse en la primera etapa de monta?a ante Landaluze y De la Fuente
El nuevo ciclismo ha llegado. La renovaci¨®n. El adi¨®s a las miserias. ?Quieren pruebas? Las hay. Mogoll¨®n. Tengan, unas cuantas. Los m¨¢nagers de los equipos, por ejemplo. Antes, cuando el viejo, triste ciclismo, uno pod¨ªa encontrarse con un responsable de equipo en cualquier parte de Francia, salvo en las autopistas: en la salida, en la meta, en el coche por delante o por detr¨¢s de la carrera. Ol¨ªa a ciclista. Sudaba como un ciclista. S¨®lo viv¨ªa el ciclismo, hasta por las noches, cenando o tomando copas. Esa raza se ha acabado. Ahora, los m¨¢nagers son tambi¨¦n ejecutivos. S¨®lo se les ve, algunos incluso en coches negros, sin pegatinas, como ministros, en las ¨¢reas de servicio. Algunos, como Legeay, del Cr¨¦dit Agricole, o Boyer, del Cofidis, han salido de la bicicleta; otros, como Stapleton, del T-Mobile, como Biver, del Astana, de los despachos, del mundo de la moqueta. Para ellos, la etapa es el recorrido alternativo: la autopista es la l¨ªnea m¨¢s corta entre salida y meta.
El pelot¨®n mantuvo un ritmo que los heridos Vinok¨²rov y Kl?den resistieron
M¨¢s pruebas: la diferente manera con que los corredores encaran las relaciones familiares y sexuales seg¨²n la carrera. Lo de la visita y el alivio el d¨ªa de descanso ya es cosa del pasado. La ingenuidad ha muerto, no as¨ª el amor. El amor familiar de Cancellara, por ejemplo: el suizo, que sab¨ªa que ayer terminaba su Tour, que en el primer puerto de primera, La Colombi¨¨re, se acabar¨ªa su fuerza, se despidi¨® del maillot amarillo desayunando con su mujer y dando, tiernamente, el primer biber¨®n de la ma?ana a su ni?a de meses. El amor viril, secreto, de otro de los grandes: se encuentra uno con un ciclista de habitual agorero, llor¨®n y pesimista, y al habitual "?c¨®mo lo ves?, ?qu¨¦ tal va la cosa?", sorprende respondiendo con una sonrisa de oreja a oreja y un apabullante "muy bien, me siento muy bien". Y uno, ingenuo a¨²n, lo pone en su quiniela y corre la voz, atenci¨®n, ¨¦ste est¨¢ que se sale, y su optimismo aumenta hasta que descubre lo que hay detr¨¢s: "claro que est¨¢ contento", explica uno que le conoce bien, "tendr¨ªas que ver la chica con la que estuvo anoche..."
Este hombre secreto no es, evidentemente, Linus Gerdemann, que ayer gan¨® la etapa y se puso l¨ªder. Y est¨¢ claro que no es ¨¦l el amante del amor profano por tres razones: primera, porque es casi un ni?o (24 a?os, debutante en el Tour); segunda, porque su amor, su ¨²nico amor, se llama ciclismo, como qued¨® claro en el speech que se marc¨® en la conferencia de prensa, dando cara de naturaleza al nacimiento del esp¨ªritu de Hyde Park; y tercera, la m¨¢s importante, porque lo que hizo ayer subiendo y bajando La Colombi¨¨re no es ni mucho menos nuevo ciclismo: fue el ciclismo de toda la vida, el ciclismo del trabajo, de la clase, el sudor y la valent¨ªa. De la inteligencia.
En La Colombi¨¨re, el puerto en el que Landis ya estaba solo el d¨ªa de su cabalgada en el Tour pasado, Gerdemann, que lleg¨® el a?o pasado al T-Mobile procedente del CSC, fue el ¨²nico de la escapada de 15 -con ¨¦l, algunos espa?oles: unos resistieron, como Landaluze y De la Fuente, otros cedieron, como Flecha e Iv¨¢n Guti¨¦rrez- que subi¨® el puerto casi en el mismo tiempo que un pelot¨®n que se qued¨® en unos 45 y en el que entre el Rabobank con Boogerd y el Caisse d'?pargne de Arroyo mantuvieron un ritmo allegro ma non troppo que s¨®lo los m¨¢s d¨¦biles encontraron demasiado fuerte y que los heridos Vinok¨²rov y Kl?den resistieron. En solitario, Gerdemann, que tampoco es un s¨²per escalador, m¨¢s bien un ciclista fuerte capaz de andar r¨¢pido en todos los terrenos, invirti¨® s¨®lo un minuto m¨¢s que el pelot¨®n con varios relev¨¢ndose, y bajando -gran habilidad, sentado sobre la barra, t¨¦cnica en las curvas y fuerza para acelerar de parado- aument¨® su diferencia. Y en el pelot¨®n, nadie, ni Moreau, del que se esperaba que se inspirara en la Marsellesa y el 14 de julio, se movi¨®, nadie puso a prueba a los lesionados. Todo lo dejaron para hoy, todo lo dejar¨¢n para el martes, el Izoard y el Galibier.
Diez a?os exactamente despu¨¦s de que Jan Ullrich vistiera su primer maillot amarillo, el nuevo Ullrich, como le conoc¨ªan en Alemania le imita. "Pero yo voy a demostrar que se puede funcionar de manera limpia", proclama, lo que suena a lo que se ha o¨ªdo toda la vida.
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