Cosas que caen al suelo
El tema de la manzana de Newton huele a serm¨®n del News of the World desde 20 metros de distancia, pero el caso es que muchos historiadores de la ciencia lo consideran veros¨ªmil. Hombre, no que le diera en la cabeza, por el amor de Dios, pero s¨ª que la viera caer en un atardecer de 1666 desde un manzano pr¨®ximo a su ventana en Woolsthorpe Manor, que suena muy bien pero no era m¨¢s que la casa de su madre en Lincolnshire.
En ese momento, como en casi cualquier otro, el joven Isaac estaba pensando en la Luna, y lo que cay¨® sobre su cabeza no fue un objeto. Fue una iluminaci¨®n: que lo que tiraba las manzanas abajo era la misma cosa que sujetaba a la Luna en su ¨®rbita alrededor de la Tierra. Newton le cont¨® esta historia a tres personas de confianza, empezando por su ayudante, yerno segundo y bi¨®grafo primero, John Conduitt. Yo me la creo porque volvi¨® a ocurrir 250 a?os despu¨¦s.
T¨² puedes ir jugando al ping-pong en un barco (supongo), o tirando una pelota al aire en el AVE. Aunque el tren se est¨¦ moviendo, la pelota no "se queda atr¨¢s" cuando abandona tu mano. Si llevas bien atornillado el iPod con los 50 cent, no tienes forma de saber si el tren est¨¢ en la estaci¨®n o a medio camino entre Ciudad Real y C¨®rdoba. Hasta ah¨ª hab¨ªan llegado entre Galileo y Einstein en 1905.
Pero f¨ªjate en que no he dicho "saliendo de Ciudad Real", ni "llegando a C¨®rdoba", porque ah¨ª s¨ª que no hay iPod de 50 d¨®lares que te pueda ocultar el hecho "evidente" de que el AVE est¨¢ acelerando (o frenando, que es acelerar con signo menos). ?sta era la Luna de Einstein en 1906, y su manzana fue un ascensor.
Lo que tienen de particular los movimientos acelerados -lo que los diferencia de todas las dem¨¢s situaciones: estar parado o movi¨¦ndose a velocidad constante- es que "se notan". El tipo que va al volante ve el sem¨¢foro en ¨¢mbar, pisa a fondo para salt¨¢rselo y t¨² sientes que te haces uno con el respaldo de tu asiento. En ese momento aparece un guardia y del frenazo te comes el parabrisas, el salpicadero y hasta el guardabarros (se han dado casos). Los volantazos son otra forma de acelerar, porque "acelerar" es apartar al coche de su abulia, y ¨¦sta no s¨®lo consiste en ir a 80 kil¨®metros por hora, sino tambi¨¦n en ir siempre al frente. De ah¨ª que los volantazos tambi¨¦n se noten.
Es chocante que fuera Einstein la primera persona en darse cuenta -"la idea m¨¢s feliz de mi vida", seg¨²n su propia descripci¨®n- de que hay una notabil¨ªsima excepci¨®n a esa regla de que las aceleraciones "se sienten". Si te subes a un ascensor montado en una b¨¢scula de ba?o y le das al cuarto piso, te ver¨¢s engordar 10 o 12 kilos mientras el ascensor acelera (recuperar¨¢s la l¨ªnea a la altura del segundo o por ah¨ª). M¨¢s agradable es el arranque del viaje de vuelta, desde luego, cuando pierdes esa docena de kilos, tambi¨¦n durante un piso. Pero si te cortan el cable, la b¨¢scula no marca tu peso, ni 10 kilos m¨¢s ni 10 menos ni mitad de cuarto: marca exactamente cero. Y t¨² no "sientes" nada. En ca¨ªda libre, la situaci¨®n es exactamente como si un duende verde hubiera desconectado la fuerza de la gravedad por arte de magia. La tasa de reconexi¨®n, naturalmente, te espera unas docenas de metros m¨¢s abajo.
Einstein escribi¨® mucho m¨¢s tarde: "Estaba sentado en la oficina de patentes de Berna, en 1907, cuando de repente me vino una idea: si una persona cae en ca¨ªda libre no sentir¨¢ su propio peso. Qued¨¦ sorprendido. Esa sencilla idea me caus¨® una profunda impresi¨®n y me impuls¨® hacia una teor¨ªa de la gravitaci¨®n". ?Por qu¨¦ todas las aceleraciones se sienten menos la que imprime la gravedad? La respuesta deb¨ªa ser, se dijo Einstein, que la aceleraci¨®n y la gravedad son "lo mismo" en alg¨²n sentido profundo. La expresi¨®n formal de esta idea -las leyes f¨ªsicas son las mismas en un sistema de referencia acelerado que en un campo gravitatorio- se conoce como "principio de equivalencia", y es el germen de la m¨¢s fundamental de las teor¨ªas de la f¨ªsica contempor¨¢nea, la relatividad general. Formalizar matem¨¢ticamente esa teor¨ªa le llevar¨ªa a¨²n a Einstein 10 a?os de desesperaci¨®n. Y contratar a su amigo Marcel Grossmann para que desempolvara los cruciales hallazgos geom¨¦tricos que el gran Bernhard Riemann hab¨ªa logrado 60 a?os antes. Seg¨²n la relatividad general que sali¨® de todo ello, los objetos deforman el espacio y el tiempo (el espacio-tiempo) de su entorno, como una bola de petanca deforma una cama el¨¢stica. Si hay otra bola de petanca rodando por las proximidades, la deformaci¨®n har¨¢ que caiga en espiral hacia la primera (y viceversa). Esas danzas geom¨¦tricas de los objetos -manzanas, planetas, galaxias- abandonados a una ca¨ªda libre perpetua por las sinuosas pendientes del espacio-tiempo, esa coreograf¨ªa c¨®smica es lo que los mortales hab¨ªan percibido torpemente como "gravedad" hasta 1916.
Por favor, ?a alguien se le ocurre una pregunta tonta? Pero "realmente" tonta, ?eh?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.