Los dem¨®cratas fracasan en su plan de retirada de Irak tras una noche de debate
La maratoniana sesi¨®n en el Senado termina sin resultados por la resistencia republicana
La noche de los colchones en el Senado no sirvi¨® para nada. La larga sesi¨®n nocturna en la que los camastros desplegados en los salones del Capitolio acapararon m¨¢s atenci¨®n que los discursos de los senadores no bast¨® para que la mayor¨ªa dem¨®crata alcanzase respaldo suficiente a la propuesta de comenzar la retirada de EE UU de Irak en cuatro meses. Cercanas ya las vacaciones de los legisladores, todo indica que la decisi¨®n sobre el pa¨ªs ¨¢rabe tendr¨¢ que esperar, como quiere el presidente, George Bush, a septiembre, una vez escuchado el diagn¨®stico del general David Petraeus, jefe militar en Irak.
Despu¨¦s de 24 horas de sesi¨®n ininterrumpida en la que m¨¢s de un senador se vio obligado a recostarse a ratos, los dem¨®cratas no obtuvieron votos suficientes para sacar a votaci¨®n una enmienda a la ley de presupuestos del Pent¨¢gono que inclu¨ªa un calendario para la retirada de Irak.
Un original procedimiento del Senado estadounidense permite que los senadores prolonguen indefinidamente el debate sobre una ley para impedir que sea sometida a votaci¨®n. Es lo que se conoce como filibusterismo. Para vencer esa estrategia es necesario el apoyo de 60 senadores. El sentido de esta norma es el de impedir que un grupo muy reducido de esca?os obstruyan el proceso legislativo pero, al mismo tiempo, obligar a los dos partidos a negociar una posici¨®n.
El Partido Dem¨®crata no consigui¨® ayer una posici¨®n mayoritaria en torno a la retirada de Irak. La propuesta para romper el filibusterismo s¨®lo tuvo 53 votos de una c¨¢mara de 100 esca?os. ?nicamente tres senadores republicanos votaron a favor. ?Para qu¨¦ ha servido entonces una sesi¨®n tan inusualmente maratoniana? ?Por qu¨¦ tan pocos republicanos votaron s¨ª despu¨¦s de varios d¨ªas de verdadera rebeli¨®n en las filas conservadoras contra la pol¨ªtica de Bush en Irak?
En tantas horas de debate dio tiempo a escuchar muchos discursos, y en ellos deber¨ªan de estar algunas respuestas. Eso, suponiendo que alguien los hubiera escuchado, puesto que la mayor¨ªa fueron ante un hemiciclo vac¨ªo y con el sonido de los ronquidos que se escapaban de los pasillos adyacentes.
El republicano John McCain, por ejemplo, acab¨® de hablar a las cuatro y diez de la ma?ana. Le sigui¨® la dem¨®crata Hillary Clinton. Otros notables les precedieron. Hubo convocatorias para comprobar el qu¨®rum sobre la medianoche y a las cinco de la ma?ana. En ninguna se alcanz¨®. El propio l¨ªder del grupo dem¨®crata, Harry Reid, se retir¨® a dar una cabezada despu¨¦s de se?alar que esta escenificaci¨®n hab¨ªa servido "para llamar la atenci¨®n sobre el obstruccionismo de los republicanos".
Los dem¨®cratas nunca pensaron vencer la resistencia de sus rivales por el cansancio. Quer¨ªan precisamente esto, que todo el mundo se fijase en lo ocurrido en el Capitolio y, presuntamente, comprobasen por qu¨¦ no se puede aprobar un calendario de retirada de Irak.
Los candidatos dem¨®cratas, y todo el partido, estaban empezando a preocuparse por algunas se?ales. La popularidad del Congreso en las encuestas es incluso m¨¢s baja que la de Bush. Y varias organizaciones ciudadanas hab¨ªan empezado a quejarse de que los dem¨®cratas no est¨¢n haciendo lo suficiente para cumplir el mandato que los ciudadanos les dieron en su victoria de noviembre pasado: poner fin a la guerra de Irak.
La verdad es que los dem¨®cratas no tienen los votos suficientes para el tipo de retirada inmediata y dr¨¢stica que algunos piden. Hay varios republicanos movi¨¦ndose en el Senado en direcci¨®n distinta de la de la Casa Blanca -una propuesta pide adoptar como ley las recomendaciones del Grupo de Estudio sobre Irak, y otra quiere recomendar al presidente una modificaci¨®n de la misi¨®n militar-, pero no est¨¢n dispuestos a apoyar una salida radical.
A partir de ahora, dado ya el golpe de efecto que los dem¨®cratas buscaban, habr¨¢ que buscarse una soluci¨®n sobre bases diferentes, que tiene que partir del Capitolio, de los senadores centristas de ambos partidos, y extenderse a la Casa Blanca. Bush ha prometido discutir todo tipo de opciones despu¨¦s de escuchar el diagn¨®stico que presentar¨¢ antes del 15 de septiembre el jefe de las fuerzas en Irak, general David Petraeus.
Es dif¨ªcil que ocurra ya nada en la semana que queda de trabajo parlamentario, pero todo el mundo est¨¢ agotando el tiempo para intentar irse de vacaciones con una soluci¨®n al menos perfilada. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, se pas¨® ayer varias horas en el Senado discutiendo alternativas. Cualquiera que se encuentre no estar¨¢ lejos del informe del Grupo de Estudio (James Baker y Lee Hamilton), presentado en diciembre, ignorado desde entonces y elevado al estrellato ahora.
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