Dinamita en la cabeza
Autor, entre otras, de Barroco (1989), Latino Bar (1991) y Dollar Mambo (1993), pel¨ªculas que articulaban su discurso pol¨ªtico y su compromiso con los desheredados a trav¨¦s de una l¨®gica m¨¢s musical que narrativa, el mexicano Paul Leduc cierra su ¨²ltima, ambiciosa y a ratos desconcertante pel¨ªcula con un tema de Tom Z¨¦, Curiosidade, que formaba parte del ¨¢lbum conceptual Com defeito de fabrica?ao (1998). En cierto sentido, la trama (que podr¨ªa ser so?ada o alucinada) de Cobrador: In God We Trust funciona como eco del discurso anti-ut¨®pico del disco de Z¨¦, al tiempo que aplica esos mecanismos creativos que el m¨²sico brasile?o resumi¨® en su particular Est¨¦tica del Plagio. Com defeito de fabrica?ao describ¨ªa una sociedad futura donde los desheredados hab¨ªan sido reciclados como androides por parte del poder econ¨®mico del Primer Mundo, aunque el universo interior de esa clase esclavizada segu¨ªa escapando a su control. En la particular cosmovisi¨®n de Z¨¦, el androide/paria a¨²n pod¨ªa so?ar realidades capaces de desestabilizar a los gestores de su privaci¨®n vital.
COBRADOR (IN GOD WE TRUST)
Direcci¨®n: Paul Leduc. Int¨¦rpretes: Peter Fonda, L¨¢zaro Ramos, Antonella Costa, Milton Gon?alvez. G¨¦nero: Drama. M¨¦xico-Espa?a-Argentina-Gran Breta?a, 2006. Duraci¨®n: 94 minutos.
Si Z¨¦ construye sus sofisticados tapices sonoros reordenando material ajeno, Leduc combina y remezcla cinco relatos del escritor brasile?o Rubem Fonseca para construir su disonante sinfon¨ªa de la violencia. La acci¨®n transcurre entre Nueva York, M¨¦xico, Buenos Aires, R¨ªo de Janeiro y Miami entrecruzando los caminos de un minero transmutado en asesino azaroso, una reportera argentina con secreto familiar a cuestas, un polic¨ªa brasile?o corrupto y amancebado con una vengativa prostituta y un enigm¨¢tico (y vamp¨ªrico) empresario de clase alta, con el rostro de Peter Fonda, que atropella mujeres y compra fetos abortados para someterse a extra?as curas de rejuvenecimiento.
Podr¨ªa malinterpretarse esta pel¨ªcula como una suerte de explotaci¨®n autoral de Babel (2006): ambos trabajos parecen compartir la voluntad de construir una cosmovisi¨®n de la violencia, pero la mirada de Leduc es bastante m¨¢s antip¨¢tica (o agresiva) y visiblemente menos obvia y, por pura cuesti¨®n de fechas, las coincidencias no pueden ser sino casuales. Los cuentos de Fonseca, escritos a lo largo de la d¨¦cada de los setenta y recogidos en diversos libros del autor, son, en manos de Leduc, premonici¨®n de un presente donde desheredados y poderosos comparten el com¨²n idioma de la violencia. No es un plato para todos los gustos, pero la propuesta de Leduc -empa?ada por algunas soluciones formales que suenan a posibilismo de producci¨®n- merece ser atendida.
Babelia
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