Movilizaci¨®n
Finaliza el curso con el acatamiento socialista al veto del PP, al abortar un pactado tripartito navarro, y con la dimisi¨®n de Piqu¨¦, que a¨²n debilita m¨¢s el liderazgo de Rajoy. Entramos as¨ª en un verano quiz¨¢ sobresaltado por emergencias catastr¨®ficas o terroristas, pronto explotadas por el PP en su vengativo ajuste de cuentas, que proseguir¨¢ en septiembre reanudando la carrera electoral. ?Qu¨¦ expectativas se abren ante los contendientes? Ahora mismo, por efecto aparente del ¨²ltimo debate sobre el estado de la naci¨®n, se dir¨ªa que Zapatero lleva todas las de ganar, sin que pueda descartarse la mayor¨ªa absoluta. As¨ª podr¨ªa deducirse de la buena marcha de la econom¨ªa (variable determinante del voto indeciso) y del grave desprestigio del l¨ªder de la oposici¨®n, en quien ya no conf¨ªan ni siquiera sus bases sociales.
Pero las cosas no son tan simples como parecen a simple vista demosc¨®pica, pues todo depender¨¢ finalmente de las tasas respectivas de abstenci¨®n electoral. Es casi seguro que ninguna de ambas partes lograr¨¢ mantener las cuantiosas cifras de participaci¨®n que obtuvo en 2004, dada la intensa movilizaci¨®n electoral de aquellos tr¨¢gicos idus de marzo. Pero es muy posible que el PP logre retener a sus votantes en mayor medida que sus heterog¨¦neos adversarios, cuyas bases respectivas est¨¢n hoy bastante desmovilizadas. Supongamos que el PP s¨®lo pierda medio mill¨®n de votos respecto a 2004, y que el otro bando pierda dos millones, como es de temer hoy por hoy. Pues bien, en tal caso, a pesar de su desprestigio, Rajoy ganar¨ªa las elecciones.
De modo que la verdadera batalla electoral se decidir¨¢ en el campo de la movilizaci¨®n: aquel que mejor sepa impedir la desmovilizaci¨®n de sus bases ser¨¢ el vencedor. Esto lo saben los estrategas de FAES, que le han escrito a Rajoy un gui¨®n pensado para espolear a los votantes del PP, evitando que ninguno les falle. De ah¨ª su histerismo neocon, que aborda la campa?a como si fuera una cruzada contra el eje del mal rojo-separatista. Y enfrente ?qu¨¦ hacen las fuerzas anti-PP para movilizar a sus bases electorales? Nada en realidad, fuera de negociar el reparto de un bot¨ªn electoral que, como se ha visto con la piel del oso navarro, no est¨¢n sabiendo merecer ni por tanto conquistar.
El incurable optimismo de Zapatero puede llevarle a creer que ya tiene la victoria asegurada. Pero no hay tal. Si no moviliza durante el pr¨®ximo curso pol¨ªtico a ese mill¨®n largo de votantes que le sac¨® al PP el 14-M, perder¨¢ irremisiblemente las elecciones. De ah¨ª la urgencia con que debe afrontar la tarea de dise?ar un aut¨¦ntico programa de movilizaci¨®n electoral, que no se limite a presumir de sus tibias realizaciones en materia de derechos civiles, sino que se atenga a las verdaderas necesidades vitales de sus bases sociales. Y para eso no basta con gestos vac¨ªos de cara a la galer¨ªa, como el espurio cheque natal, sino que hace falta algo m¨¢s, abri¨¦ndose aqu¨ª dos opciones posibles.
La primera alternativa pasar¨ªa por acentuar el radicalismo de la oferta socialista, con propuestas que incluyeran llevar hasta el final la Ley de la Memoria Hist¨®rica, lo que elevar¨ªa el clima de crispaci¨®n provocando la reacci¨®n extremista de un PP que alardea de estar sitiado resistiendo en su nueva Numancia. Es verdad que esto movilizar¨ªa al abstencionismo izquierdista, que se volcar¨ªa en las urnas para impedir el retorno de los hombres de Aznar. Pero tambi¨¦n implicar¨ªa seguir el juego de la ret¨®rica del miedo que s¨®lo favorece al PP, interesado en cultivar la polarizaci¨®n identitaria entre las dos Espa?as. Y frente a eso hacen falta propuestas de centro izquierda pero transversales, que puedan interesar y movilizar al electorado moderado. Como por ejemplo, un verdadero programa de emancipaci¨®n juvenil (y femenina), basado en el acceso a viviendas en alquiler de bajo coste; un verdadero desarrollo de la Ley de Dependencia, creador de medio mill¨®n de empleos en servicios sociales (incluyendo guarder¨ªas en lugar de cheques familiares); y un verdadero programa de lucha contra la corrupci¨®n inmobiliaria, el peor c¨¢ncer que corroe a nuestra democracia.
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