Bush y Brown, condenados a entenderse
Los dos mandatarios se re¨²nen por primera vez con la necesidad de pactar una estrategia para Irak
El lugar en el que se encuentran se ha escogido con precisi¨®n diplom¨¢tica para evitar que el primer ministro brit¨¢nico, Gordon Brown, se vea afectado por la solemnidad de la Casa Blanca. Pero el presidente de EE UU, George W. Bush, tampoco ha querido invitar a Brown a su casa en Crawford (Tejas), como hac¨ªa con Tony Blair. Su primera reuni¨®n se celebra desde ayer en Camp David (Maryland), un lugar en el punto medio de la escala que discurre entre la informalidad y lo ceremonioso. En este primer encuentro, Bush y Brown intentan demostrarse a s¨ª mismos que comparten algo m¨¢s que sus iniciales y que est¨¢n condenados a entenderse. Bush se halla en un momento tan delicado, sobre todo en Irak, que no puede perder su alianza con Londres.
A Brown le acompa?an dos diplom¨¢ticos que desaprueban la guerra iraqu¨ª
Es una paradoja que Gordon Brown conozca perfectamente la historia, la pol¨ªtica y la geograf¨ªa de Estados Unidos (suele pasar sus vacaciones en Cape Cod, Massachusetts) y que desde Washington sea contemplado en c¨ªrculos gubernamentales como un aliado incierto, quiz¨¢ problem¨¢tico. La Casa Blanca reaccion¨® con frialdad cuando Brown design¨® a cr¨ªticos de la guerra en Irak para altos cargos de su Gobierno. Incluso los perfiles de ambos l¨ªderes son tan dispares que cuesta creer que un reconocido intelectual como Brown pueda desarrollar una amistad verdadera con alguien entre cuyas aficiones no est¨¢ la lectura.
Sin embargo, Bush y Brown se necesitan mutuamente. La situaci¨®n pol¨ªtica del presidente de Estados Unidos es tan precaria que lo ¨²ltimo que necesita perder -quiz¨¢ lo ¨²ltimo que puede perder- es la estabilidad de su relaci¨®n con el Reino Unido. Para Gordon Brown, una relaci¨®n saludable con Washington puede proporcionarle una estatura pol¨ªtica internacional que compensar¨ªa el dem¨¦rito de haber heredado el cargo sin pasar por las urnas.
Para los analistas, esta cumbre va a poner la relaci¨®n transatl¨¢ntica entre Washington y Londres en el lugar del que nunca deber¨ªa haber salido: el de la normalidad. Con la marcha de Tony Blair, ya no habr¨¢ m¨¢s cumbres del Colgate, como la prensa denominaba a sus encuentros con Bush cuando ¨¦ste desvel¨® que compart¨ªan la misma marca de pasta de dientes.
Brown aceptar¨¢ de buen grado los modales r¨²sticos y desenfadados de Bush, pero no parece dispuesto a cruzar la l¨ªnea que separa la amistad pol¨ªtica de la amistad real. En un comunicado antes de emprender viaje a Estados Unidos, Brown declar¨® de manera intencionadamente impersonal que "la relaci¨®n entre un presidente de Estados Unidos y un primer ministro del Reino Unido siempre ser¨¢ fuerte".
Seg¨²n Henry Kissinger, antiguo secretario de Estado norteamericano, Brown "es una persona extremadamente atenta y con una aproximaci¨®n intelectual superior a la de Tony Blair. El presidente Bush no le ha invitado a Camp David para darle una charla sobre c¨®mo el Reino Unido debe hacer lo que Estados Unidos diga. Quiere escucharle con una mente abierta", ha declarado Kissinger al peri¨®dico brit¨¢nico The Sunday Times.
Oficialmente, Brown y Bush, que tuvieron anoche una cena informal y mantienen hoy un desayuno de trabajo, tienen en su agenda el proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo, la construcci¨®n de un sistema antimisiles, el cambio clim¨¢tico, la liberalizaci¨®n comercial internacional, el conflicto en Darfur y la situaci¨®n pol¨ªtica en Kosovo, Afganist¨¢n, Ir¨¢n e Irak.
Es ese ¨²ltimo cap¨ªtulo del programa el que inquieta a los anfitriones. Aunque Brown ha declarado p¨²blicamente que no va a ordenar una retirada inmediata de las tropas brit¨¢nicas de Irak, sus 5.500 soldados se preparan para ceder a fin de a?o el control de la ciudad de Basora al Ej¨¦rcito iraqu¨ª. Pase lo que pase despu¨¦s en esa ciudad -que podr¨ªa inclinarse hacia el caos-, la opini¨®n p¨²blica brit¨¢nica presionar¨¢ a favor del regreso de sus soldados y con ello certificar¨ªa que la supuesta coalici¨®n que invadi¨® Irak es m¨¢s bien solitaria.
El equipo de pol¨ªtica exterior de Brown, presente hoy en la reuni¨®n de Camp David, est¨¢ compuesto por dos diplom¨¢ticos que han expresado en mayor o menor grado su desaprobaci¨®n hacia la guerra en Irak; de hecho, son legendarios los enfrentamientos ¨¢speros dentro y fuera de la Asamblea General entre quien hoy ocupa el cargo de consejero de pol¨ªtica internacional de Brown, Mark Malloch -que fue hasta hace poco mano derecha en Naciones Unidas del ex secretario general Kofi Annan- y el ex embajador de EE UU ante ese organismo, el belicoso John Bolton.
A lo largo de las ¨²ltimas semanas, otro consejero de Brown, Simon McDonald, ha preparado en Washington la visita de su primer ministro. Algunos de los expertos en pol¨ªtica internacional con los que se ha reunido han relatado el inter¨¦s de McDonald por saber c¨®mo reaccionar¨ªa Estados Unidos ante una eventual retirada de las tropas brit¨¢nicas de Irak. El Gobierno de Brown ha desmentido tambi¨¦n una informaci¨®n del diario brit¨¢nico The Independent sobre la precipitaci¨®n con la que se habr¨ªa preparado este viaje, previsto inicialmente para septiembre, para tranquilizar la inquietud de la Casa Blanca.
Adelant¨¢ndose a los acontecimientos, el portavoz del Gobierno estadounidense, Tony Snow, dijo ayer que Bush y Brown tienen ya "una relaci¨®n muy importante y especial". Brown viaja tambi¨¦n a Nueva York para pronunciar un discurso ma?ana ante la Asamblea General de Naciones Unidas.
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