Chirac: "Mi mejor jefe de comandos"
Para Jacques Chirac, su primer ministro Dominique de Villepin, antes ministro del Interior, antes a¨²n de Exteriores y, entre 1995 y 2002, secretario general de El El¨ªseo y cerebro en la sombra de la presidencia, era "mi mejor jefe de comandos". Alain Jupp¨¦ parec¨ªa compartir la admiraci¨®n, pero la relativizaba: "Ser¨¢ un gran primer ministro... en ¨¦poca de guerra".
Dominique de Villepin, de 53 a?os, nacido en Marruecos, criado entre Venezuela y Nueva York, siempre ha estado dispuesto a desenvainar el sable para defender a la patria amenazada. Bernadette Chirac dudaba de la eficacia de sus maniobras y le sac¨® el sobrenombre de Ner¨®n tras su catastr¨®fico consejo de unas elecciones anticipadas en 1997, las que dieron la mayor¨ªa a los socialistas. La escritora Am¨¨lie Nothomb, que cuenta de s¨ª misma que era una ni?a prodigio cuando su paso por el liceo franc¨¦s de Nueva York, recuerda que en esa ciudad le dijeron: "Nunca hab¨ªamos tenido un alumno tan insoportable como t¨²; s¨®lo un tal Villepin era igualmente engre¨ªdo y brillante". Las dos cosas, el engreimiento y la brillantez, han hundido su carrera pol¨ªtica. Villepin despreciaba a los diputados, a quienes cre¨ªan que la legitimidad ven¨ªa del voto popular, algo que para un tipo tan elegante, buen orador e intelectualmente preparado s¨®lo pod¨ªa conquistarse con demagogia.
Es un perdonavidas en un oficio, el de pol¨ªtico, donde el mejor elogio que pueden hacer de uno es decirle que "tiene instinto asesino". Chirac era un tueur, ese asesino que no perdona a los rivales, que no les deja una segunda oportunidad, que sonr¨ªe siempre pero no tiene piedad. En el caso de Villepin, su excesiva confianza en la brillantez, en el arrebato genial, le ha impedido valorar en su justa medida a quien ten¨ªa enfrente, alguien que nunca tuvo buenas notas mientras estudi¨®, que nunca fue el preferido de la familia, que nunca ha tenido su prestancia ni ha sabido improvisar una frase maligna, alguien que para hacer carrera ha tenido que subir todos los escalones, uno tras otro, de la vida pol¨ªtica: Nicolas Sarkozy.
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