Dolor y memoria
Esperemos que la buena periodista que es Almudena Ariza no se d¨¦ de bruces, con un buen programa, Hay que vivir (TVE-1), con la realidad mayoritaria de la televisi¨®n de hoy. Su programa, que se inici¨® el mi¨¦rcoles por la noche, se ocupa de la experiencia ¨ªntima del dolor humano, lo hace con la solvencia que otorga el entendimiento a que obliga la mirada herida de la gente. Y, claro, eso no vende. El periodismo se ha dejado en manos del cotilleo y del micr¨®fono oculto, y en ese ambiente es posible que ese esfuerzo que alcanza tan buena hora en la tele p¨²blica acabe como todos los esfuerzos nobles, en la pura melancol¨ªa. Esperemos que no. Esperemos que la gente prefiera ocuparse de la visi¨®n de emisiones como ¨¦sa, en las que la naturaleza humana exhibe con pudor y sentimiento su historia, a ese programa postizo que ahora se ense?orea en Antena 3 y que presenta Aitor Trigos. Este mi¨¦rcoles, Trigos llev¨® a su plat¨® a un personaje fabuloso, acaso la mejor comunicadora que ha tenido en el ¨²ltimo medio siglo el cine europeo, Luc¨ªa Bos¨¦. La llevaron para que contara su experiencia ?como abuela! Hubiera sido una interesante indagaci¨®n en el esp¨ªritu de esta italiana maravillosa, culta y bienhumorada, de rompe y rasga, pero fue un balbuceo cotilla en una contienda que ella no permiti¨® que se hiciera de marujas, pero que siempre estuvo al borde de ese desastre. La tarea que se le encomendaba era explicar ante los espectadores presentes si era bueno o no que los hijos o los nietos permanecieran en casa m¨¢s all¨¢ de cierta edad. Ella exhib¨ªa la experiencia de su hijo Miguel, "que no es una persona cualquiera". Para dilucidar semejante dilema Luc¨ªa Bos¨¦ es mucho, y pod¨ªan haberle ahorrado el sofoco. Luego vi, en Telemadrid, a Fernando S¨¢nchez Drag¨®, que someti¨® a la gente de la calle a recordar qu¨¦ fue el 18 de julio. C¨®mo no, habl¨® de su padre, protagonista de su ¨²ltimo libro. Un d¨ªa Drag¨® se olvidar¨¢ de s¨ª mismo y har¨¢ un telediario.
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