Una propuesta sensata
En medio de tanta insensatez el Ayuntamiento de Barcelona ha tenido una gran idea con respecto al definitivamente maldito asunto del AVE. Las autoridades municipales han propuesto que los ciudadanos puedan visitar las obras en curso. Es m¨¢s: no lo propondr¨¢n sino que lo exigir¨¢n como compensaci¨®n a que el Ministerio de Fomento destripe el centro de la ciudad.
Puede que la propuesta del Ayuntamiento de Barcelona haya sonado a desesperaci¨®n ante el baile de alianzas y traiciones de las distintas fuerzas pol¨ªticas. Puede que parezca un brindis al sol en medio de la descomunal ceremonia de la confusi¨®n que rodea el paso del deseado tren por la ciudad. Puede que sea tenida por una angustiosa demagogia de ¨²ltima hora, cuando ya es imposible reaccionar contra el dineral que el ministerio est¨¢ dispuesto a soltar tras la astuta aprobaci¨®n presupuestaria casi estival. No obstante, sea quien sea el que ha concebido esta propuesta demuestra ser un pol¨ªtico que conoce a los ciudadanos y vela por sus intereses.
El que los ciudadanos puedan visitar las obras del AVE denota que los pol¨ªticos cuidan de sus intereses
?Qu¨¦ gran idea hacer que los vecinos visiten las obras del AVE en estos pr¨®ximos a?os que prometen ser tan interminables que quiz¨¢ se conviertan en d¨¦cadas!
Por encima de todo ¨¦sta es una medida que respeta y acoge una de las principales distracciones, si no placeres, del hombre: ver c¨®mo los dem¨¢s trabajan. Por lo que confirmamos cada d¨ªa en las abundantes obras p¨²blicas o privadas que agujerean la ciudad por todos lados ning¨²n espect¨¢culo concita el inter¨¦s del que despierta la contemplaci¨®n del trabajo ajeno. ?Cu¨¢ntos miles de ciudadanos observan cada d¨ªa, embelesados, c¨®mo las taladradoras rompen una vez m¨¢s el pavimento o c¨®mo las excavadoras se llevan por delante edificios enteros? Si cualquier hoyo bien trabajado ya despierta la imaginaci¨®n de los contempladores, ?podemos imaginar el ¨¦xtasis de la multitud ante el abismo del gigantesco t¨²nel ferroviario?
No es menos importante el que la medida anunciada por el Ayuntamiento significa un salto cualitativo en la profundizaci¨®n de la democracia. Mandar a los vecinos a controlar e inspeccionar las obras es un paso sin precedentes en la confianza de una instituci¨®n hacia el pueblo. El vecino no s¨®lo har¨¢ de ocioso voyeur, como hasta ahora, sino que tendr¨¢ una participaci¨®n activa en las decisiones. Los ingenieros, por ejemplo, deber¨¢n consultarle antes de amagar con un rumbo u otro. Por otro lado, la mezcla de obreros y visitantes puede dar pie a una nueva confraternizaci¨®n de resultados muy positivos aunque lentifique un poco el ritmo de las obras.
Como este ritmo tampoco ha sido muy fren¨¦tico en el pasado es de prever que el porvenir ofrecer¨¢ un tiempo suficiente para acoger muchos acontecimientos. Una vez lograda la confraternizaci¨®n entre visitantes, obreros y t¨¦cnicos, el Ayuntamiento podr¨ªa organizar all¨¢ en el vientre de la ciudad, gincanas, fiestas mayores y acaso, si todo va bien y las obras siguen el ritmo lento deseable, podr¨ªa pensarse en el subsuelo para montar ese gran acontecimiento que Barcelona necesita albergar de tanto en tanto para defender su esencia en el mundo. No ser¨ªa del todo descabellado imaginar una especie de F¨®rum Subterr¨¢neo de las Culturas en el que convoc¨¢ramos a gentes de diversas tradiciones para que se explicaran en el descomunal s¨®tano que habremos ganado a las entra?as de la ciudad.
Pero ser¨ªa sectario, y provinciano, permitir el acceso a las obras del t¨²nel s¨®lo a los vecinos. Como ciudad abierta y hospitalaria tambi¨¦n nuestro subsuelo tiene que ser abierto y hospitalario. Nuestros turistas deben tener barra libre en el t¨²nel del AVE. Se pueden organizar tours entre zanja y zanja, y mucho m¨¢s cuando se acerque el momento emocionante de lo que podr¨ªamos llamar audazmente el Paso bajo el Templo. En lugar de los buses tur¨ªsticos que tanto entorpecen el tr¨¢fico en la superficie, podr¨ªan idear vagonetas, parecidas a las de las minas, que se deslizar¨¢n de maravilla en maravilla: aqu¨ª, se?ores, estamos debajo de la Pedrera; aqu¨ª, se?ores, nos encontramos justo debajo de la Sagrada Familia. Habr¨¢ emoci¨®n y miles de fotograf¨ªas perpetuar¨¢n la hist¨®rica traves¨ªa.
Con el tiempo -?a?os o d¨¦cadas, no lo sabemos!-, con el tiempo el t¨²nel del AVE por el que en el futuro cruzar¨¢ un tren a gran velocidad puede convertirse en un rinc¨®n entra?able de la ciudad. Como los visitantes, tanto vecinos como turistas, ser¨¢n numerosos puede que surjan vistosas infraestructuras a su alrededor. Quiz¨¢ al principio sean modestas: alg¨²n que otro chiringuito. Pero cuando las obras del t¨²nel se asienten y adquieran la p¨¢tina del tiempo ?por qu¨¦ no pensar en bares y restaurantes? La culminaci¨®n ser¨ªa un hotel ¨²nico encargado a un arquitecto estelar, un hotel ¨²nico en el mundo. Al fin y al cabo si en Finlandia hay hoteles de hielo, por qu¨¦ nosotros no podemos ofrecer hoteles acogidos a la b¨®veda de hormig¨®n de un t¨²nel.
Como puede comprobarse, junto a tantas insensateces con relaci¨®n a un tren, junto con el galimat¨ªas t¨¦cnico de los expertos, junto con el oportunismo de pol¨ªticos de tres al cuarto, nuestro Ayuntamiento, por fin, ha dejado que oy¨¦ramos una voz sabia. No nos preocupemos m¨¢s por el trazado del est¨²pido t¨²nel. Que unos preparen sus mochilas y otros, m¨¢s refinados, sus maletas y fantaseen sobre la gran aventura que les espera. ?Qui¨¦n querr¨¢ pasear tranquilamente por las calles pudiendo inspeccionar y controlar lo que ocurre en el subsuelo?
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