Un vigilante revienta el t¨ªmpano a un joven por colarse en el metro
Otro chico, menor de edad, tambi¨¦n fue golpeado por un guarda en la cabeza
Carlos V¨¢squez, un chico de Getafe de 18 a?os, tiene una ilusi¨®n en la vida. Ser piloto de avi¨®n. Estudia Ingenier¨ªa T¨¦cnica Aeron¨¢utica. Su sue?o qued¨® reventado el martes por un vigilante de seguridad del Metro. ?ste le propin¨® un tortazo tan contundente en la cara que le dej¨® sin t¨ªmpano. Ocurri¨® en la estaci¨®n de Sol, a la una de la madrugada. Carlos hab¨ªa pasado la noche con Helio, de 14 a?os, y M¨®nica Gil, de 18 a?os, dos amigos.
Cuando los tres entraron al metro, la chica pag¨®. Pero los dos chicos se colaron. Una vez dentro se percataron de que los vigilantes de seguridad les hab¨ªan pillado. Y corrieron. Y escaparon. O eso creyeron. Porque una vez en la calle, sentados en un portal junto a la boca situada entre las calles de Arenal y Mayor, un vigilante apareci¨® por sorpresa, a pesar de que los guardas no pueden salir fuera. "Nos cogi¨® por los pelos y nos arrastr¨® hacia dentro. Le dije que nos soltara, que ya baj¨¢bamos por nuestro propio pie, pero a¨²n as¨ª sigui¨® utilizando la fuerza", relataba ayer Carlos.
Los trabajadores del suburbano agarraron en la calle a los chavales, que hab¨ªan huido
Carlos ya no podr¨¢ cumplir su sue?o de toda la vida, pilotar aviones
"Al llegar abajo el vigilante me dio dos golpes bastante fuertes por detr¨¢s en el cogote", aseguraba Helio. Los golpes fueron tan secos que este chico, menor de edad, se qued¨® "aturdido en las escaleras". Anulado el chaval de 14 a?os, el bravo vigilante se ceb¨® en Carlos. "Sac¨® su porra y empez¨® a pegarme en las piernas y la espalda", explicaba el chico.
El parte m¨¦dico del hospital de Getafe, al que acudi¨® de madrugada, refleja "dos lesiones longitudinales eritematosas [enrojecidas] de 10 cent¨ªmetros en la pierna derecha", adem¨¢s de lo m¨¢s grave, una "perforaci¨®n timp¨¢nica postraum¨¢tica". Esta ¨²ltima lesi¨®n se la produjo un segundo vigilante. "Lleg¨® como un loco y me grit¨®: '?Mira, tengo un esguince, me has hecho correr y te vas a enterar, hijo de puta!", aseguraba Carlos. Dicho y hecho. Ese hombre le propin¨® un fuerte sopapo en el lado izquierdo del rostro. "Vi c¨®mo le pegaba un bofet¨®n que le dej¨® inmediatamente rojo la cara", recordaba M¨®nica. "Not¨¦ un estallido muy extra?o. Dej¨¦ de o¨ªr", se quejaba Carlos. Mientras tanto, coinciden los tres, otros vigilantes (entre dos y tres) miraban impasibles la escena, sin recriminar el exceso a sus compa?eros.
Impotente, Carlos no quiso zanjar as¨ª las cosas. Otra vez fuera de la estaci¨®n, llam¨® por su m¨®vil a la Polic¨ªa Nacional. Una patrulla acudi¨® hasta Sol y tom¨® los datos de vigilantes y agredidos. Guadalupe L¨®pez, madre de Carlos, fue a recoger al chico. Le llev¨® al hospital de Getafe y de all¨ª a la comisar¨ªa para poner una denuncia. "No queremos que esto quede as¨ª", explic¨® la mujer, que piensa llegar a juicio. "Es que una cosa es que les hubieran multado por colarse. ?Pero por qu¨¦ tienen que golpearle la cara?", se preguntaba. "Es un abuso de poder", conclu¨ªa.
Helio, el otro agredido, regresaba ayer en tren hacia Barcelona con su padre, con el que hab¨ªa ido a pasar unos d¨ªas a Madrid. Aprovech¨® su estancia para conocer personalmente a M¨®nica, con la que chatea regularmente por el messenger. Helio no denunciar¨¢. "Son cosas que pasan y paso, es mucho l¨ªo, vivo en Barcelona", se resignaba.
Una portavoz de Metro indic¨® ayer que "no consta" ninguna agresi¨®n en el informe de incidencias del pasado d¨ªa 17. Todos los d¨ªas se elabora un dossier con los "hechos significativos" de la jornada que se ponen en conocimiento del puesto de mando. La citada portavoz indic¨® que existen c¨¢maras de seguridad que graban todo lo que sucede en el suburbano. "Presentaremos las im¨¢genes en caso de que lo solicite un juez", asegur¨®. Pero ser¨¢ complicado. En el lugar donde Carlos fue agredido ninguna c¨¢mara vigila. Este chico getafense, t¨ªmido pero muy resuelto, se lo tomaba con filosof¨ªa y sorprendente buen humor. "?T¨² ves que graben?", dec¨ªa se?alando al techo, justo en el lugar donde fue agredido. Sin miedo, Carlos busc¨® al vigilante que le ha destrozado el t¨ªmpano. Pero el guarda no estaba.
Entre 1.150 y 1.300 agentes de seguridad privada vigilan las estaciones, seg¨²n Metro. Pero tres sindicatos con representaci¨®n en el suburbano (CC OO, UGT y Solidaridad Obrera) negaron ayer que haya tanto personal. "Lo que ocurre es que hacen jornadas maratonianas", aseguraron. El portavoz de Solidaridad Obrera denunci¨® que los vigilantes "se extralimitan en sus funciones". Los otros dos sindicatos niegan que estos episodios se produzcan de forma habitual. "M¨¢s bien es al rev¨¦s, son los de seguridad los que sufren agresiones", seg¨²n el portavoz de UGT.
Al menos seis empresas diferentes se ocupan de la seguridad en la red, a?aden los sindicatos. Metro no facilit¨® ninguna cifra. Este peri¨®dico intent¨® sin ¨¦xito contactar con la concesionaria de la seguridad en la estaci¨®n de Sol, la empresa Casesa, a la que pertenecen los vigilantes.
Sin rencor, muy tranquilo y con educaci¨®n exquisita, Carlos afirmaba respecto a ¨¦stos: "Me har¨ªa mucha ilusi¨®n que sus familias se enteraran de c¨®mo son. Que su entorno lo sepa y que ya no vuelvan a mirarles igual". Seg¨²n dijo, tras la agresi¨®n hubo hasta tres testigos que se acercaron. "Un hombre me asegur¨® que lo mismo se lo hicieron el otro d¨ªa a un marroqu¨ª", recordaba. Sin embargo, ese se?or y las otras dos personas prefirieron quedarse al margen. "Nos vinieron a decir que ellos a juicio no iban", contaba Carlos, indignado por la insolidaridad.
El chaval ya no escucha m¨²sica en su mp3. Tampoco puede ir a la piscina. Pero lo que m¨¢s le duele es que, probablemente, ya no podr¨¢ ser piloto.
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