Los europeos tambi¨¦n hacen cola
Cientos de ciudadanos de la UE soportan largas filas para conseguir documentos de residencia
"No cojas el tel¨¦fono nunca": primer mandamiento del bur¨®crata. Lo tiene bien clavado en su mente Luc¨ªa, nacida en Argentina, ciudadana italiana y residente en Espa?a desde hace m¨¢s de 17 a?os. Lleva un mes llama que te llama al n¨²mero de informaci¨®n de la Oficina de Extranjeros de la plaza del Campillo del Mundo Nuevo, al lado de la Puerta de Toledo. Tiene que pedir una cita para renovar la tarjeta que la identifica como extranjera en Espa?a, explica. Nadie le coge el tel¨¦fono y por eso ha ido directamente a esta oficina del Ministerio del Interior. Ha dado con una fila que da la vuelta a la manzana.
"Nadie me puede obligar a pasar toda una noche en la calle", reclama una italiana
No s¨®lo los espa?oles hacen cola. Los tr¨¢mites para renovar el DNI o sacarse el pasaporte colapsaron las 29 comisar¨ªas que expiden estos documentos en Madrid, en las semanas de julio, antes de la masiva operaci¨®n salida. Los extranjeros, que por entonces tambi¨¦n desbordaban las oficinas dedicadas a tramitar sus documentos, siguen fieles a las colas, como si no hubiera vacaciones. La oficina de Campillo del Mundo Nuevo se dedica, desde mediados de julio, a aliviar la carga de la de la calle de General Pardi?as (ahora destinada s¨®lo a ciudadanos extracomunitarios, b¨²lgaros y rumanos). En esta nueva sede, los ciudadanos de la UE (excepto los nacionales de los dos ¨²ltimos pa¨ªses miembros) buscan los papeles necesarios para vivir o trabajar en Espa?a: precisan el n¨²mero de identificaci¨®n de extranjero (NIE).
Luc¨ªa lleg¨® ayer sobre las ocho de la ma?ana, una hora antes de la apertura de la oficina. Para entonces, unas 150 personas formaban una cola desordenada que bordeaba la manzana, y acababa en la calle de Mira el R¨ªo Baja. Algunos estaban sentados en el suelo, otros apoyados en los coches aparcados, todos yendo y viniendo de un bar cercano, guard¨¢ndose rec¨ªprocamente el sitio. La fila serpenteaba al lado de un par de talleres mec¨¢nicos y un videoclub de pel¨ªculas pornogr¨¢ficas. A Luc¨ªa le bast¨® con preguntar a dos personas que bostezaban para enterarse de que cada ma?ana, al filo de las nueve, los funcionarios reparten 60 n¨²meros a los primeros de la fila. S¨®lo ellos podr¨¢n acceder al gran edificio amarillo y obtener una cita para tramitar su documentaci¨®n. Pero ellos llevan toda la noche esperando que llegue ese momento.
El funcionario reparte los n¨²meros. A Luc¨ªa no le toca, pero sube la escalera que lleva al templo burocr¨¢tico, escoltada por un polic¨ªa con chaleco fosforescente y vuelve a bajar con una hoja rosada. Es para reclamar. "No puedo creer que el Estado me obligue a pasar la noche durmiendo en la calle. Pago impuestos y tengo derechos. Esto es inhumano", escribe antes de marcharse indignada.
Lorenzo Parra acaba de pasar su segunda noche en vela. A las cinco de la ma?ana del jueves lleg¨® delante de la oficina, pero ya ten¨ªa m¨¢s de 60 personas por delante y se qued¨® sin n¨²mero. Volvi¨® por la noche a las 23.00. Aprieta entre los dedos un papel con el n¨²mero 3. Este alba?il espa?ol de origen dominicano viene para intentar arreglar la documentaci¨®n de su hija. "La peque?a necesita sus papeles... pero es demasiado duro", dice frot¨¢ndose los ojos. Este n¨²mero le permite ser atendido en la oficina donde le dan una cita para el 17 de septiembre, dentro de cinco semanas.
El n¨²mero de atenci¨®n telef¨®nica est¨¢ colgado al lado de la entrada, lo repiten de memoria los que esperan, lo impugnan escrito en grandes letras los 250 que ya tienen una cita. El Ministerio del Interior recomienda solicitar informaci¨®n y cita por tel¨¦fono. Fuentes policiales insisten en que el servicio funciona y que el problema es que la gente va directamente a la oficina. Pero ayer el 91-3226919 son¨® ocupado todo el d¨ªa. Como si alguien estuviera hablando al otro extremo del cable, sin parar, incluso despu¨¦s de las 14.30, cuando la oficina cierra. Como si estuviera descolgado, probablemente.
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