El cauce y sus afluentes
La reivindicaci¨®n del acuerdo tripartito (PNV-EA-EB) como cauce central de la pol¨ªtica vasca -que se hab¨ªa convertido en tema recurrente, casi obsesivo, para el lehendakari Ibarretxe-, parece haber comenzado a perder fuerza, a tenor de las declaraciones que se han podido escuchar durante los ¨²ltimos d¨ªas. Tras los movimientos habidos para la elecci¨®n de diputados generales en Guipuzcoa y Alava, las se?ales eran m¨¢s que evidentes, y la insistencia del lehendakari en la vigencia y actualidad del mencionado cauce central se asemejaba m¨¢s a aquello de "dime de qu¨¦ presumes y te dir¨¦ de que careces" que a cualquier otra cosa. Pero ahora ya, hasta el propio Ibarretxe ha limitado la amplitud del cauce, reduci¨¦ndolo a una hipot¨¦tica asociaci¨®n PNV-EA y obviando al, hasta ahora, tercer afluente: Ezker Batua.
La alianza tripartita se present¨® en sus inicios como punto medio entre el mundo de ETA-Batasuna por un lado y el tandem Mayor Oreja-Redondo Terreros por otro. Y todo ello bajo la promesa de un programa cuyos art¨ªfices han solido calificar como soberanista y de progreso. Pero m¨¢s all¨¢ de las pol¨ªticas sectoriales llevadas a cabo -algunas de las cuales, por cierto, poco han tenido mucho que ver con el prometido progreso social- el estandarte del gobierno tripartito fue sin duda el plan Ibarretxe. Concebido inicialmente como pista de aterrizaje para unos, y como muro de contenci¨®n frente a otros, el mencionado Plan acabar¨ªa sin embargo convirti¨¦ndose, parad¨®jicamente, en un serio problema para sus promotores. El inesperado voto "repartido" de la izquierda abertzale en el Parlamento Vasco -ni s¨ª, ni no, sino todo lo contrario- empez¨® a complicar las cosas. Y la victoria del PSOE el 14-M acab¨® de rematarlas. El d¨ªa en que Zapatero llam¨® a Ibarretxe para discutir su plan, le puso la alfombra roja en el Congreso, le invit¨® a defenderlo sin presiones ni l¨ªmites de tiempo, y se procedi¨® a su votaci¨®n y rechazo, ese mismo d¨ªa, comenz¨® el declive del tripartito: se hab¨ªa quedado de un plumazo sin programa y hab¨ªa perdido la exclusiva de la centralidad.
Desde entones hasta aqu¨ª, las se?ales de crisis -con mayor o menor impacto medi¨¢tico- no han hecho sino aumentar. Tras el rev¨¦s sufrido por la coalici¨®n PNV-EA en las auton¨®micas de 2005 -planteadas como un plebiscito sobre el rechazado plan Ibarretxe-, los movimientos auspiciados por la direcci¨®n del partido jeltzale hacia la recuperaci¨®n de su espacio natural, renunciando a disputar a Batasuna el suyo, han sido una constante. M¨¢s recientemente, los resultados de las recientes elecciones municipales y forales han servido para evaluar mejor la situaci¨®n de los otros dos afluentes del "cauce". El caso de EA resulta parad¨®jico: all¨¢ donde sus posiciones se alejan m¨¢s del soberanismo defendido por el triparto -caso de Guip¨²zcoa- es donde mejor ha resistido, lo que contrasta por cierto con la p¨¦rdida de votos sufrida por el PNV de Egibar en ese mismo territorio. Como me dec¨ªa un buen amigo, ahora que estamos en ¨¦poca de fichajes veraniegos, Jos¨¦ Jon Imaz deber¨ªa proponer un acuerdo a Bego?a Errazti para intercambiar a Egibar por Galdos.
Finalmente, tampoco las aguas de Ezker Batua -tercer afluente del cauce- parecen discurrir en una direcci¨®n muy clara, si nos atenemos a los posicionamientos que esta fuerza ha mostrado a la hora de constituir ayuntamientos, juntas generales y diputaciones. En estas circunstancias, parece dif¨ªcil sostener con rigor que el tripartito represente hoy en d¨ªa el "cauce central" de la pol¨ªtica vasca, por lo que no es de extra?ar que hasta el propio lehendakari haya tenido que modular su discurso. Por un lado, se trata de un cauce con poca agua, pese al lluvioso Julio que acabamos de dejar atr¨¢s. Y, por otra parte, no parece tan claro que sus afluentes est¨¦n dispuestos a seguir vertiendo en ¨¦l su caudal.
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