Iberia, capital Lisboa
La mayor¨ªa de los portugueses cree imposible la profec¨ªa de Saramago de uni¨®n con Espa?a
Espa?a y Portugal son pa¨ªses hermanos, y la Santa Madre Iglesia no aprueba el matrimonio incestuoso. Esa frase hist¨®rica, que pronunci¨® un can¨®nigo luso en Braga con motivo de una visita de Alfonso XIII, sigue vigente. Los portugueses ya no odian ni miran a los espa?oles con el rencor y los prejuicios de otros tiempos ("De Espa?a ni buenos vientos ni buenos casamientos", dice el refr¨¢n) y, aunque su econom¨ªa depende en gran medida del comercio con Espa?a y adoran ir a Zara o El Corte Ingl¨¦s, antes muertos que renunciar a la patria y la bandera para convertirse en una comunidad aut¨®noma y fundirse en un pa¨ªs de 55 millones de habitantes llamado Iberia.
Nuestros vecinos alegan razones pr¨¢cticas para seguir siendo un Estado libre
El dinero ya ha instaurado la uni¨®n. El flujo comercial supone 24.000 millones de euros
"Eso es una boutade de Saramago", dice la hispanista Fernanda Abreu. El premio Nobel Jos¨¦ Saramago rescat¨® en una entrevista la idea de una futura uni¨®n de Portugal y Espa?a bajo un mismo pa¨ªs. "Me temo que han bajado las ventas de los libros del maestro", agrega riendo la escritora In¨¦s Pedrosa. "Es una fantas¨ªa m¨¢s de Saramago", remata Duarte Nuno de Bragan?a, heredero de la Corona portuguesa. "?Otra vez estamos con eso? Yo cre¨ªa que los Felipes hab¨ªan muerto. La historia no permite eso. Es absurdo", concluye Carlos D¨ªas, un taxista lisboeta. Y a?ade: "Me gustan las ciudades espa?olas, las mujeres andaluzas y castellanas, adoro la paella, 2.500 euros por ni?o son un lujo, Espa?a est¨¢ al frente de Europa y los portugueses estamos atrasados. Pero no renuncio a ser portugu¨¦s. Nuestro cantinho (rinconcito) tiene que quedarse independiente".
Tampoco le parece buena idea la uni¨®n a Enrique Santos, gallego de origen, portugu¨¦s de alma y boda y presidente de la C¨¢mara de Comercio hispano lusa, la m¨¢s activa de Espa?a. "No hace ninguna falta dar la lata, la econom¨ªa ib¨¦rica funciona a pleno rendimiento". Santos tiene datos: "Hay 1.050 empresas espa?olas en Portugal, y 400 compa?¨ªas lusas en Espa?a. El flujo comercial ib¨¦rico supone 24.000 millones de euros. Espa?a es el principal cliente de Portugal y su primer proveedor".
Como se ve, el dinero ya ha instaurado la uni¨®n. Y como dice el fadista Carlos do Carmo, "las cosas cambian muy deprisa, pero los sentimientos y las mentalidades van m¨¢s despacio que el dinero". Lo cual no quiere decir que no haya portugueses espa?olistas. ?O son apenas ib¨¦ricos? "Yo fui iberista de joven porque me interes¨® el iberismo del XIX, que era ut¨®pico, socialista y republicano", dice Jo?o Pe?aranda, originario de Soria y uno de los grandes comisarios del arte contempor¨¢neo portugu¨¦s (e ib¨¦rico). "Ahora soy europe¨ªsta porque, entre otras cosas, Europa resuelve el iberismo".
"El sentimiento ib¨¦rico ha existido siempre, pero una uni¨®n es imposible. El pueblo portugu¨¦s tiene un nacionalismo profundo y si Espa?a intentara integrarnos saldr¨ªan a la superficie todos los prejuicios antiespa?oles", reflexiona Jo?o Soares, diputado socialista y ex alcalde de Lisboa. Para el hijo de M¨¢rio Soares, la identidad portuguesa se fragu¨® como un nacionalismo antiespa?ol, "que aliment¨® una l¨®gica de hostilidad que se ha ido borrando con la democracia, la UE y a la Espa?a plural".
La idea de Saramago es s¨®lo una m¨¢s en una larga tradici¨®n de individuos pensantes de las dos orillas que vieron en la Pen¨ªnsula un ¨²nico espacio f¨ªsico y dos culturas complementarias. Los iberistas nunca fueron guerreros, fueron casi siempre gente pac¨ªfica y a veces un poco ¨¢crata que cre¨ªa m¨¢s en la fraternidad y la solidaridad. Tipos, recuerda Soares, "como los anarquistas de la FAI de los a?os 20 y 30, los republicanos portugueses que ayudaron a huir a tantos republicanos espa?oles, los viriatos que se alistaron en el bando nacional, los brigadistas que lucharon por Aza?a o el militar antisalazarista Enrique Galv?o, que fund¨® el Directorio Revolucionario Ib¨¦rico de Liberaci¨®n para luchar contra Franco en los a?os 60".
Hoy, en el siglo XXI y gracias a la ¨²nica ideolog¨ªa rampante (el mercado libre), Espa?a y Portugal est¨¢n, parad¨®jicamente o no, m¨¢s unidos que nunca. El dinero, las mercanc¨ªas, los trabajadores, los turistas y las empresas fluyen sin cesar de ac¨¢ para all¨¢, y la utop¨ªa pol¨ªtica parece haber perdido todo el sentido. Pero ha sido tanto tiempo de desprecio mutuo que la idea sigue excitando a las personas.
Nuestros vecinos alegan razones pr¨¢cticas, nada viscerales, para seguir siendo un Estado libre. Tienen suficiente Espa?a. Sus j¨®venes m¨¢s pobres y din¨¢micos cruzan la raya para trabajar en Espa?a, sus hoteles reciben millones de turistas (1,1 millones de espa?oles durmieron en 2006 en Lisboa), que compran como fieras en sus tiendas. Muchos tienen novios, maridos, mujeres y trabajos espa?oles; sus hijos cada vez estudian m¨¢s espa?ol (17.000 el curso ¨²ltimo); los beb¨¦s del Alentejo nacen en Badajoz... "No hace falta m¨¢s", dicen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.