Escenas de maldad en Montpellier
El Tour indulta a su l¨ªder, Rasmussen, pese a las acusaciones de eludir dos controles antidopaje antes de la carrera
Hay mucha mala idea suelta por el sur de Francia. Mucha violencia en el aire, agresividad, testosterona en la punta de la lengua. Tendencias asesinas, autodestructivas, desenfrenadas en un ambiente delet¨¦reo. Mucho teatro, tambi¨¦n. Y arqueolog¨ªa. Un totum revolutum ca¨®tico que lleva camino de convertirse en la ¨²nica cara reconocible del ciclismo. O de lo que queda de ¨¦l. Las viejas gentes del Tour, los que guiaban al ciclismo cuando todas las disputas se solucionaban en privado, cuando nada trascend¨ªa, desbordadas, perplejas, contemplan el vuelo de los cuchillos, las dentelladas venenosas que se ofrecen, sin pudor, morbo puro, a su vista.
La organizaci¨®n acusa a la Uni¨®n Ciclista Internacional de querer hundir la competici¨®n
Aparcado frente a la ?pera-Comedia de Montpellier, Johan Bruyneel hace de profeta: "Se pondr¨¢ de l¨ªder en la contrarreloj Cadel Evans". ?Lo cree o lo quiere? "Lo quiero, lo quiero, es lo que m¨¢s deseo del mundo, lo mejor que nos podr¨ªa pasar", contin¨²a con p¨ªcara sonrisa el director de Contador. "Se iba a enterar entonces el australiano que nunca toma una iniciativa, que siempre va a rueda. A ver c¨®mo lleva el Tour sin equipo. Nos lo ¨ªbamos a pasar pipa en los Pirineos". Qu¨¦ malo.
Pero no el peor. A 200 metros de distancia, media hora antes, en una peque?a oficina port¨¢til, la direcci¨®n del Tour se re¨²ne durante casi una hora. Motivo: caso Rasmussen. Tel¨®n de fondo: la guerra declarada entre el Tour y la Uni¨®n Ciclista Internacional (UCI), promotora del ProTour, una liga que pretende que el dinero que recauda el Tour se reparta entre todos. En la batalla, el tema del dopaje -el m¨¢s medi¨¢tico, por morboso- es el arma arrojadiza.
Antecedentes: en marzo de 2006 y en junio de 2007, Rasmussen, que como tiene una mujer mexicana suele ir a M¨¦xico a entrenarse, no envi¨® a la UCI y a la agencia antidopaje danesa el obligatorio escrito trimestral con las direcciones de los sitios en los que se iba a encontrar para que le encontraran los inspectores que se dedican a hacer controles por sorpresa. Por tal motivo, el 29 de junio la UCI le envi¨® una carta de advertencia: a la pr¨®xima, a la tercera que no nos digas d¨®nde est¨¢s, te sancionamos. Nada m¨¢s, en teor¨ªa. Problem¨¢tica: a la federaci¨®n danesa -una curiosidad: los pa¨ªses con menos tradici¨®n ciclista que ganaron ¨²ltimamente el Tour, Alemania y Dinamarca, son los m¨¢s empe?ados en la tarea de autodestrucci¨®n despu¨¦s de la ca¨ªda en el poso de la verg¨¹enza de Bjarne Riis y Jan Ullrich- no se le ocurre otra cosa que, aprovechando que Rasmussen, el dan¨¦s ligero, es el l¨ªder del Tour, anunciar que le han excluido del equipo para los Juegos Ol¨ªmpicos y el Mundial por sus olvidos repetidos.
Puesta en un brete, la direcci¨®n del Tour reacciona: como Rasmussen no est¨¢ suspendido -particip¨® en el campeonato de Dinamarca el 1 de julio-, no tiene sentido excluirlo del Tour. Adem¨¢s, Rasmussen se ha sometido a media docena de controles en las ¨²ltimas semanas. Eso por un lado. Ahora, lo importante, dijo Christian Prudhomme, director de la carrera, ?por qu¨¦ una carta del 29 de junio se da a conocer el 19 de julio? "?A qui¨¦n beneficia el asesinato?", es la pregunta ret¨®rica, cuya respuesta se?alaba a la UCI. La UCI, que guiada por el ex presidente Verbruggen, quiere hundir al Tour en la miseria. Por eso hace dos d¨ªas lo de Sinkewitz. Por eso esto. El Tour, que quiere machacar a los equipos. Los equipos, que se huelen lo que se avecina, que no saben qu¨¦ hacer, que se van a quedar sin patrocinadores. "No entiendo ciertas noticias que llegan en el Tour pero no salen del Tour", dice Bruyneel. "No entiendo a la televisi¨®n alemana. No entiendo nada. M¨¢s bien, lo entiendo todo".
Los corredores. Rasmussen, de amarillo, firma el ¨²ltimo. Llega a la salida protegido por un cord¨®n sanitario, una cadena de polic¨ªas que lo rodean en burbuja, que lo protegen de periodistas armados de c¨¢maras y afilados codos. Rasmussen est¨¢ tranquilo, sonriente. Un espect¨¢culo: detr¨¢s, tranquilos, sonrientes, los dem¨¢s corredores asisten en primera fila. Alejandro Valverde, tambi¨¦n. "Pues s¨ª, s¨ª que he pensado en el desayuno que pod¨ªan echar a Rasmussen", dice el murciano, segundo clasificado, que habr¨ªa pasado a ser el l¨ªder. "Claro que no quer¨ªa que eso pasara. Y, evidentemente, no me habr¨ªa puesto el maillot amarillo".
Terminada la etapa -dura, fr¨ªa, un puertarraco pegajoso, en el Midi: se escap¨® con un franc¨¦s Amets Txurruka, el m¨¢s ligero del Tour, 56 kilos, que vivi¨® su sue?o hasta el tri¨¢ngulo rojo. Sprint ca?¨®n: Boonen-, Rasmussen cogi¨® su bolsita de barritas energ¨¦ticas y contest¨® a la prensa. "?Que si me ha afectado tanta movida y agobio? Pues m¨¢s o menos esto", dice, abriendo ¨ªndice y pulgar de la mano m¨¢s o menos un mil¨ªmetro, o dos. Chulo el chico. Hay un arque¨®logo que le pregunta si conoce a Whitney Richards, un amigo americano al que pidi¨® que le llevara unas zapatillas a Europa hace cinco a?os, en 2002, y que descubri¨® que en vez de zapatillas en la caja hab¨ªa bolsas de hemoglobina sint¨¦tica. "S¨ª, lo conozco. No voy a confirmar esa historia", responde. Hoy, la contrarreloj. Eso, si antes, el tremendo empe?o del ciclismo por suicidarse no termina, por fin, triunfando.
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