Galicia pagana
Perm¨ªtaseme englobar, siquiera sea ir¨®nicamente, bajo el ep¨ªgrafe de paganos y paganismos, a todas aquellas pr¨¢ticas, convicciones y personas que carecemos de convicciones religiosas y que desde el ate¨ªsmo, el agnotiscimo o un escepticismo relativista o solidario no practicamos ni imponemos a los dem¨¢s ning¨²n tipo de ritual y liturgia. La semana pr¨®xima, el 25 de julio, asistiremos a una de esas curiosas paradojas de nuestra vida social: en el mismo d¨ªa se celebra el "patr¨®n de las Espa?as" y el D¨ªa Nacional de Galicia o D¨ªa da Patria Galega para otros.
Paganos y no paganos tendremos que convivir, cuando menos medi¨¢ticamente, con uno de los pocos rituales institucionales que siguen suponiendo una aver¨ªa peculiar del orden democr¨¢tico que rige nuestra vida civil en el marco de un estado aconfesional. Me refiero a la ofrenda regia al Ap¨®stol Santiago. El jefe del Estado o alg¨²n otro cargo p¨²blico bajo delegaci¨®n repetir¨¢ en nombre de todos en la catedral de Compostela un discurso imploratorio y agradecido dirigido al santo e invocando el bienestar, la felicidad, la paz y todo un conjunto de buenos deseos que, como con todas las supersticiones, no se cumplir¨¢n y el pr¨®ximo a?o volver¨¢n a ser temario obligatorio de una nueva ofrenda.
El asunto no dejar¨ªa de ser ret¨®rico e inofensivo, sino usurpase la naturaleza laica inherente a las instituciones democr¨¢ticas y de sus leg¨ªtimos representantes. ?nicamente el BNG, con protestas y censuras por parte del PP, ha vuelto a proclamar p¨²blicamente su ausencia del acto, y es de agradecer ese acto de sinceridad pol¨ªtica e intelectual en estos tiempos de oportunismo, especialmente proviniendo de una organizaci¨®n que se debate internamente en cuanto a su definici¨®n ideol¨®gica, m¨¢s all¨¢ y m¨¢s ac¨¢ del paraguas nacionalista que acoge a sus militantes y seguidores.
En fin, la transici¨®n no se ha producido en lo que afecta a la festividad institucional del Ap¨®stol y no es previsible que eso ocurra en breve, pero seguro que mucho antes se instalar¨¢ en nuestra opini¨®n p¨²blica el debate, por ejemplo, de la prohibici¨®n para que las ni?as ¨¢rabes acudan con velo a los centros escolares. Nos queda mucho que avanzar en laicismo, ecuanimidad y tolerancia, y habr¨¢ que confiar en que la inefable e intuitiva sabidur¨ªa colectiva ir¨¢ superponiendo tradiciones y ajust¨¢ndolas a nuevos valores culturales porque no es otra cosa la historia de nuestra cultura. La Navidad sustituy¨® a las fiestas del solsticio o en el mismo lugar donde exist¨ªan templos paganos se levantaron iglesias cristianas, por ejemplo, la catedral de Lugo ocupa el mismo solar que el antiguo templo de Diana.
Creo que contra el t¨®pico de una Galicia beata y cr¨¦dula, habr¨ªa que defender la elasticidad cultural de un pa¨ªs sabiamente esc¨¦ptico. Toda la mitolog¨ªa relativa a ritos funerarios (la Santa Compa?a o la costumbre de algunos lugares de enterrar con zapatos a los muertos) es, en realidad, una humanizacion de la muerte y una franca devaluaci¨®n de las creencias sobrenaturales: los muertos son como ls vivos y andan por los caminos y conviene enterrarlos calzados, porque, sea cual sea su destino, el camino es largo.
M¨¢s ejemplos de nuestra tolerancia: en las aldeas de Galicia son perfectamente integrados en la comunidad los hijos de mujeres solas. M¨¢s recientemente, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, se ha registrado otra readaptaci¨®n de nuestros ritos sociales, las tradicionales fiestas patronales de invocaci¨®n al santo del lugar conviven entre nosotros con una inusitada proliferaci¨®n de las fiestas gastron¨®micas, m¨¢s de 200, e invocando una extraordinaria despensa aut¨®ctona como conjura colectiva contra el hambre hist¨®rica. Pero valga ese mismo ejemplo para encontrar una posble explicaci¨®n de por qu¨¦ no se alzan m¨¢s voces contra la celebraci¨®n pol¨ªtico-confesional del Ap¨®stol, aparte de la proverbial abstenci¨®n de los paganos en convencer de nada a a nadie: la superstici¨®n popular ha querido que se celebren en esas fiestas gastron¨®micas todo tipo de productos excepto el m¨ªtico ajo. ?Emancip¨¦monos de todos los velos de la superstici¨®n!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.