Cuaderno de campo para monta?eros

Jornada uno: Faja Pelay hasta la Cola de Caballo. Por encima de los 1.800 metros aparece el pino negro (Pinus uncinata) y el ariz¨®n (Echinospartium horridum). Jornada dos: Faja Rac¨²n y desv¨ªo a las Clavijas de Cotatuero. Entre los mam¨ªferos que se pueden observar est¨¢n la comadreja (Mustela nivalis), la nutria (Lutra lutra), el sarrio (Rupicapra rupicapra) y el desm¨¢n de los Pirineos (Galemys pyrenaicus)".

Estamos en el parque nacional de Ordesa, y estas anotaciones figuran en el cuaderno de campo suministrado a los hu¨¦spedes por Araceli Sevillano, due?a del hotel que abre camino al macizo emblem¨¢tico de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, en la localidad de Torla. Una discreta valla separa el jard¨ªn dom¨¦stico de ese espacio natural que significan las extensas prader¨ªas circundantes, surcadas por el r¨ªo Ara. El edificio guarda el aspecto de un recio caser¨®n de piedra con el tejado de pizarra, balconcillos y contraventanas de madera, macetas de flores en las ventanas y lucanas abuhardilladas orientadas al sol.

La familia propietaria acredita una experiencia de a?os al frente del negocio y domina como pocos sus gajes. En ese ambiente monta?ero, la est¨¦tica del interior se diluye en los t¨®picos r¨²sticos de la monta?a y la naturaleza pirenaica. El calor de la acogida, ?qu¨¦ bien!, prima sobre cualquier consideraci¨®n de estilo y equipamiento hostelero.

Chimenea en verano

As¨ª cabe tolerar todo ese recargo de mobiliario y objetos decorativos que padece el sal¨®n de estar, con la vajilla de lujo tras una vitrina y tres zonas diferenciadas para charlar, ver la televisi¨®n o leer al calor de la chimenea, que algunas noches en verano el viento de las cumbres anima a tener encendida. El s¨®tano acoge el comedor de desayunos, sin m¨¢s alardes que un abundante buf¨¦.

Amplias y bien amuebladas, las habitaciones repiten el manierismo decorativo del resto de las instalaciones: suelos de tarima crujiente, muebles de madera oscura, colchas y cortinas de borlas estampadas. M¨¢s ruidosas, de d¨ªa, las orientadas a la carretera de acceso al parque (en verano son frecuentes las colas ante la parada de autob¨²s que comunica Torla con la pradera de Ordesa). M¨¢s solicitadas, las abuhardilladas, por su regusto rom¨¢ntico y por las vistas desde la gatera.

"Torla conserva bellos edificios de piedra con t¨ªpicas chimeneas y curiosas ventanas ajimezadas. En su territorio circundante, glaciares, simas y cumbres de m¨¢s de tres mil metros, con el Monte Perdido (3.355) descollante", contin¨²a el cuaderno de campo. Para verlo, el hotel ha dispuesto en el exterior una terraza con mesas para llenar sus p¨¢ginas de apuntes.