Los fantasmas de Tint¨ªn
Un congole?o afincado en B¨¦lgica demanda a Moulinsart por publicar una obra "racista"
Mbutu Mondondo naci¨® y creci¨® en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. Hasta que un buen d¨ªa, hace 15 a?os, sus padres lo enviaron a B¨¦lgica para ampliar sus estudios y labrarse un futuro mejor. Estos a?os, en los que ha compaginado estudios de ciencia pol¨ªtica con trabajos de todo tipo, le han servido a Mondondo para darse cuenta de que B¨¦lgica "no ha sido capaz de asumir la responsabilidad" de un pasado colonial manchado de sangre. El reinado de Leopoldo II en el Estado Libre de Congo a partir de 1885 y la posterior fundaci¨®n del llamado Congo belga, que se cobraron la vida de millones de africanos, forman parte de la historia m¨¢s sangrienta del colonialismo europeo. Mondondo quiere que B¨¦lgica se enfrente cara a cara con su pasado y por eso acaba de llevar ante la justicia a Moulinsart, la sociedad que posee los derechos de Herg¨¦, el dibujante que creo al reportero belga m¨¢s famoso: Tint¨ªn.
"Venga, pandilla de perezosos, a trabajar", increpa el perro 'Mil¨²' a unos aldeanos del antiguo Congo belga
El documento que este congole?o de 38 a?os ha depositado ante el Tribunal de Primera Instancia de Bruselas dice que la aventura africana del joven periodista, Tint¨ªn en el Congo, es un libro "racista y xen¨®fobo" y pide su retirada de las librer¨ªas. "Hay vi?etas de Tint¨ªn en el Congo que considero inadmisibles. Es pura propaganda colonialista", cuenta Mondondo en un caf¨¦ bruselense. Abre el libro, en su edici¨®n coloreada, no la original en blanco y negro, de 1931, y pasa una a una las p¨¢ginas. Se detiene en la 20. Dice que ah¨ª es donde surgen sus "verdaderos problemas de conciencia".
Ah¨ª, en la p¨¢gina 20, Tint¨ªn, de viaje por las profundidades del Congo belga, choca su coche contra un tren. Curiosos, los aldeanos de un poblado cercano rodean al joven reportero, que enseguida les pide de malas maneras que se pongan a trabajar y que retiren la locomotora. El jefe del poblado, medio disfrazado de monarca, dice que est¨¢ cansado. Y es el inseparable Mil¨², el perro que acompa?a a Tint¨ªn en todas sus aventuras, el que arrima el hombro. "Venga, pandilla de perezosos, a trabajar", se lee en un bocadillo que sale de la boca del animal. Al final, los aldeanos echan una mano, mientras Tint¨ªn mira c¨®mo los dem¨¢s trabajan.
Mondondo echa mano de documentos de la ¨¦poca, que muestran c¨®mo en 1910 un belga, el director de los ferrocarriles de Katanga (al sur de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo) pidi¨® por escrito ayuda a las autoridades belgas para que obligaran a trabajar a "los negros de car¨¢cter perezoso". "Una comisi¨®n parlamentaria belga hab¨ªa prohibido dos a?os antes el uso de la fuerza con los trabajadores y Herg¨¦, sin embargo, no tiene reparos en defenderla", se indigna este hombre, asustado ante la repercusi¨®n de su demanda, que ha despertado el inter¨¦s de radios, televisiones y peri¨®dicos de medio mundo.
Este congole?o se anim¨® a llamar a las puertas de la justicia despu¨¦s de que la comisi¨®n brit¨¢nica para la igualdad racial denunciara el mes pasado lo que consideraba contenido "racista" del tebeo, lo que llev¨® a librer¨ªas en el Reino Unido y en EE UU a desplazar la obra de Herg¨¦ a la secci¨®n de adultos.
El propio Georges Remi, m¨¢s conocido como Herg¨¦, reconoci¨® que, a sus 23 a?os, cuando escribi¨® Tint¨ªn en el Congo, pec¨® de ingenuo, que se trat¨® de una obra de juventud y que hay que interpretarla en el contexto hist¨®rico de la ¨¦poca. Que hay que considerarla un retrato de la imagen que se ten¨ªa en la ¨¦poca del Congo belga, pa¨ªs que no logr¨® la independencia hasta 1960. Y es en estas declaraciones del autor en las que fundamenta su defensa Moulinsart: "Herg¨¦ no reneg¨® de su libro y nosotros no queremos contradecir su voluntad", explica Marcel Wilmet, portavoz de la sociedad consagrada a la obra de Herg¨¦, con sede en Bruselas. Y cita como ejemplo otras obras de juventud como Tint¨ªn y los s¨®viets o Tint¨ªn en Am¨¦rica, donde los comunistas y los indios son los malos y los americanos y cowboys, los buenos.
Pero a Mondondo no le interesa demasiado la evoluci¨®n hist¨®rica del artista. S¨ª le interesa que los belgas "se enfrenten cara a cara con su pasado y que en las escuelas belgas se ense?e la historia de una colonizaci¨®n que caus¨® millones de muertos". Dice que con su demanda quiere decirle a los belgas que "la historia no se puede explicar a trav¨¦s de vi?etas que minimizan lo que pas¨®. Hay que abrir el debate, y, si no lo abrimos hoy, los j¨®venes africanos, que todav¨ªa hoy sufren en Europa el racismo, lo abrir¨¢n ma?ana no sabemos muy bien c¨®mo".
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