Piqu¨¦ se va, los problemas se quedan
Pues no, ¨¦sta no es la cr¨®nica de una dimisi¨®n anunciada. Es, en todo caso, el balance de una renuncia largamente, incomprensiblemente, masoquistamente aplazada. Pero incluso al mejor faquir, un d¨ªa, se le atraganta una tachuela. Y Josep Piqu¨¦, tras haber ingerido durante a?os toda clase de sapos, de vidrios y de cuchillas, no pudo engullir el verse flanqueado, en la preparaci¨®n de los comicios generales de 2008, por tutores como Daniel Sirera y Xavier Garc¨ªa-Albiol (tan aficionado, ¨¦ste, a resolver los problemas a guantazos); todav¨ªa soport¨® menos la interpretaci¨®n humillante con que esos nombramientos fueron filtrados a la prensa, y el estilo chusquero de ?ngel Acebes al imponerlos: "a quien no le guste, que se vaya a casa y no moleste". Y el ex ministro decidi¨®, al fin, marcharse.
Piqu¨¦ tendr¨¢ que responder por qu¨¦ ahora este arranque de dignidad herida Sustituir a Piqu¨¦ por Sirera es como reemplazar a Pl¨¢cido Domingo por Chiquito de la Calzada
Afirmar que, desde su salida del Gobierno en oto?o de 2003, el de Vilanova ha venido soportando dentro del propio ¨¢mbito de la derecha ataques y descalificaciones ins¨®litos incluso en una profesi¨®n tan ingrata, no es ninguna hip¨¦rbole. La transcripci¨®n de cuanto ha dicho o escrito contra ¨¦l Jim¨¦nez Losantos desde su micr¨®fono o su diario digital formar¨ªa una exhaustiva antolog¨ªa de la injuria. Por lo que se refiere a Aleix Vidal-Quadras, ¨¦ste no ha dejado pasar semana sin exhibir su corrosivo desprecio hacia el n¨²mero uno de los populares catalanes. Por ejemplo, unos d¨ªas despu¨¦s de las ¨²ltimas elecciones municipales, y en una entrevista concedida a Libertad Digital Televisi¨®n, el hoy vicepresidente del Parlamento Europeo sentenciaba que "Piqu¨¦ lleva al PP al borde de la extinci¨®n en Catalu?a"; calificaba su pol¨ªtica de "suave, blanda, contemporizadora, pat¨¦tica"; lo describ¨ªa "genuflexo frente al nacionalismo", y, por contraste, ensalzaba al "PP aut¨¦ntico", representado en Barcelona por Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz o en Badalona por Xavier Garc¨ªa-Albiol. Conoci¨¦ndole, es evidente que Vidal-Quadras no se hubiera permitido maltratar as¨ª a un correligionario, a un bar¨®n territorial, sin la venia de algunos despachos sitos en la planta noble de G¨¦nova, 13.
A Piqu¨¦, pues, le sobraban motivos para dar el portazo, y la pregunta que deber¨ªa responder alg¨²n d¨ªa es por qu¨¦ ahora, y no antes, este s¨²bito arranque de dignidad herida. Pero, una vez consumada la crisis, hay dos errores de juicio que convendr¨ªa atajar. Uno es la idea de Piqu¨¦ el m¨¢rtir, v¨ªctima propiciatoria e indefensa del ultramontanismo rampante en el PP. Cuando se afili¨® al partido, cuando acept¨® liderarlo en Catalu?a, el ahora dimisionario sab¨ªa perfectamente d¨®nde se met¨ªa y qu¨¦ suerte hab¨ªan corrido todos sus predecesores, a partir de L¨®pez Rod¨®. Durante cinco a?os, no s¨®lo no intent¨® siquiera cambiar la cultura pol¨ªtica del PP catal¨¢n, sino que -con ligeros matices de tono y lenguaje- ha practicado un d¨®cil seguidismo de la l¨ªnea oficial aznaro-rajoyana, lo mismo exonerando al franquismo que descalificando el Estatuto (de "antigualla de trileros" lo tach¨® el 8 de marzo de 2006) o animando la recogida de firmas contra ¨¦ste, empresa a la que contribuy¨® con una carta personal a todos los afiliados. Quiero decir: que la caverna medi¨¢tica madrile?a lo tildase de catalanista emboscado no significa necesariamente que lo sea, o que haya ejercido como tal.
El otro error es el que pueden cometer militantes, simpatizantes y cuadros del PP catal¨¢n si creen que Josep Piqu¨¦, cual chivo expiatorio, se lleva consigo los problemas de identidad, de ubicaci¨®n y de discurso del partido. Esos problemas son estructurales, cr¨®nicos, de nacimiento. Alguien que los conoce desde la sala de partos, desde 1976 -Manuel Mili¨¢n Mestre- los resum¨ªa recientemente con estas palabras: "O el PP nacional permite de una vez la autonom¨ªa de su hijuela catalana, o es mejor que la liquide". En efecto, la descarnada y permanente supeditaci¨®n del PP catal¨¢n al arbitrio de Madrid lo desacredita ante buena parte del electorado y hace in¨²tiles los fichajes m¨¢s o menos estelares, los giros t¨¢cticos, los esfuerzos propagand¨ªsticos. Adem¨¢s, tal y como est¨¢ configurada la cultura pol¨ªtica catalana, los dos espacios sobre los que el PP catal¨¢n pretende cabalgar -el de la derecha espa?olista pura y el de un centro-derecha tibiamente catalanista- son, a poco que se crispe el debate territorial, incompatibles: aquello que satisface a los votantes adoctrinados por la Cope, eso mismo ahuyenta a los moderados que no sienten la opresi¨®n del "nacionalismo asfixiante"; y viceversa. Es el escollo contra el que han chocado ya 10 o 12 dirigentes sucesivos, incluido Vidal-Quadras; que, aun cuando su autoleyenda sugiera otra cosa, no pas¨® del 13,1% de los votos.
Y ahora, ?qu¨¦? Pues, de momento y seg¨²n todos los indicios, la gris lealtad de Daniel Sirera presidir¨¢ el retorno a lo que don Alejo denominaba semanas atr¨¢s "el PP aut¨¦ntico"; es decir, a un vidalquadrismo sin Vidal-Quadras, a la cantilena de "una sociedad catalana cada vez m¨¢s amordazada e intervenida" (Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz, el pasado lunes) a la que Rajoy, el palad¨ªn de la libertad, redimir¨¢. El d¨ªa en que se hizo p¨²blica la dimisi¨®n de Piqu¨¦, Libertad Digital le desped¨ªa deseando que su sustituto "sea alguien que se preocupe m¨¢s por defender los intereses de sus votantes que por lo que puedan opinar sobre su gesti¨®n los nacionalistas". Al d¨ªa siguiente, el flamante Sirera declaraba: "ha llegado el momento de no dejarnos impresionar por lo que los dem¨¢s digan de nosotros". ?Observan la sinton¨ªa de fondo?
A medio plazo, el panorama es m¨¢s complejo. Porque, con perd¨®n, sustituir a Piqu¨¦ por Sirera es como reemplazar a Pl¨¢cido Domingo por Chiquito de la Calzada. Y ah¨ª est¨¢ Montserrat Nebrera -"la Esperanza Aguirre catalana", seg¨²n algunos amigos suyos-, agazapada, esperando la oportunidad para erigirse en salvadora del PP en Catalu?a. De momento ya ha anunciado que, en oto?o, se afiliar¨¢ junto con mil seguidores. Mil. Tantos como los camicie rosse de Garibaldi en Marsala. Si ¨¦stos conquistaron un reino, bien podr¨ªan los de Nebrera hacerse con el partido; m¨¢xime, despu¨¦s de una derrota en marzo de 2008.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.