Malague?a y exquisita
"Mary Paz, malague?a y exquisita", rezaba una pancarta. Menuda papeleta; y no por lo primero, que a mucha honra, sino por lo de exquisita. ?Se puede ser exquisita con una corrida de Murteira Grave, seria y astifina, pero sin clase, mansa y descastada? Por lo que demostr¨® Mari Paz, no. Es torera querida en su tierra, valiente y muy decidida; da la impresi¨®n de poseer cualidades, pero le falt¨®, quiz¨¢, dar el paso que distinguen a los buenos toreros de las figuras.
Su primero tard¨® un minuto en convertirse en una aut¨¦ntica piltrafa, una masa informe de carne que hac¨ªa ¨ªmprobos esfuerzos para no despanzurrarse en la arena. Esos sesenta segundos los aprovech¨® la torera para dibujar cuatro ver¨®nicas con las manos bajas, adelantando la pierna contraria, con las que evidenci¨® que el de la exquisitez no iba descaminado. Pero el toro se hundi¨®, dicho queda, y la torera s¨®lo pudo demostrar voluntad y ¨¢nimo ante una caricatura de animal bravo. Fue la suya una labor aseada que afe¨® gravemente porque se regal¨® a s¨ª misma una vuelta al ruedo, impropia de la dignidad de un torero. Sencillamente, porque su voluntarioso quehacer no fue merecedor de premio.
Murteira/Vega, Vilches, Gal¨¢n
Toros de Murteira Grave, bien presentados, de escasa fuerza, mansos, descastados y sin clase. Mari Paz Vega: estocada baja (vuelta); pinchazo y media baja -aviso- (ovaci¨®n). Luis Vilches: casi entera (ovaci¨®n); casi entera -aviso- y descabello (oreja). David Gal¨¢n: pinchazo hondo y casi entera (ovaci¨®n); casi entera y un descabello (ovaci¨®n). Plaza de la Malagueta. 8 de agosto. Primera corrida de feria. Media plaza.
Pero lo de exquisita qued¨® en entredicho en el cuarto, el m¨¢s manejable del encierro. No se atrevi¨® con el capote, se inhibi¨® en los quites, y le sobr¨® movimiento a sus zapatillas. Fue toda ella un torero sin orden en la cabeza, irregular, y sin el coraz¨®n necesario para alcanzar el triunfo. Traz¨® alg¨²n muletazo estimable en el marco de una pelea carente de brillantez. Al final, tir¨® la muleta, se desplant¨® y parte del p¨²blico grit¨® aquello de "torera, torera", los mismos que le pitaron cuando Mari Paz intent¨® dar otra inmerecida vuelta al ruedo.
Tiene, sin embargo, m¨¢s planta de exquisito el utrerano Luis Vilches, que no acaba de encontrar la horma que lo pasaporte a los primeros puestos del escalaf¨®n. Su primero fue un manso de los llamados de libro, que huy¨® despavorido del piquero. Vilches se plant¨® en el centro del ruedo y all¨ª lo esper¨® con los pies muy firmes en el albero para robarle muletazos con enorme gallard¨ªa. No fue una faena maciza, porque no hab¨ªa colaborador, pero no le perdi¨® la cara y estuvo muy encima de las negativas condiciones del manso animal. Menos dificultades le plante¨® el quinto, al que enjaret¨® algunas tandas meritorias, aunque falt¨®, quiz¨¢, la quietud que derroch¨® en su primero. Se tir¨® a matar por derecho y se gan¨® una tremenda voltereta que, afortunadamente, no pas¨® del susto. Su voluntad y su buen hacer en algunos momentos de la faena fue premiada con una oreja.
Y, desde luego, no es exquisito David Gal¨¢n, pero no le faltan arrestos y ganas de triunfo, lo cual es muy de agradecer. Es Gal¨¢n un torero muy joven, trepidante y el¨¦ctrico con los enga?os. En un abrir y cerrar de ojos enjaret¨® varios capotazos al primero, que el pobre animal ni se enter¨®. Ni el animal ni el p¨²blico. Con la muleta se coloca de forma ventajista, pero a ese primero le arranc¨® muletazos acelerados con los que se justific¨® ante su p¨²blico. Sali¨® en el sexto a por todas -a fin de cuentas, torea poco-, y esforz¨® por agradar. El toro era una pifia y, a pesar de la voluntad del malague?o, todo qued¨® en una cari?osa despedida.
Trabaj¨® de lo lindo la banda de m¨²sica, que ofrece tanta calidad como ausencia de conocimientos taurinos. M¨¢s que para acompa?ar grandes faenas parec¨ªa dedicada a espantar los aburrimientos que propici¨® una mansa e inv¨¢lida corrida de Murteira que s¨®lo se salv¨® por la fachada de unos pitones astifinos y una seria estampa.
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