Un Supremo a la medida de Bush
Las ¨²ltimas decisiones de un alto tribunal escorado a la derecha rompen una tradici¨®n liberal y progresista
En la recta final de su presidencia, pocos logros parecen acumularse en el expediente de George Bush que en el futuro permitan recordar su controvertido paso por la Casa Blanca. La confusa guerra contra el terrorismo -especialmente la ocupaci¨®n de Irak- ha oscurecido una gesti¨®n de la que es dif¨ªcil citar otros momentos sobresalientes. El legado de Bush se puede hacer notar, sin embargo, en muchas de las decisiones que, con poco ruido pero gran trascendencia, est¨¢ tomando un Tribunal Supremo remodelado en los ¨²ltimos a?os al gusto m¨¢s conservador.
En el plazo de unas pocas semanas, un Tribunal Supremo escorado a la derecha, despu¨¦s de los dos nombramientos hechos por George Bush, ha tomado decisiones relevantes sobre libertad de expresi¨®n, separaci¨®n de Iglesia y Estado, aborto y discriminaci¨®n racial.
Se ha desvanecido la esperanza de que el tribunal legalice los matrimonios homosexuales
La sentencia contra la discriminaci¨®n positiva escolar rompe una pol¨ªtica de medio siglo
Una de esas decisiones, la anunciada la pasada semana en contra de la pol¨ªtica de discriminaci¨®n positiva en las escuelas, que favorec¨ªa que las minor¨ªas raciales tuvieran presencia en los centros mayoritariamente blancos, supone la ruptura de una pol¨ªtica de m¨¢s de medio siglo que en su d¨ªa result¨® revolucionaria y que ha permitido a este pa¨ªs una convivencia racial mejorable, pero envidiable en muchos aspectos.
Pero no s¨®lo ¨¦sa, porque otras decisiones tomadas en el ¨²ltimo a?o judicial -el tribunal suspende su trabajo hasta septiembre- representan cambios profundos que pueden tener su reflejo en la sociedad norteamericana durante las pr¨®ximas d¨¦cadas.
Entre estas decisiones destacan la que da la raz¨®n a Bush y permite a organizaciones religiosas hacer labor social con dinero p¨²blico, la que condena a un estudiante que utiliz¨® lenguaje blasfemo en la puerta de la escuela, la que proh¨ªbe un determinado procedimiento de aborto muy agresivo o la que suprime los l¨ªmites de las grandes corporaciones para hacer campa?a pol¨ªtica.
Todas ellas tienen, adem¨¢s, la particularidad de que han sido tomadas por una mayor¨ªa de cinco contra cuatro, dos grupos separados por una barrera estrictamente ideol¨®gica que permite anticipar m¨¢s decisiones de matiz conservador en los pr¨®ximos a?os.
Los nueve miembros del Tribunal Supremo los nombra directamente el presidente cuando se producen vacantes -aunque, como la mayor¨ªa de los altos cargos, requieren la confirmaci¨®n del Congreso- y permanecen en sus puestos de forma vitalicia. Te¨®ricamente, esto garantiza que el Supremo tenga siempre, aproximadamente, el mismo tono pol¨ªtico que los ciudadanos dan con sus votos a los dem¨¢s poderes de la naci¨®n.
George Bush puede tener incluso oportunidad de hacer otro nombramiento que reforzar¨ªa a¨²n m¨¢s la tendencia del Supremo, ya que el juez John Stevens, uno de los liberales, es, aunque sano, un anciano de 87 a?os.
Esa exigua mayor¨ªa de cinco a cuatro sirvi¨® para sacar adelante una tercera parte de los asuntos en los que ha intervenido el alto tribunal en el ¨²ltimo a?o, m¨¢s que en cualquier otra etapa de la que se tiene memoria.
De todos los casos con tintes pol¨ªticos vistos en este periodo, el bloque conservador se impuso en 13, mientras que s¨®lo seis fueron favorables a los liberales, y cuatro de ellos eran casos relacionados con la pena de muerte, asunto en el que las diferencias entre los dos sectores son menores. "Hace d¨¦cadas que los miembros m¨¢s privilegiados de la sociedad -las grandes corporaciones, los ricos, los blancos que quieren ir a la escuela con otros blancos- no cuentan con un Supremo tan favorable", denunciaba un editorial del diario The New York Times. El juez Stevens ha llegado a advertir que este Tribunal Supremo est¨¢ barriendo la obra de los tribunales precedentes.
Otros no lo ven en t¨¦rminos tan dram¨¢ticos. Mark Tushnet, profesor de la Universidad de Harvard y autor de un prestigioso libro sobre el tema, estima que lo que ha ocurrido es que la mayor¨ªa conservadora se ha centrado en un paquete de asuntos de gran resonancia social, pero no teme una dr¨¢stica ruptura con el pasado. "No creo que esto sea un signo de que van a destruir todas las decisiones precedentes con las que no est¨¢n de acuerdo", opina.
El Tribunal Supremo ha sido en el pasado una pieza fundamental para el impulso de reformas legislativas que sirvieron para modernizar este pa¨ªs. La legalizaci¨®n del aborto o la integraci¨®n racial, entre otras, son decisiones que tienen su origen en el alto tribunal.
Durante a?os, los grupos conservadores, que se han quejado del cariz excesivamente liberal de otros tribunales anteriores, se hab¨ªan marcado la conquista del Supremo como un objetivo prioritario para sacar adelante su agenda pol¨ªtica. Es pronto para saber si, como parecen indicar sus primeras decisiones, este tribunal lo ser¨¢. Pero lo que parece claro es que esta instituci¨®n no ser¨¢ ya un respaldo a la pol¨ªtica liberal.
Una de las ¨²ltimas esperanzas liberales era que el Supremo hiciese el trabajo que el Congreso se niega a hacer y legalizara los matrimonios homosexuales. Esas esperanzas, desde luego, se han desvanecido ahora, y, como afirma la columna de Lexington en The Economist, "los partidarios de los matrimonios homosexuales tendr¨¢n que ganar su batalla en los tribunales de la opini¨®n p¨²blica y en las c¨¢maras legislativas".
"La lecci¨®n que los progresistas pueden extraer del a?o judicial que acaba", concluye Edward Lazarus, autor del libro Surgimiento, ca¨ªda y futuro del moderno Tribunal Supremo, "es que un cap¨ªtulo triunfante en la historia judicial ha llegado a su definitivo final y que tendr¨¢n que pensar creativamente sobre si el cap¨ªtulo que empieza es algo m¨¢s que una tragedia".
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