Domingo y Butterfly
M¨¢s de mil personas admiran en la plaza de Oriente la ¨®pera dirigida por Pl¨¢cido Domingo en el Teatro Real gracias a una gran pantalla
Electrizante. Manido resulta el adjetivo cuando se utiliza para definir el ambiente en una platea emocionada ante un espect¨¢culo art¨ªstico. Pero no hay otra manera de definir el silencio de miles de personas que ayer abarrotaron la plaza de Oriente con los ojos, muchos con la l¨¢grima a punto, clavados en la pantalla.
La desgraciada historia de Cio-Cio-san, geisha de Nagasaki del siglo XIX ultrajada por un occidental, ten¨ªa acongojados a los aficionados y paseantes que entre pipas, helados y poca charla, disfrutaron en los jardines de Madama Butterfly, la conocid¨ªsima obra de Giacomo Puccini. La obra, estrenada en 1907 en la Scala milanesa, se representaba en el interior del Teatro Real y una gran pantalla dejaba ver a los que no ten¨ªan entrada el enamoramiento, enga?o y suicidio final de la infortunada japonesa.
El tenor sali¨® al balc¨®n del Real para saludar a los asistentes de la obra que dirige
Los espectadores se mostraron emocionados y satisfechos durante la obra de Puccini
Butterfly ya hab¨ªa sido programada en 72 ocasiones en el coliseo madrile?o -la primera, s¨®lo tres a?os despu¨¦s de su estreno mundial- pero la representaci¨®n de ayer ten¨ªa un morbo especial y el p¨²blico respondi¨®.
Pl¨¢cido Domingo, uno de los mejores tenores de la historia del bel canto volv¨ªa a Madrid, pero esta vez como director. Era la presentaci¨®n en el foso del Real para Domingo, que desde hace varios a?os dirige dos orquestas en Estados Unidos.
Los violines rom¨¢nticos que s¨®lo consigue Puccini con esa melosidad alegre y nost¨¢lgica perfecta para una noche de jazmines y calor se desataban aria tras aria a la orden de Domingo. Un sonido excelente, porque la pantalla s¨®lo se ve¨ªa bien desde frente, acercaba al p¨²blico la alegr¨ªa del amor y el desgarro tras la impostura, la peripecia de una ni?a -Cio-Cio-san tiene 15 a?os al comienzo de la obra- que bebe los vientos por un teniente de nav¨ªo estadounidense, el pelirrojo Pinkerton, que luego se revela como lo peor de lo peor.
Los que ocupaban las 1.400 sillas dispuestas entre los parterres, muchas mujeres de mediana edad, manten¨ªan la actitud m¨¢s respetuosa. Permanecieron desde mucho antes de las 21.50 sentadas, sin dejar su lugar de privilegio hasta pasar la medianoche. Una de ellas era Mar¨ªa, funcionaria -"de las de infanter¨ªa", aclar¨® como para justificar que no pueda estar dentro del teatro en c¨®moda butaca- que segu¨ªa arrobada la representaci¨®n. "Mira, estamos encantadas aqu¨ª a la fresquita y de gratis", dec¨ªa se?alando a sus amigas y al cielo estrellado.
Mar¨ªa y compa?¨ªa pertenecen a un "club de amantes de la ?pera" de Chamber¨ª y son de las que de vez en cuando pelean por las entradas del Real. Son fans de Puccini, "y de la ¨®pera italiana en general, pasamos de Wagner", explica la mujer entre acto y acto. "Y pon que la Tosca de Raina Kabaivanska del a?o pasado fue lo m¨¢s", asegura Mar¨ªa.
Pero claro, no todos en la masa eran aficionados. Grupos de j¨®venes hac¨ªan botell¨®n de litronas entre los setos de boj que hay frente al Palacio Real; tambi¨¦n hab¨ªa ni?os en bici y padres que estaban m¨¢s pendientes de que no se perdieran que de las cuitas de las soprano -Cristina Gallardo-Dom?s-; y parejitas de amantes que paseaban l¨¢nguidos con el sopor de la noche y la Butterfly adornando sus requiebros.
La velada iba bien. "Madrid es mucho Madrid", clam¨® Domingo en su salida al balc¨®n para saludar emocionado durante el entreacto por la concurrencia. Y exhort¨® a las masas que le aplaud¨ªan antes de continuar la ¨®pera que se emit¨ªa en diferido con un "y saquen los pa?uelos que los van a necesitar".
El hoy director conoce bien la ¨®pera con la que ayer sembr¨® de emoci¨®n mel¨®mana la plaza en la que aquel Madrid levantaba el brazo hacia Franco en su balc¨®n. La versi¨®n m¨¢s reconocida de Madama Butterfly continua siendo hoy la que el tenor cant¨® con Mirella Freni en 1974 bajo la batuta de Herbert von Karajan que dirig¨ªa entonces la Filarm¨®nica de Viena.
Tambi¨¦n se le estaba viendo en los cines Kin¨¦polis de Pozuelo de Alarc¨®n, donde se transmit¨ªan digitalmente la grabaci¨®n en una iniciativa pionera que el Real pretende extender a las 20 salas de cine que gozan de la tecnolog¨ªa adecuada para ello en Espa?a. Y si ayer no pudieron acudir a ver Butterfly, sepan que el pr¨®ximo s¨¢bado pasar¨¢n un recital de Domingo, esta vez cantando, en la misma pantalla.
Madama Butterfly, la ¨®pera m¨¢s representada en Estados Unidos e inspiradora de multitud de pel¨ªculas y musicales como Miss Saig¨®n, resulta ser aqu¨ª tambi¨¦n enormemente popular. Julia, actriz sevillana de 26 a?os y acomodadora del Real, era una de las seis personas que repart¨ªa programas. Vestida con kimono y muy guapa con su maquillaje de polvos de arroz, la mujer se vio desbordada por el entusiasmo de los que buscaban los folletos.
Califica al p¨²blico de la plaza como "m¨¢s amable" que muchos de los abonados al teatro bajo techo. "Dentro saben m¨¢s de ¨®pera, pero a veces ni te saludan, y aqu¨ª fuera, aunque vengan m¨¢s a pasar el rato y entiendan menos, son m¨¢s cercanos y abiertos", afirma la mujer.
"Mam¨¢, ?qu¨¦ hace la se?ora vestida de china si no est¨¢ en China?", preguntaba Jon de 10 a?os, repeinado y muy atento. El director art¨ªstico de esta versi¨®n de Madama Butterfly es Mario Gas que la cre¨® en 2002. Los personajes, de nombres tan sonoros como el de pr¨ªncipe Yamadori y el c¨®nsul Sharpless, evolucionaban en un escenario que reproduc¨ªa un plat¨® de cine de los a?os 30 del siglo pasado, composici¨®n muy alejada del barroquismo orientalista cl¨¢sico en el que se sit¨²a el libreto original del Luigi Illica y Guiseppe Giacosa.
"??mame!", suspiraba la Butterfly en italiano al cretino de Pinkerton en la pantalla, tal y como lo hac¨ªa la Callas en este canon del verismo. La gente suspiraba con Cio-Cio-san. Aunque el cl¨ªmax se produjo, como siempre, cuando la geisha declara sus esperanzas en la dudosa relaci¨®n mientras espera la vuelta del amado junto a su sirvienta con nombre de coche, Suzuki. El aria Un bel di consigui¨® que los aplausos callaran a las chicharras que iban a lo suyo con su otro celo musical mucho m¨¢s mon¨®tono en torno a la escultura del cabo Noval.
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