Exilio controlado

Los grandes viajeros suelen ser grandes dibujantes. Los grandes dibujantes hacen posible el viaje. Cuando viajar es viajar -un exilio controlado, m¨¢s all¨¢ de la masificaci¨®n tur¨ªstica-, el dibujo puede ser un arma de cr¨ªtica social y literaria, una escritura, una forma de pensamiento, de acci¨®n. Raymond Chaves y Gilda Mantilla presentan el proyecto Mal de Am¨¦rica en Barcelona, donde de manera particular el dibujo se convierte en un campo de recursos para reflexionar sobre un territorio espec¨ªfico. Los dos artistas, afincados en Lima, comparten con Giorgio Antei la definici¨®n de "morbus americae", "una afecci¨®n del esp¨ªritu que ataca a ciertos habitantes del Viejo Mundo y que se manifiesta como un anhelo de espaciar m¨¢s all¨¢ del Oc¨¦ano y de lo conocido, hasta alcanzar un nuevo mundo; un af¨¢n ambiguo negado por el ansia de regresar a Europa y reafirmado por el impulso irresistible, y si se quiere fatal, de cruzar de nuevo el atl¨¢ntico, una y otra vez hasta la eternidad".

Desde 2005, el proyecto Dibujando Am¨¦rica ha ido descubri¨¦ndose por etapas en la Casa de Am¨¦rica, el Patio Herreriano, la 27? Bienal de S?o Paulo y el Centro Cultural de Espa?a en Lima, configur¨¢ndose a partir de dos viajes por Am¨¦rica Latina; el primero fue una aventura por tierras de Venezuela, Colombia, Ecuador y el norte de Per¨²; el segundo, emprendido el verano pasado, llev¨® a la pareja de artistas en barco remontando el coraz¨®n del gran r¨ªo, plagado de manat¨ªes, delfines y nutrias gigantes, hasta el llamado Trapecio Amaz¨®nico, donde hacen frontera Colombia, Per¨² y Brasil. El resultado descubre cu¨¢n poco cierta es la afirmaci¨®n de que el dibujo es un g¨¦nero menor. Chaves y Mantilla, que desde 2001 trabajan juntos en proyectos m¨®viles (Hagueando, un peri¨®dico con patas, donde conjugan la labor creativa con los est¨ªmulos de contextos locales) han hallado la sem¨¢ntica de su experiencia americana en apuntes, notas, bocetos, fotograf¨ªas, entrevistas, mapas, libros, revistas, discos y materiales did¨¢cticos consultados por los que viajaron, para construir, finalmente, con s¨®lo l¨¢piz y papel, la morfosintaxis de un mundo imaginario hecho de estratos, demarcaciones y cartograf¨ªas que comparten las fronteras de la conciencia humana.

Convencidos del poder propiciatorio del dibujo, que permite anticiparse a la realidad, imaginar y tambi¨¦n borrar (la memoria, el presente), ellos creen adem¨¢s que, tomado como un trabajo, se convierte en un gran mecanismo de defensa frente a las obligaciones y exuberancias del mercado, la fama y su lujuria conyugal. Porque, desde la baranda de un barco, se divisa mejor el panorama.