El pacto de Sacha
Reflexiones in¨¦ditas de Jes¨²s de Polanco sobre el nacimiento y la vida del diario EL PA?S
"A estas alturas de la vida puedo decir que me siento, m¨¢s que orgulloso, satisfecho de algunas de las cosas que he ido haciendo, siempre en compa?¨ªa de otros, y de esas cosas que he hecho creo que la que m¨¢s satisfacci¨®n me produce es haber contribuido a construir, en tiempos bien dif¨ªciles, pero ilusionantes para el conjunto de nuestra generaci¨®n y de nuestro pa¨ªs, lo que hoy es el Grupo PRISA.
Hablar de ello es relativamente f¨¢cil, porque no se trata, al hacerlo, de hablar de m¨ª mismo, sino del trabajo de un conjunto de personas que en un momento determinado de la vida creyeron que era necesario un peri¨®dico que hiciera frente de una forma moderna y adecuada a la Espa?a que iba a empezar despu¨¦s de la muerte de Franco.
"Quienes quieren entrar en un peri¨®dico para controlarlo se equivocan"
"La verdad es que desde el primer contacto con Cebri¨¢n hubo buena qu¨ªmica"
"La relaci¨®n de EL PA?S con el poder, cualquiera que fuera, tuvo sus altibajos"
"La clave del desarrollo de EL PA?S fue su lucha por depender de s¨ª mismo"
En mi caso particular, PRISA refunda, visto el grupo desde hoy, las dos aventuras empresariales que me han motivado m¨¢s a lo largo de la vida: la editorial Santillana y el lanzamiento de ese peri¨®dico, EL PA?S.
EL PA?S naci¨® como idea empresarial cuando yo ten¨ªa una vida muy consolidada el frente de Santillana. La editorial se hab¨ªa fundado cuando yo era muy joven, y ya avanzaba como si tuviera puesto el piloto autom¨¢tico. Funcionaba bien en Espa?a, funcionaba bien en Am¨¦rica Latina, que fue desde siempre un objetivo que tuvimos muy claro, y en esas circunstancias la aparici¨®n de la idea de que contribuyera al nacimiento del nuevo peri¨®dico me result¨® muy atractiva, me sedujo mucho...
Cuando, en junio de 2000, PRISA y Santillana se fusionaron fue como si ambas aventuras hubieran confluido, y eso produce una satisfacci¨®n muy grande, para qu¨¦ negar que aquella ocasi¨®n parec¨ªa el resultado de algo que ya estaba en germen en 1972, cuando me ofrecieron la oportunidad de integrarme... Obviamente, ni por asomo ten¨ªa ninguno de nosotros idea de que alg¨²n d¨ªa esto pudiera suceder, pero lo cierto es que pas¨®, as¨ª que, visto desde hoy, a alguno le resultar¨¢ factible hacer esa reconstrucci¨®n de objetivos. No estaban en mi mente, pero ahora estaban en la realidad, y desde ese punto de vista es l¨ªcito interpretarlo como resultado de un pensamiento m¨¢s elaborado en el origen...
Lo cierto es que PRISA naci¨® de EL PA?S, y cuando en PRISA se integr¨® Santillana se integraban en un solo grupo las dos principales actividades profesionales de mi vida... Eso, claro, produce una honda satisfacci¨®n, porque en definitiva fui la persona que puso en marcha ese colectivo de personas que dieron impulso al Grupo PRISA... Es un colectivo de gran riqueza profesional, que tiene delante una tarea que apasiona, y en ese sentido mi tarea tambi¨¦n resulta apasionante y muy satisfactoria... (...)
La verdad es que desde el primer contacto con Cebri¨¢n hubo buena qu¨ªmica entre nosotros... Hablamos del proyecto, le comuniqu¨¦ c¨®mo lo ve¨ªa, y ¨¦l a su vez me comunic¨® con toda confianza cu¨¢l era su perspectiva del asunto... Evidentemente, yo procuraba expresar criterios empresariales, sin entrar en los period¨ªsticos, y un d¨ªa hicimos un pacto...
Ese pacto, en cierto modo, dura hasta hoy mismo, cuando ya han pasado tantos a?os y tantas vicisitudes period¨ªsticas y empresariales, y cuando ya el propio Cebri¨¢n ha demostrado tan ampliamente sus propias dotes empresariales...
El pacto del que hablo surgi¨® en la prehistoria del peri¨®dico, antes de su salida, y se produjo en una situaci¨®n muy especial, tras una discusi¨®n un poco agria producida en las oficinas fundacionales, en la calle de N¨²?ez de Balboa...
Esa discusi¨®n se produjo entre Ortega y yo, con Cebri¨¢n como testigo... Discut¨ªamos sobre lo que m¨¢s difer¨ªamos entonces, y que ya qued¨® se?alado anteriormente: pautas a seguir a la hora de constituir la Redacci¨®n, c¨®mo encontrar los redactores adecuados, de qu¨¦ manera deb¨ªa controlarse su trabajo...
Terminada aquella discusi¨®n, Cebri¨¢n me propuso que nos fu¨¦ramos a comer juntos al d¨ªa siguiente... Y fuimos a un restaurante, Sacha, que a¨²n hoy existe, en la zona de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez... En aquella comida nos dijimos que hab¨ªa que seguir adelante, contrastando entre nosotros los criterios que deb¨ªamos cumplir, sin romper nunca la solidez de las relaciones con los accionistas... "Vamos a hacer un frente com¨²n", eso fue lo que dijimos, y ese frente com¨²n naci¨® aquel d¨ªa y dura, como digo, hasta ahora mismo. Y de su cumplimiento yo no tengo la menor queja...
Fue un pacto vital entre dos personas. Entonces yo ten¨ªa 46 a?os y Cebri¨¢n ten¨ªa 31, nuestra diferencia de edad es de 15 a?os. Y era evidente, como lo es ahora, naturalmente, aunque Cebri¨¢n ha crecido tambi¨¦n mucho en otras direcciones, que Cebri¨¢n era el periodista y yo era el empresario, y que sobre esa base deb¨ªamos actuar. Nuestro compromiso era que entre nosotros dos resolver¨ªamos siempre las diferencias, tratando por encima de todo de conseguir que el peri¨®dico estuviera siempre bien hecho, y con ello garantizar su independencia. Nosotros quer¨ªamos hacer un peri¨®dico independiente, serio y solvente, y est¨¢bamos convencidos de que en aquel momento ¨¦sas eran las armas profesionales con las que hab¨ªa que jugar.
Y, d¨ªgase lo que se diga, eso es algo que hemos conservado. Antes, despu¨¦s y ahora mismo, y esa es la base del ¨¦xito de EL PA?S y de las empresas que se fueron haciendo, creando o adquiriendo, posteriormente. Sin aquel esp¨ªritu, sellado en aquel momento, no hubi¨¦ramos hecho nada, o en todo caso hubi¨¦ramos hecho cualquier otra cosa, y a eso ninguno de los dos est¨¢bamos dispuestos.
Adem¨¢s, EL PA?S no naci¨® contra nada ni contra nadie; no se propuso defender o atacar una ideolog¨ªa; desde el primer editorial, se propuso defender una idea de Espa?a enlazada con Europa y con el mundo, moderna y progresista... Algunos pueden decir que EL PA?S se despeg¨® de la l¨ªnea que se traz¨®... Depende de c¨®mo se mire... Yo creo que no, pero admito que muchos piensan que s¨ª... Siempre he dicho, y se puede constatar, en la lista de accionistas, en las hemerotecas, que el grupo fundador proced¨ªa de un sector de la derecha liberal... Pero ni ese sector ni ninguno impuso en EL PA?S la l¨ªnea que sigui¨® el peri¨®dico... En las mismas hemerotecas y en la colecci¨®n de editoriales, que en un tiempo se publicaron en libro, puede comprobarse hasta qu¨¦ punto EL PA?S se atuvo a una l¨ªnea profesional, period¨ªstica, que hered¨® la esencia de su primer n¨²mero... Normalmente, la gente ignora, acaso porque le conviene, cu¨¢les son las reglas del juego en un medio de comunicaci¨®n... Por lo que me ha sido dado ver durante esta ya larga experiencia como empresario de medios de comunicaci¨®n, un peri¨®dico tiene una mec¨¢nica sui g¨¦neris... Los periodistas mandan en ellos, mandan sus lectores, y manda la inercia con la que la actualidad o las convicciones profesionales van marcando el conjunto del diario...
Quienes quieren entrar en un peri¨®dico para controlarlo se equivocan; pueden intentarlo, y pueden tener la ilusi¨®n de haberlo logrado, pero se equivocar¨¢n siempre... En mi opini¨®n, que s¨®lo est¨¢ avalada por esta experiencia, un medio de comunicaci¨®n que se imponga como referente en una sociedad tiene que cumplir con una tarea profesional y especializada... (...)
Cuando EL PA?S empez¨®, en aquella Espa?a posfranquista, a llamar a las cosas por su nombre, y le dijo al pan pan y al vino vino, muchos se rasgaron las vestiduras porque el peri¨®dico alud¨ªa a cuestiones que rechinaban en aquella sociedad: hab¨ªa estamentos, desde el financiero al religioso, que no estaban acostumbrados a que nadie pisara sus predios, y EL PA?S lo hizo, con profesionalidad, con documentaci¨®n, con buena informaci¨®n contrastada: ¨¦sos eran sus presupuestos profesionales, estaban todos en el Libro de estilo, nuestros lectores sab¨ªan a qu¨¦ atenerse cuando le¨ªan EL PA?S, sab¨ªan en qu¨¦ acert¨¢bamos y en qu¨¦ nos equivoc¨¢bamos, porque ¨¦ramos transparentes, e incluso, algo ins¨®lito entonces y tambi¨¦n ahora, rectific¨¢bamos abiertamente cuando nos equivoc¨¢bamos...
El primer efecto de la reacci¨®n de determinados sectores de la sociedad con respecto a EL PA?S fue la guerra por el poder en el peri¨®dico a la que ya he aludido... Desde fuera, como he adelantado, se pod¨ªa pensar que esa guerra era contra Cebri¨¢n, por la l¨ªnea que marcaba en el peri¨®dico, pero esa guerra fue claramente contra m¨ª... Cebri¨¢n era el que daba la cara, el que viajaba, el que firmaba, el que recib¨ªa los palos p¨²blicos, pero debajo hab¨ªa una larvada campa?a contra mi persona... para que al final el poder cambiara de manos... Yo ten¨ªa el poder, pr¨¢cticamente desde el principio, pero no ten¨ªa la propiedad; era un accionista como los otros, pero ten¨ªa delegado el poder ejecutivo, y de ¨¦se me quer¨ªan desposeer... Si me desplazaban a m¨ª era m¨¢s f¨¢cil manejar la l¨ªnea del peri¨®dico, influir sobre el equipo profesional...
Pero este equipo profesional se dio cuenta y reaccion¨® a tiempo, expres¨¢ndome su apoyo en manifestaciones diversas, algunas de las cuales, bastante expresivas, vinieron de quienes hoy son mis cr¨ªticos habituales, que se han ido a otros peri¨®dicos y que podr¨ªan avergonzarse si vieran de nuevo las cosas que me escribieron para halagarme en aquel entonces...
Lo cierto es que, como queda dicho, resistimos aquella guerra; no s¨¦ si la ganamos, pero lo cierto es que la perdieron los otros, y gracias a ello EL PA?S se convirti¨® en una de las aventuras period¨ªsticas m¨¢s importantes que se han llevado a cabo en Espa?a en toda su historia... (...)
Visto desde ahora, yo creo que la clave del desarrollo de EL PA?S fue su lucha por la autosufiencia, por depender de s¨ª mismo, por zanjar cuanto antes las deudas con los bancos, con cualquier organismo que le pudiera influir en la independencia que juzg¨¢bamos esencial desde el principio para que la empresa fuera destinada exclusivamente a hacer un peri¨®dico... En medio de esa lucha no te das cuenta verdaderamente de lo que ocurre alrededor, ni siquiera del poder de influencia que est¨¢ adquiriendo el medio al que dedicas tantos esfuerzos... Est¨¢bamos en la pelea por la autosuficiencia...
Y esa pelea yo la conoc¨ªa bien... Personalmente, desde que tengo uso de raz¨®n, una de mis obsesiones ha sido la de mantener la independencia, ¨¦sa ha sido la constante de mi vida... Hasta el punto que inici¨¦ mi propia aventura empresarial, con los libros, haciendo de todo en ese sector, en unas circunstancias muy dif¨ªciles... Pero siempre fui muy consciente de que, para m¨ª, la independencia era una condici¨®n b¨¢sica para la realizaci¨®n de mis objetivos, incluidos, c¨®mo no, los objetivos personales... Y he llegado hasta aqu¨ª, a lo que son las empresas que he fundado o impulsado, siendo una persona absolutamente independiente...
Esto de la independencia crea muchas reticencias y muchas resistencias, y comprendo que mi independencia al frente de EL PA?S, que es la m¨¢s importante de las empresas en las que he trabajado, ha creado muchos quebraderos de cabeza a quienes les hubiera gustado verme m¨¢s dome?able...
Esa que buscaba, en este caso, no era mi propia independencia, sino la del medio... Y hab¨ªa que buscarla de acuerdo a criterios profesionales... Algunos cre¨ªan que desde fuera se pod¨ªa dirigir la l¨ªnea editorial del peri¨®dico, y reitero que est¨¢n equivocados los que tengan esa sensaci¨®n... Esa frase que refiero a veces, que se dijo en un Consejo y que explicaba que el barco hab¨ªa sido lanzado para ir a Nueva York y en realidad nos estaba llevando a Buenos Aires, es de Juli¨¢n Mar¨ªas, un hombre sin duda brillante, que crey¨®, seguramente con la mejor buena voluntad, que en efecto ¨¦l pod¨ªa marcar la l¨ªnea de ruta de EL PA?S... ?l estaba en el Consejo que cre¨® Ortega y desde esa posici¨®n trat¨® de liderar intelectualmente la operaci¨®n de EL PA?S... Pero ese Consejo no lideraba intelectualmente nada, no ten¨ªa por qu¨¦ hacerlo... EL PA?S, repito, era consecuencia del trabajo de un equipo de profesionales, con un director al frente, y ¨¦ste y no ning¨²n otro era el que ten¨ªa la responsabilidad de llevar el peri¨®dico a puerto, al puerto que ¨¦l decidiera... Y, adem¨¢s, como le dec¨ªa Jes¨²s de la Serna a Juan Luis Cebri¨¢n, "ten¨ªa que comer solo en su camarote"...
Es esa imposibilidad de compadecer su idea con la realidad la que fue distanciando a Juli¨¢n Mar¨ªas de EL PA?S, incluso de sus p¨¢ginas, que abandon¨®... Me parece que tampoco entendi¨® nunca c¨®mo funcionaba un peri¨®dico, y eso fue lo que le llev¨® a aplicar a nuestro derrotero aquel s¨ªmil marino... Aquellos planteamientos de desviacionismo a los que ¨¦l dio nombre provocaron su ruptura y su salida, y ya despu¨¦s no quiso seguir vinculado al peri¨®dico... As¨ª fue la historia... (...)
EL PA?S, esta apasionante aventura, me hizo pasar de ser un editor de libros, con lo que eso significaba de mayor pausa, de una vida relativamente m¨¢s reposada, a estar al frente de la empresa period¨ªstica m¨¢s influyente de Espa?a... Claro que eso, con ser interesante e incluso placentero, afect¨® a mi vida anterior, a mi ejecutoria como empresario de los libros... El trabajo en EL PA?S la verdad es que me sirvi¨® para entender mejor mi labor como editor, y acaso esa fusi¨®n que se fue produciendo entre mis intereses profesionales es la que queda simbolizada, casi treinta a?os despu¨¦s, en la propia fusi¨®n de PRISA y Santillana, que convierten en una empresa global dos empresas que antes se miraban de lejos...
Pero, claro, mi pertenencia a EL PA?S afect¨® en muchos momentos al desarrollo de Santillana... Posiciones del peri¨®dico con respecto a la Iglesia cat¨®lica condujeron a sectores de ¨¦sta a montar maniobras para influir en el ¨¢mbito de la ense?anza religiosa para que no se compraran en los colegios los libros educativos que nosotros editamos... No eran maniobras de cl¨¦rigos, sino m¨¢s bien de ese mundo extra?o que se mueve alrededor de la Iglesia, que mezcla sus intereses religiosos o patri¨®ticos... Su argumento era que comprando los libros de Santillana incrementaban las arcas de EL PA?S, dando as¨ª armas al peri¨®dico enemigo de la Iglesia... Ni EL PA?S iba contra la Iglesia, ni las ventas de Santillana iban a incrementar las arcas del peri¨®dico...
Resist¨ª esos embates, y resist¨ª otros, porque, y esto lo he dicho alguna vez, no me arredran las dificultades, sino m¨¢s bien me estimulan; me sucede eso que se suele decir: el que me busca, me encuentra... Acaso ese car¨¢cter de resistente me viene de mi propia complexi¨®n f¨ªsica: suelo decir que si los bajitos abrimos un poco las piernas y nos asentamos as¨ª sobre el suelo podemos resistir todo el viento que nos echen...
Y esos que cuento fueron a?os de mucho viento, de mucho temporal, y por tanto de mucha resistencia... A?os muy intensos: hab¨ªa que trabajar mucho y hab¨ªa que hacerlo con mucha pasi¨®n, porque lo que suced¨ªa en este pa¨ªs era apasionante...
A veces me preguntaba si me considero protagonista, de alg¨²n modo, de lo que suced¨ªa entonces y de lo que sucede ahora... Estaba tan contento de participar en aquella vida desde dentro que nunca me di cuenta de ser protagonista de nada... El protagonismo era del colectivo, y a m¨ª me tocaba lo que me tocara...
Claro que leyendo todo lo que se publica sobre m¨ª, pero ante todo sobre lo que representa la empresa que presido, nadie dir¨ªa que yo no era el protagonista... Ese protagonismo que se me otorga viene en realidad cuando mis colegas pensaron que para atacar ven¨ªa bien calumniarme a m¨ª... Consideraron que la calumnia era v¨¢lida, la pusieron en marcha, y cada d¨ªa se sum¨® uno m¨¢s a esa especie de feria en la que a m¨ª me convirtieron en el pim pam pum... Lo bueno es que a cada uno que entra en el circo se a?ade un infundio m¨¢s, y como yo no me he encargado de desmentir las calumnias, porque entonces ser¨ªa el cuento de nunca acabar, cada vez que se une uno nuevo al carro, arrastra todas las anteriores calumnias y las va sumando... Para estos oficiantes de calumniadores resulta m¨¢s f¨¢cil meterse con una persona que con un colectivo... (...)
La relaci¨®n de EL PA?S con el poder pol¨ªtico, cualquiera que fuera ¨¦ste a lo largo de su historia, ha tenido sus altibajos, pero nuestra obligaci¨®n ha sido mantener una relaci¨®n adecuada en todo momento, teniendo en cuenta que el peri¨®dico naci¨® con la voluntad de contar este pa¨ªs y de contar en este pa¨ªs... As¨ª que era imprescindible mantener contactos, Juan Luis ten¨ªa los suyos y yo ten¨ªa los m¨ªos, por referirme a las dos principales cabezas responsables del diario... Siempre nos hemos coordinado muy bien, no ha habido nada que yo sepa que Cebri¨¢n no lo supiera enseguida y no ha habido nada que ¨¦l supiera que no pasara a ser tambi¨¦n una informaci¨®n m¨ªa...
En nuestra relaci¨®n eso ha tenido un poder fundamental, y lo hemos cuidado con mucho esmero porque es, en gran parte, la clave del ¨¦xito de nuestra empresa... Y cuando empezamos a trabajar juntos una de las cosas que le dije a Juan Luis era que necesit¨¢bamos que las fuerzas pol¨ªticas conocieran lo que quer¨ªamos hacer... Deb¨ªamos ser transparentes con ellos si quer¨ªamos conseguir lo mismo como contrapartida... Una empresa de comunicaci¨®n no puede estar encerrada en s¨ª misma, esperando tan s¨®lo que le vengan a contar, tiene ella misma que salir a contar lo que va a hacer...
Y sobre esa filosof¨ªa montamos nuestros contactos.
Y antes de que saliera EL PA?S, en 1973, tuve mi primer encuentro con Felipe Gonz¨¢lez, que a¨²n se llamaba Isidoro. Fue en una cena celebrada en un restaurante que hab¨ªa en la antigua calle del General Mola, hoy Pr¨ªncipe de Vergara, a la altura de la plaza del Per¨²... Est¨¢bamos con Felipe, Jes¨²s Aguirre, que luego ser¨ªa duque de Alba, Pancho P¨¦rez Gonz¨¢lez, alguien m¨¢s que ahora no me viene a la mente, y yo mismo... Pancho se tuvo que ir pronto de esa cena, y luego nos marchamos a un apartamento que ten¨ªa Jes¨²s Aguirre cerca de all¨ª, en la colonia de El Viso... Y all¨ª nos cont¨® Felipe sus planes, a¨²n como Isidoro...
Nosotros ¨¦ramos m¨¢s j¨®venes, todo nos interesaba y de todo habl¨¢bamos, hac¨ªamos planes... Hab¨ªa una efervescencia muy especial en aquella Espa?a que ya se aprestaba a celebrar el final del franquismo... En ese contexto, Felipe nos hablaba de la fuerza real que ten¨ªa el socialismo en ese momento, nos hac¨ªa recuento de la cantidad de militantes de que dispon¨ªan, y que pagaban sus cuotas, algo de lo que ¨¦l se enorgullec¨ªa. ?Y eran muy pocos militantes!
En esa ocasi¨®n no hablamos tanto del peri¨®dico, cuya salida todav¨ªa se presum¨ªa lejana... De EL PA?S hablamos en una cena que se produjo m¨¢s adelante, a la que ya fue Juan Luis y en la que tambi¨¦n estuvo Alfonso Guerra... Fue en 1975, en un restaurante que hay en Diego de Le¨®n... No s¨¦ si ya hab¨ªa muerto Franco, pero lo cierto es que ya est¨¢bamos preparando EL PA?S... Hablamos de lo divino y lo humano, pero era m¨¢s una conversaci¨®n entre amigos que una toma de contacto de car¨¢cter pol¨ªtico... Felipe, en concreto, contrastaba con nosotros algunos conocimientos que ya hab¨ªa hecho en Madrid, y nosotros le pon¨ªamos al tanto de nuestros planes...
Felipe siempre me pareci¨® un seductor, y la verdad es que con ¨¦l mantuve una buena relaci¨®n desde el primer d¨ªa, siempre nos hemos llevado bien, a pesar de los altibajos que se han ido produciendo, siempre por razones profesionales, a lo largo de los a?os, en la larga ¨¦poca en que ¨¦l fue presidente del Gobierno. Pero cuando sali¨® del Gobierno intensificamos nuestras relaciones y ahora somos grandes amigos... Le tengo afecto y para m¨ª es uno de mis amigos personales...
Esa relaci¨®n, por supuesto, no tuvo nunca una base ideol¨®gica, sino personal, afectiva; yo nunca me he sentido proclive al socialismo tradicional... En los tiempos del franquismo me consider¨¦ socialdem¨®crata, mis amigos de entonces estaban en esa zona ideol¨®gica, y as¨ª lo declar¨¦ a princpios de los setenta en una entrevista que me hicieron para un libro que publicaron en Alemania los periodistas Walter Haubrich y Carsten Moser... En un momento determinado de esa entrevista, los autores me dijeron:
-Pero, en este pa¨ªs, todos os declar¨¢is socialdem¨®cratas...
Y era verdad. En mi caso, yo me sent¨ªa socialdem¨®crata, pero no socialista... Y la amistad con Felipe era posible, y es posible, al menos en ese sentido de las relaciones que nosotros mantuvimos entonces y mantenemos ahora, porque ¨¦l jam¨¢s les ha pedido a los que tiene a su alrededor que piensen como piensa ¨¦l o que se hagan activistas de sus propias ideas... Al menos, a m¨ª no me lo pidi¨® nunca... Yo creo que, m¨¢s bien, ¨¦l siempre fue un hombre pragm¨¢tico, que siempre esper¨® que los dem¨¢s fueran lo que eran, ni m¨¢s ni menos, y desde ese respeto se construy¨® una relaci¨®n que tuvo alg¨²n altibajo bastante grave...".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.