'Irhabi007', el ciberterrorista
A la sombra de James Bond, el marroqu¨ª de 23 a?os Yunes Tsouli fue durante dos a?os el jefe de Internet en Al Qaeda
"Imag¨ªnate cu¨¢nta gente se habr¨¢ ido [a Irak] despu¨¦s de haber visto los v¨ªdeos. Imag¨ªnate cu¨¢nta gente se ha convertido en m¨¢rtir". Waseem Mughal, un musulm¨¢n brit¨¢nico de 22 a?os, estudiante de bioqu¨ªmica, hac¨ªa este balance de su labor en Internet en una conversaci¨®n virtual con Yunes Tsouli, un marroqu¨ª de 23 a?os afincado en Londres.
Tsouli, o mejor dicho Irhabi007, su seud¨®nimo en la red, fue durante casi dos a?os un aut¨¦ntico quebradero de cabeza para los servicios de seguridad europeos y norteamericanos. Trataron de averiguar qui¨¦n se escond¨ªa detr¨¢s de ese mote que asociaba la palabra "terrorista", en ¨¢rabe, con el n¨²mero de James Bond, el esp¨ªa cinematogr¨¢fico creado por Ian Fleming.
Tsouli estudi¨® en el liceo franc¨¦s de Rabat y viv¨ªa en el piso de su padre en Londres
Los agentes que le detuvieron no sab¨ªan que hab¨ªan dado con el jefe del ciberterrorismo
Tal empe?o se deb¨ªa a que, a ojos de Scotland Yard o del FBI, Irhabi007 era el Padrino del ciberterrorismo. "Era mucho m¨¢s importante que cualquier kamikaze" en Irak, asegura el semanario The Economist, pese a que nunca empu?¨® un arma. S¨®lo manej¨® "el teclado de su ordenador y no bombas", reconoci¨® el juez Charles Openshaw que presidi¨® el tribunal que le conden¨® a 10 a?os de c¨¢rcel.
La sentencia, pronunciada a principios de mes, ha sido la primera en el Reino Unido por incitaci¨®n y apolog¨ªa del terrorismo a trav¨¦s de Internet. Incluye a los dos c¨®mplices de Tsouli, el brit¨¢nico Waseem Mughal, al que le cayeron siete a?os, y el emirat¨ª Tarik al Daur, que cumplir¨¢ seis a?os. Hasta su detenci¨®n, los tres s¨®lo se conoc¨ªan virtualmente. Primero se declararon inocentes y despu¨¦s admitieron su culpabilidad.
Hace diez a?os, cuando frecuentaba el liceo franc¨¦s de Rabat, Tsouli quer¨ªa ser m¨¦dico o arquitecto, pero algunos de sus compa?eros dudaban de que lo consiguiera porque les parec¨ªa un gandul. "Fumaba porros sin parar e introduc¨ªa alcohol en sus latas de Coca-Cola", recuerda uno de ellos.
"Era un chaval solitario, sensible y algo rebelde con el que se pod¨ªa, a veces, dialogar", rememora con cari?o un profesor de literatura. Los que le impartieron clase o los que compartieron pupitre con ¨¦l en el Liceo Descartes no daban cr¨¦dito cuando se enteraron del veredicto.
Tsouli, nacido en Casablanca en 1983, no acab¨® el bachillerato en Rabat porque su padre fue nombrado, en 2001, director de la oficina de turismo de Marruecos en el Reino Unido. En Londres se matricul¨® en el Westminster College de inform¨¢tica y frecuent¨® la mezquita de Shepherd Bush.
En el templo entr¨® Tsouli, pero de ah¨ª sali¨® Irhabi007. A partir de 2003, cuando apenas ten¨ªa 20 a?os, y hasta 2005, fue el principal webmaster de las p¨¢ginas de Al Qaeda, especialmente de su rama iraqu¨ª. Ejerc¨ªa su labor desde su cuarto en el piso de su padre al oeste de Londres. ?ste, ahora prejubilado, "ignoraba lo que tramaba el hijo", asegura un colega del progenitor.
Con la ayuda de sus dos compinches compr¨® 180 de dominios de Internet, abri¨® p¨¢ginas web en las que colgaba v¨ªdeos -la decapitaci¨®n del norteamericano Nicholas Berg fue descargada medio mill¨®n de veces-, anim¨® a sumarse a la yihad, organiz¨® foros encriptados de debate, recaud¨® dinero de musulmanes piadosos, ofreci¨® manuales sobre la fabricaci¨®n de explosivos y ense?¨® a miles de internautas c¨®mo disimular su identidad. Por razones de seguridad algunas de sus haza?as no fueron desveladas en el juicio.
Peter Clarke, el jefe de la secci¨®n antiterrorista de la polic¨ªa londinense, explic¨® en abril, al iniciarse la causa, la dificultad con la que se enfrent¨® su investigaci¨®n: "Son redes dentro de redes, conexiones dentro de conexiones y v¨ªnculos que cruzan (...) las fronteras".
Introduci¨¦ndose en bases de datos o mediante el phishing, una modalidad de estafa por correo electr¨®nico, Daur se apoder¨® en la red de 37.000 tarjetas de cr¨¦dito de las que el tr¨ªo solo utiliz¨® unas 135 -una de ellas de un reservista del Ej¨¦rcito de EE UU- para hacer compras por valor de 2,7 millones de euros. Adquirieron desde GPS hasta gafas de visi¨®n nocturna -todo ello en venta libre-, un material que pod¨ªa servir a los yihadistas.
Su labor era alabada por los seguidores de Abumusab Zarqawi, el difunto jefe de la secci¨®n iraqu¨ª de Al Qaeda. "Hermano Irhabi007 has hecho encomiables esfuerzos para difundir nuestro mensaje y servir a la yihad y al Todopoderoso", le escribi¨® un presunto secretario de Zarqawi.
Tsouli provoc¨®, a veces, directamente a la polic¨ªa. Atiborr¨®, por ejemplo, de propaganda islamista la p¨¢gina web del departamento de transportes del Estado de Arkansas originando una investigaci¨®n del FBI.
Los polic¨ªas que le persegu¨ªan en la red sab¨ªan muy poco de este joven marroqu¨ª aut¨¦ntico maestro en disimular su identidad. Parec¨ªa tener un comportamiento adolescente y comet¨ªa faltas cuando escrib¨ªa en ¨¢rabe, pero no as¨ª en ingl¨¦s o franc¨¦s, idiomas en los que hab¨ªa creado portales para inmigrantes musulmanes en Europa.
Irhabi007 no cay¨® por haber cometido un error mientras navegaba por el ciberespacio. En el ordenador de Mirsad Bektasevic, un adolescente bosnio de origen sueco detenido en Sarajevo en octubre de 2005, aparecieron v¨ªnculos que conduc¨ªan a ¨¦l y a otros 40 j¨®venes musulmanes.
Los agentes de Scotland Yard irrumpieron, ese mismo mes, en el piso donde viv¨ªa Tsouli y, tras una breve pelea, le detuvieron. Ignoraban que el chaval que conduc¨ªan a comisar¨ªa era nada menos que Irhabi007. S¨®lo cuando lograron romper las claves y abrir su ordenador port¨¢til comprendieron que hab¨ªan dado con el pez gordo del ciberterrorismo.
"Seguro que otros diez ciberterroristas le sustituyeron r¨¢pidamente", comenta Abdal¨¢ Ram¨ª, un investigador marroqu¨ª de la Universidad de Casablanca, autor de estudios sobre los salafistas en la red. "A medida que Internet se extiende por el mundo isl¨¢mico surgen nuevas vocaciones", a?ade.
La invasi¨®n radical de Internet
Cuando Abdelfat¨¢ Raydi hizo estallar, el 11 de marzo, en un cibercaf¨¦ de Casablanca su cintur¨®n de explosivos, despu¨¦s de consultar varias p¨¢ginas webs, las autoridades marroqu¨ªes tomaron conciencia de la invasi¨®n de Internet por los radicales islamistas.Para contrarrestar su influencia a muchos alcaldes y gobernadores solo les se ocurri¨® la idea de obligar a los cibercaf¨¦s a cerrar a las nueve de la tarde como si los yihadistas solo acudiesen all¨ª por la noche.Algo m¨¢s sofisticada fue, a principios de este a?o, la reacci¨®n de Arabia Saud¨ª. Form¨® a un grupo de imanes para polemizar con los radicales en sus propias p¨¢ginas webs y ha creado otros portales paralelos desde los que se intenta propagar un islam moderado.En su comparecencia ante el Comit¨¦ de seguridad del Senado de EE UU en mayo, el catedr¨¢tico Frank Cilluffo, de la Universidad de George Washington, defendi¨® la misma idea. "Debemos estar donde est¨¢ la acci¨®n, es decir, en los foros de debate y conseguir gente culta y que sepa del Cor¨¢n" para hacerles frente, declar¨®.Eso es lo que hizo por su cuenta Abdel Karim Nabil, un egipcio de 22 a?os, ex estudiante de la Universidad Al Azhar de El Cairo. Acus¨® a la universidad en su blog de alentar el extremismo por lo que fue condenado, en febrero, a cuatro a?os de c¨¢rcel.Para un musulm¨¢n afincado en un pa¨ªs ¨¢rabe resulta menos arriesgado crear una web radical que una desde la que se batalle contra los integristas.Los terroristas "dan la impresi¨®n de estar en Internet un paso por delante de nuestras agencias de inteligencia", se lament¨® en una tribuna, en mayo, Sue Myrick, miembro de la C¨¢mara de Representantes."Los terroristas se aprovechan de la privacidad que otorgan las leyes de EE UU para sortear al FBI y a la CIA", prosigue. De ah¨ª que haya que cambiar las leyes para que "sean acordes a las necesidades del siglo XXI", recalca Myrick."Tenemos que enmendar nuestras leyes para que los servicios de inteligencia puedan indagar sobre extranjeros que alojan sus p¨¢ginas webs en servidores de EE UU", concluy¨®.
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