De Lucifer, nada
El brazo retorcido y roto, los pies en el aire, el cr¨¢neo hundido en el cemento y las alas ya sin fuerza. Incrustado cabeza abajo en una azotea frente al mercado de San Miguel, ha aterrizado un hombre alado y desnudo.
La escultura turquesa desaf¨ªa la gravedad y la especulaci¨®n de los vecinos con los que comparte edificio. "No sabemos de d¨®nde sali¨®, habla con la chica del cuarto", recomienda la del primero. "S¨¦ que lleva tiempo ah¨ª, ?pero cu¨¢nto?", pregunta intrigado Antonio, el de la tienda de caballero que hay en el bajo. "Para m¨ª que es m¨¢s ?caro que el ?ngel Ca¨ªdo", aventura Aitor, vecino del ¨¢tico. "Apareci¨® una ma?ana de invierno; cuando despert¨¦ hab¨ªa un culo met¨¢lico frente a mi ventana", dice. Desde su piso ve a la gente sacando fotos a la estatua, pregunt¨¢ndose, como ¨¦l, si all¨¢ arriba se ha estrellado el hijo de D¨¦dalo, o Lucifer. Y, ?cu¨¢ndo pudo ocurrir?, ?c¨®mo han podido pasar por all¨ª 20 veces sin haberse fijado nunca? La gente normalmente camina mirando al suelo.
"Ni ?caro, ni el diablo. Es un aviador distra¨ªdo". Palabra del artista, Miguel ?ngel Ruiz. El t¨ªtulo de la obra es Accidente a¨¦reo. ?Pero cu¨¢l es su historia?
Toda narraci¨®n tiene dos versiones; el mito y la cr¨®nica. "Las palabras y las explicaciones empeque?ecen las cosas", dice el escultor que tiene manos grandes de escultor y la cabeza quemada. Acaba de volver del Kilimanjaro, "donde duermen los dioses". A pocos metros de la cima, se dio la vuelta. No quiso hacerse una foto de sonrisa tonta que destruyese la magia. Es normal entonces que cuando se le pregunta por la historia de la estatua, ¨¦l conteste con el mito: "Hace 10.000 a?os un hombre alado sale a dar una vuelta, y al volver, volando tranquilamente de espaldas, mientras toma el sol, no se percata de que en el prado que aterriza siempre ha crecido toda una ciudad. El resultado es este accidente; una escultura del despiste, una estatua pre-Samur".
Incluso los mitos tienen su l¨®gica: "Hoy entendemos dabuten el vuelo cotidiano, pero hace 100 a?os, que yo cene un d¨ªa en Nairobi y desayune al siguiente en Madrid, habr¨ªa parecido cosa de marcianos", dice Ruiz con deje de Chamber¨ª y pinta de rockero. "El tiempo es s¨®lo un concepto cerrado por el lenguaje. Abr¨¢moslo. ?Por qu¨¦ no creer que, en otro tiempo, un tipo tarda miles de a?os en ir a por el pan?".
En la cr¨®nica, las preguntas son m¨¢s prosaicas.
?Qu¨¦ es? Una escultura de bronce con p¨¢tina de cobre de "rollo neocl¨¢sico". "Desde la azotea ves todas las estatuas del skyline", dice Ruiz, "fue como colocarles un primo nuevo,
el bicho deb¨ªa convivir con ellas; y as¨ª camuflado, con el paso de los a?os, sera complicado saber cu¨¢ndo lleg¨®".
?Y cu¨¢ndo lleg¨®? "En enero de 2005, aunque un huevo de gente a¨²n no la ha visto".
?D¨®nde est¨¢? Milaneses, 3, esquina con Mayor, en una preciosa cornisa del centro de Madrid. "Me da igual el sitio", dice el artista, "hay que comer y todas las esquinas son importantes".
?C¨®mo lleg¨® all¨ª? La finca es de la inmobiliaria Donato Lasa, propiedad de dos hermanos clientes y amigos de Miguel ?ngel Ruiz.
?Y qui¨¦n es ¨¦l? Madrile?o, de 45 a?os. Fue bater¨ªa de rock, ha trabajado de todo, se meti¨® en el arte pasados los 30. Bebe agua con gas; antes no. Conduce una Triumph y tiene un casco con una estrella. Si ha de se?alar una constante en su obra escoge "la sensaci¨®n de que en todo hay algo de fracaso". Por eso, en Accidente a¨¦reo, el brazo del aviador est¨¢ tan retorcido: "Quer¨ªa hacer hincapi¨¦ en la hostia, distanciarlo del ?ngel Ca¨ªdo. Lo de la culpa judeocristiana me parece un co?azo, nada m¨¢s lejos de mi intenci¨®n, esto es un accidente, un fracaso cotidiano, uno de tantos". Este hombre alado no reparte moralina. Aqu¨ª no hay desobediencia al padre ni castigo. La alegor¨ªa de Accidente a¨¦reo es m¨¢s pros¨¢ica. Es un mito m¨¢s de andar por casa, como una cr¨®nica: iba un se?or volando tan tranquilo y se estrell¨®. El mensaje: shit happens, sic transit... As¨ª es la vida.
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