Postales del Madrid de la 'movida'
Itinerario tras la estela del rock urbano de los setenta y ochenta
Existe un Madrid que oculta fabulosas aventuras musicales en sus rincones. Se trata de la metr¨®poli que vio nacer la dichosa movida, pero tambi¨¦n el rock urbano de los setenta, las corrientes culturales que encontraban impulso en los colegios mayores o la chuler¨ªa barrial que a¨²n hoy sigue llenando estadios.
El que sigue es un itinerario alternativo y absolutamente oficioso. Para empezar, situ¨¦monos en la calle de la Palma, en pleno coraz¨®n del castizo Malasa?a. V¨ªa angosta, inc¨®moda y ajetreada como pocas, alberga a¨²n hoy, en perfecto estado de revista, el bareto m¨¢s tarareado por las tres ¨²ltimas generaciones. ?Acaso alguien no ha entonado, con mayor o menor fortuna, aquellas l¨ªneas de La chica de ayer: "Luego por la noche al Penta a escuchar / canciones que consiguen que te pueda amar"?
Malasa?a, Rock-Ola, Nacha Pop, Alaska, La Mandr¨¢gora, El Argonauta... Nombres y rincones de una ciudad donde hace 30 a?os naci¨® una cultura musical y rockera que contin¨²a.
Peregrinaje
Pero La Palma no es s¨®lo lugar de peregrinaje obligado para los seguidores de Nacha Pop, sino tambi¨¦n para los sabiondillos que rescaten del olvido a La Rom¨¢ntica Banda Local, grupo de culto (o sea, muy minoritario) que dedic¨® la portada de su primer ¨¢lbum, en 1978, a esta misma calle. Curioso comprobar que no han cambiado tanto las cosas respecto al original del dibujante C¨¦sar Bobis, salvo que los coches ya no son Dyane 6 y que no hay manera de localizar aquel cartel que publicitaba remedio para las enfermedades ven¨¦reas desde una primera planta.
Sin movernos de La Palma, podemos a¨²n husmear un rato por la Escuela de M¨²sica Creativa, algo as¨ª como el Conservatorio para los m¨²sicos que reniegan de la tan secular y clasicista ense?anza tradicional. Desde hace 21 a?os, la EMC se ha erigido en cantera de rockeros y jazzistas (No Reply, los ¨²ltimos ganadores del certamen de rock Villa de Madrid, se fraguaron en sus aulas), lo que proporciona a sus inmediaciones y al caf¨¦ adyacente, El Pobre Gaspar, una deliciosa efervescencia contracultural. Lo mejor sucede a ¨²ltima hora de la tarde, cuando los grupos emergentes o el apabullante coro de gospel ensayan en un aula que da a la calle.
Madrid nunca se ha cre¨ªdo del todo su papel seminal en muchos de los cotarros musicales de las cinco ¨²ltimas d¨¦cadas. De hecho, jam¨¢s ha concebido rutas rockeras: nada remotamente parecido a lo que metr¨®polis como Liverpool o Glasgow se inventan para presumir de hitos urbanos con reminiscencias musicales. La capital mesetaria carece, en efecto, de unos estudios Abbey Road para fotografiarse junto a su paso de cebra, o de un club tan m¨ªtico como The Cavern. Aqu¨ª, la ¨²nica sala de resonancias m¨ªticas fue el Rock-Ola, en el 5 de la calle de Padre Xifr¨¦ (en Prosperidad, junto al edificio de Torres Blancas), hoy reconvertida en un supermercado Dia sin que ninguna triste placa haga all¨ª menci¨®n de que aqu¨¦l fue el epicentro del Madrid desenfrenado y jaranero, almodovariano, de la movida.
Precisamente una placa es lo que se echa en falta en La Palma, 14, el vecindario donde vivieron y trabajaron los a?orados Juan y Enrique Costus, pareja de dise?adores y pintores. All¨ª se expidi¨® el certificado de nacimiento de la movida (McNamara dixit), y ser¨ªa un detallazo recordarlo. Aunque todo depende de qui¨¦n cuente la pel¨ªcula: el cantante Fernando M¨¢rquez, El Zurdo, prefiere pensar que aquella legendaria etapa arranc¨® exactamente el 16 de octubre de 1977, la misma tarde que ¨¦l y una casi imp¨²ber Alaska acertaron a coincidir con Carlos Berlanga y Nacho Canut en la plaza del General Vara del Rey.
De aquel encuentro por la zona del Rastro acabar¨ªan surgiendo Kaka de Luxe y m¨¢s tarde Pegamoides, Dinarama y hasta los actuales Fangoria. Quiz¨¢ hicieran falta un par de insignias para contentar a las diferentes corrientes de opini¨®n. A d¨ªa de hoy, lo ¨²nico seguro es que no hay ninguna.
Puesto que tanta querencia hemos mostrado por la calle de la Palma, paseemos desde all¨ª hacia la calle de San Bernardo, donde La Gramola ha abierto una nueva sucursal. Nada como una tienda de discos de segunda mano para rastrear lo que Madrid ha sido e intuir todo lo que a¨²n podr¨ªa llegar a ser. La m¨ªtica del sector es La Metralleta, con sus (literalmente) cientos de miles de ejemplares de todos los precios.
Pero la mejor relaci¨®n calidad-precio se encuentra en las dos Gramolas y en Killer's, en plena calle de la Montera. Su propietario, Jos¨¦ Luis, es m¨¢s un consejero que un comerciante. Si usted busca algo y no lo encuentra, all¨ª puede probar a tararearlo. A veces funciona.
Escudri?ando vinilos en Killer's, La Gramola o La Metralleta (Yunke es m¨¢s cutre), podemos redescubrir que la ciudad acu?¨® hasta un marchamo de calidad propio, el sonido Torrelaguna, en alusi¨®n a la calle donde se encontraban los estudios de Hispavox. No eran Abbey Road, pero ni aquellos equipos ni su director, Rafael Trabuchelli, los desmerec¨ªan. En Torrelaguna se encuentran hoy las oficinas de otra discogr¨¢fica, Universal Music.
Huellas de La Mandr¨¢gora
Tambi¨¦n los viejos elep¨¦s nos pueden arrojar luz sobre el papel que el Vips de Princesa desempe?¨® en el nacimiento del rock urbano: all¨ª fue donde el argentino Moris, reci¨¦n huido de la dictadura militar, compuso gran parte de su disco Maneras de vivir y donde persuadi¨® a Burning de que se pod¨ªa componer rock en lengua castellana. Mueve tus caderas o ?Qu¨¦ hace una chica como t¨² en un sitio como ¨¦ste? son buena prueba de ello.
Molar¨ªa tener tiempo para documentarse en El Argonauta, la primera librer¨ªa musical monogr¨¢fica. O visitar la calle del Salitre, donde vivi¨® Quique Gonz¨¢lez y pari¨® su ¨¢lbum Salitre 48. O marchar desde all¨ª a la Cava Baja, donde podemos buscar las huellas del bar La Mandr¨¢gora, que estaba en el 42 y fue inmortalizado por el disco de Sabina, Javier Krahe y Alberto P¨¦rez.
Y todo ello con el MP3 escupiendo como banda sonora el Madrid del d¨²o Pereza, para algunos el ?Qu¨¦ hace una chica...? de nuestros d¨ªas. No, ni Rub¨¦n ni Leyva saben de plaquitas, pero ellos tambi¨¦n frecuentan las tiendas de discos viejos. Eso, y que alguna fan les terminar¨¢ levantando un monumento.
Fernando Neira, es coautor, junto a Tito Lesende, del libro 201 discos para engancharse al pop-rock espa?ol (Ediciones Autor)
GU?A PR?CTICA
Informaci¨®n
- www.esmadrid.com.
Compras
- Discos Killer's (www.discoskillers.com; 915 21 44 33). Montera, 28.
- Discos La Gramola. Postigo San Mart¨ªn, 4.
- Discos Yunke (915 32 65 73). Arenal, 20.
- Discos La Metralleta (915 32 52 24). Plaza de las Descalzas.
- Librer¨ªa El Argonauta
(915 43 94 41). Blasco de Garay, 47.
Beber y comer
- Penta Bar (914 47 84 60). Palma, 4.
- El Sol (915 32 64 90). Jardines, 3.
- V¨ªa L¨¢ctea (914 46 75 81). Velarde, 18.
- Vips (915 42 15 78). Princesa, 5.
- El Pobre Gaspar. Palma, 33.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.