Michael Nyman, vendiendo grandilocuencia
Michael Nyman est¨¢ por encima del bien y del mal. Tras algunos de sus ¨¦xitos cinematogr¨¢ficos, el compositor brit¨¢nico arrastra multitudes y acumula ¨¦xitos apote¨®sicos, haga lo que haga. As¨ª, una vez alcanzado ese estatus, Nyman puede permitirse el lujo de seguir imit¨¢ndose a s¨ª mismo hasta la saciedad, sabedor de que todo ser¨¢ siempre bien recibido.
?se ser¨ªa el resumen de su paso por el Festival Grec en la noche del lunes. Agot¨® las entradas del anfiteatro de Montju?c con varios d¨ªas de antelaci¨®n y consigui¨® un ¨¦xito clamoroso con su nueva actuaci¨®n. Nyman presentaba en el Grec una producci¨®n de 2003 basada en la m¨ªtica pel¨ªcula muda rusa de 1929 El hombre de la c¨¢mara, de Dziga Vertov, un hito de los albores del cine experimental al que otros ya hab¨ªan puesto m¨²sica con anterioridad.
Nyman intenta convertirse en el verdadero protagonista anteponi¨¦ndose al trabajo de Vertov
La im¨¢genes de Vertov son todav¨ªa impactantes casi un siglo despu¨¦s y a pesar de todos los avances tecnol¨®gicos. Vi¨¦ndolas se comprende que hayan atra¨ªdo a diferentes compositores. Hoy por hoy, el mejor acercamiento musical a la pel¨ªcula es, sin duda, el que pertrech¨® la Cinematic Orchestra poco antes de que Nyman escribiese el suyo y que en Barcelona pudo disfrutarse hace tres a?os en una recordada sesi¨®n en La Paloma.
La versi¨®n de Nyman queda muy lejos de la mencionada por una raz¨®n importante: la Cinematic se pone al servicio de las im¨¢genes, mientras que Nyman intenta convertirse en el verdadero protagonista anteponi¨¦ndose al trabajo de Vertov. La habitual grandilocuencia del brit¨¢nico lo llena todo y el resultado es, sencillamente, molesto.
Nyman ante su piano y dirigiendo un banda de 11 m¨²sicos comenz¨® la velada interpretando algunas de sus m¨¢s populares composiciones o imitaciones de las mismas porque, en el fondo, todo sonaba excesivamente igual.
En la segunda mitad recuper¨® su partitura para la pel¨ªcula de Vertov que se proyect¨® (una copia magn¨ªfica) en una gran pantalla en el fondo del escenario tras los m¨²sicos. A Nyman le gustan las frases rimbombantes, hiperb¨®licas, y las repite hasta la saciedad llenando el ambiente de notas sin el m¨ªnimo contenido. Un aut¨¦ntico mago creando m¨²sica vac¨ªa y vendiendo grandilocuencia.
?Qu¨¦ l¨¢stima que esa noche no hubiera reinado el silencio m¨¢s absoluto en el anfiteatro de Montju?c para haber podido disfrutar, una vez m¨¢s, de las im¨¢genes de El hombre de la c¨¢mara sin las molestias provocadas por la m¨²sica de Nyman!
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