La nueva paradoja francesa
La misma noche de su elecci¨®n, Nicolas Sarkozy habl¨® sobre el lanzamiento de una gran iniciativa francesa para el Mediterr¨¢neo. La Uni¨®n Mediterr¨¢nea (UM), que hasta entonces no parec¨ªa m¨¢s que un accesorio ret¨®rico de la campa?a electoral, ha entrado a formar parte de la agenda oficial y podr¨ªa convertirse en un eje de trabajo fundamental durante la presidencia francesa de la Uni¨®n Europea, en el segundo semestre de 2008. Por tanto, es importante valorar hasta qu¨¦ punto son serias las intenciones francesas; nuestros socios europeos sienten una curiosidad leg¨ªtima al respecto.
La iniciativa francesa, por ahora, no parece a¨²n madura, pero s¨ª es indirectamente reveladora de muchas cosas. En primer lugar, la UM ilustra los dos principios fundamentales de este comienzo de presidencia de Sarkozy: la ruptura y la apertura. Ruptura, porque la propuesta de Francia es hacer que la cooperaci¨®n regional sea, por fin, m¨¢s eficaz; apertura, porque, m¨¢s all¨¢ de las discrepancias religiosas, culturales y pol¨ªticas aireadas con regularidad durante la campa?a, lo que el presidente pretende ahora es agrupar, y la idea mediterr¨¢nea es lo bastante maleable y consensual como para ello. A primera vista, el Mediterr¨¢neo une; en el fondo, compartir el espacio significa compartir los problemas y las oportunidades. El proyecto ha sido bien recibido en Francia, porque a los observadores les ha satisfecho comprobar el compromiso presidencial con una regi¨®n que corr¨ªa peligro de pasar a segundo plano o de que se abordara de forma m¨¢s conflictiva.
La UM servir¨ªa para ofrecer a los turcos una alternativa distinta a la integraci¨®n en Europa
En cuanto al contenido del proyecto, por ahora debemos conformarnos con remitirnos a los discursos del presidente. En ellos se perfila una organizaci¨®n regional mediterr¨¢nea, calcada del modelo de la Uni¨®n Europea, que agrupar¨ªa a los Estados ribere?os del Mediterr¨¢neo, europeos y no europeos, y entre ellos Turqu¨ªa, generosamente calificado como "gran pa¨ªs mediterr¨¢neo". La UM se apoyar¨ªa en unas instituciones comunes: un Consejo del Mediterr¨¢neo y un Banco del Mediterr¨¢neo. Se barajan varias l¨ªneas de trabajo: pol¨ªtica com¨²n de inmigraci¨®n escogida; codesarrollo; creaci¨®n de un espacio judicial com¨²n para luchar contra la corrupci¨®n, el crimen organizado y el terrorismo, e incluso una estrategia ambiental regional. Cuando era candidato, Sarkozy lleg¨® a hablar de seguridad colectiva y resoluci¨®n de conflictos. En resumen, la lista de asuntos es extensa y, sobre todo, en evoluci¨®n.
Desde hace varios meses, en Francia se lleva a cabo una reflexi¨®n sobre estas prioridades y se intenta elaborar una metodolog¨ªa para transformar la visi¨®n del presidente en un golpe de efecto diplom¨¢tico. Para comprender el grado de compromiso franc¨¦s es preciso conocer bien las razones de fondo del proyecto. Recordemos que, cuando Francia habla del Mediterr¨¢neo, suele hacerlo para reafirmar su liderazgo. El presidente tiene la ambici¨®n de reactivar la diplomacia nacional; "hacer que el Mediterr¨¢neo emprenda la v¨ªa de la reunificaci¨®n, tras doce siglos de desgarro", parece una tarea de dimensiones respetables. Adem¨¢s, la pol¨ªtica mediterr¨¢nea es una alternativa a la pol¨ªtica ¨¢rabe; para combatir la percepci¨®n simplista del "choque de civilizaciones" es necesario escoger un marco que permita, en teor¨ªa, superar los antagonismos entre Occidente y Oriente, Europa y los ¨¢rabes, cristianos y musulmanes. Francia pretende asimismo reequilibrar las opciones exteriores de Europa: la geopol¨ªtica "pan-euro-mediterr¨¢nea" promovida por la Pol¨ªtica de Vecindad no les sirve a los franceses, que, frente a la perspectiva centroeuropea, propugna la especificidad mediterr¨¢nea. Otro asunto que tambi¨¦n se ha incorporado a la agenda es la cuesti¨®n turca: Francia se opone a la entrada de Turqu¨ªa en la UE, el partenariado privilegiado no est¨¢ listo y la UM servir¨ªa para que los turcos comprendan que su lugar no est¨¢ en Europa. Y, por ¨²ltimo, desde el punto de vista interno, la propuesta de la UM ten¨ªa como objetivo seducir al electorado franc¨¦s de origen mediterr¨¢neo y reinstaurar en el discurso una continuidad simp¨¢tica entre integraci¨®n, codesarrollo y cooperaci¨®n regional.
Al margen de las promesas de la campa?a, los obst¨¢culos son conocidos y numerosos: la conflictividad creciente en la regi¨®n y la falta de una cultura de seguridad com¨²n; la ambig¨¹edad sobre los valores y las pr¨¢cticas de la pol¨ªtica regional, en un contexto cada vez m¨¢s polarizado por el discurso estadounidense; las distintas representaciones en materia de inmigraci¨®n, a pesar de unos modelos demogr¨¢ficos que acaban por completarse entre Norte y Sur; el bloqueo a las reformas econ¨®micas, en un contexto de endurecimiento pol¨ªtico y auge del petr¨®leo. Esta lista de dificultades, nada exhaustiva, entorpece el funcionamiento del partenariado euromediterr¨¢neo desde 1995. Desde luego, los problemas ser¨ªan mucho m¨¢s f¨¢ciles de afrontar si se desprendiera una voluntad pol¨ªtica regional com¨²n; la apuesta francesa consiste precisamente en desempe?ar el papel de fuerza de entrenamiento. Es decir, la nueva estrategia mediterr¨¢nea simboliza la paradoja francesa a prop¨®sito de Europa: hay que reactivar el proyecto, pero de acuerdo con el ritmo y las condiciones que exige Francia. No est¨¢ previsto c¨®mo se articular¨¢n la UM, los instrumentos de actuaci¨®n de la UE en el Mediterr¨¢neo y las pol¨ªticas nacionales de los otros Estados miembros. De los dem¨¢s foros regionales, como el 5 + 5 y el foro mediterr¨¢neo, en los que Francia tiene un papel muy activo, ni se habla. Henri Guaino, asesor del presidente, afirma que "la UM no est¨¢ ni en contra de Barcelona ni dentro de Barcelona, es otra forma de enfocarlo": el espectro de la tabla rasa y el deseo de librarse de los marcos de decisi¨®n integrados est¨¢n muy presentes.
En otras palabras, Francia hace como que descubre un nuevo Mediterr¨¢neo en el que todo es f¨¢cil, basta con dedicarle un poco de energ¨ªa. Pero el Mediterr¨¢neo de 2007 no es m¨¢s f¨¢cil de abordar que el de 1995. Las din¨¢micas pol¨ªticas, demogr¨¢ficas y culturales latentes en la regi¨®n no facilitan la convergencia. El famoso "acervo de Barcelona" -socializaci¨®n y normas compartidas, aunque no sean, en definitiva, m¨¢s que normas econ¨®micas- parece m¨¢s fr¨¢gil que nunca. No corren verdaderamente buenos tiempos para la "comunidad mediterr¨¢nea", y es muy peligroso inventarse unas instituciones en las que s¨®lo vaya a utilizarse un lenguaje estereotipado. Recitar el mantra del cambio no basta para desbloquear las condiciones del di¨¢logo en el Mediterr¨¢neo; el voluntarismo franc¨¦s es de agradecer, sin duda, pero trabajar hoy en el Mediterr¨¢neo significa un esfuerzo colectivo para reconciliar no s¨®lo el Norte con el Sur, sino las sociedades civiles con sus gobiernos.
Doroth¨¦e Schmid es investigadora en el IFRI, Instituto Franc¨¦s de Relaciones Internacionales, especializada en Oriente Pr¨®ximo y Mediterr¨¢neo. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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